De 1927 a principios de 1933, Benjamin escribió y pronunció entre ochenta y noventa conferencias a través del nuevo medio de la radio en Alemania, repartidas entre Radio Berlín y Radio Fráncfort. Estas emisiones, muchas de ellas producidas bajo los auspicios de programas para niños, cubren una fascinante selección de temas: tipologías y arqueologías de un Berlín en rápida transformación; escenas del cambiante paisaje de la infancia y sus construcciones; casos ejemplares de artimañas, timos y fraudes que se mueven por las líneas inciertas entre la verdad y la falsedad; acontecimientos catastróficos, como la erupción del Vesubio, el desbordamiento del río Mississippi y muchos otros más.
Además de las charlas y comedias destinadas específicamente al público infantil, Benjamin produjo una variedad de piezas sobre los temas más dispares, tales como consejos prácticos para manejar al jefe, retórica de autoayuda y autopromoción («¿Un aumento de sueldo? ¡A quién se le ocurre!») o debates explicativos sobre el gusto literario y la popularización de la lectura (Lo que los alemanes leían mientras sus clásicos escribían). En la representación radiofónica Lichtenberg, Benjamin colocó varios aparatos de vigilancia en manos de «selenitas», figuras de otro mundo exterior que, narradores omniscientes (y, sugiere Benjamin, seguidores del psicoanálisis), juzgan sobre la capacidad humana para crear desdicha. Y estos son solo algunos de los textos que encontramos entre toda la producción radiofónica de Benjamin.
— Extracto de la Introducción a Radio Benajamin.
Los procesos contra las brujas
La transcripción ilustrada de uno de los famosos programas de «Ilustración para niños» que Walter Benjamin hizo para la radio.
La primera vez que oísteis hablar de brujas fue en ≪Hansel y Gretel≫. ¿Qué pensasteis entonces que era una bruja? Una mujer malvada y peligrosa, que vive sola en los bosques y a la que es mejor no encontrársela. Seguro que no os costo nada adivinar si las brujas estaban de parte del diablo o del buen Dios, de dónde vienen, lo que hacen y lo que no hacen. Y lo mismo que vosotros ha pensado la gente de las brujas durante siglos. La mayoría creía en las brujas igual que los niños creen en los cuentos. Pero del mismo modo que son pocos los niños, incluso los muy pequeños, que viven como si su vida fuese un cuento de hadas, pocas han sido las personas que durante esos siglos hayan hecho un sitio en su vida cotidiana a su creencia en las brujas. Se contentaban con usar objetos sencillos, como clavar una herradura en la puerta, o llevar la imagen de un santo, o a lo sumo una formula mágica, sobre el pecho, debajo de la camisa, para protegerse de ellas.
Esto se hacia en la Antigüedad y, cuando llego el cristianismo, esas costumbres no cambiaron mucho, en todo caso no lo hicieron para peor. Porque el cristianismo se oponía a la creencia en el poder del mal. Cristo había vencido al demonio, había descendido al infierno, y sus seguidores nada tenían que temer de las fuerzas maléficas. Tal era al menos la fe cristiana más antigua. Ciertamente, también entonces había mujeres indignas, pero estas eran principalmente sacerdotisas y diosas paganas, y sus poderes mágicos raras veces se tomaban en serio. Se tenia piedad de ellas, porque el diablo las había engañado para que se atribuyeran poderes sobrenaturales. Pero en el curso de unos pocos decenios, alrededor del año 1300 después de Cristo, esto cambio completamente, aunque de modo imperceptible. Nadie os podrá explicar con certeza como ocurrió, pero no hay duda sobre este hecho: después de que la creencia en las brujas coexistiera durante siglos con todas las demás supersticiones sin causar menos estragos, pero tampoco más que estas, a mediados del siglo xiv la gente empezó a ver brujas y hechicerías por doquier, y pronto se inicio en casi todas partes su persecución. De pronto había una doctrina oficial sobre las actividades de las brujas. Súbitamente, todo el mundo quería saber lo qué hacían exactamente las brujas en sus reuniones, qué clase de magia practicaban y contra quienes iba dirigida. Como ya hemos dicho, nunca entenderemos del todo como sucedió todo esto. Pero ello hace tanto más asombroso lo poco que sabemos de sus causas.
La superstición es para nosotros algo extendido principalmente entre la gente sencilla, que es donde más arraigada se halla. La historia de la creencia en las brujas nos muestra que esto no siempre fue así. Precisamente el siglo xiv, en el que esta creencia mostró su cara mas inclemente y peligrosa, fue la época de un gran desarrollo de las ciencias. Ya habían empezado las cruzadas, y con ellas llegaron a Europa las ultimas teorías científicas, principalmente las referidas a la naturaleza, en las cuales Arabia se hallaba entonces muy por delante de los demas paises. Y, por improbable que parezca, estas nuevas ciencias de la naturaleza propiciaron en gran medida la creencia en las brujas. Y esto sucedio asi: en la Edad Media, la ciencia natural puramente calculadora o descriptiva, que hoy llamamos teorica, aun no se habia separado de la ciencia aplicada,
por ejemplo de la técnica. Pero esta ciencia aplicada era entonces lo mismo que la magia, o algo muy afín a ella. Se sabia muy poco de la naturaleza. El estudio y la utilización de sus fuerzas ocultas se consideraba pura magia. Esta magia estaba permitida siempre que no se emplease con algún fin perverso, y para distinguirla de la nigromancia se la califico de blanca: era la magia blanca. Lo que de nuevo se había descubierto en la naturaleza acabo reforzando directa o indirectamente la creencia en la magia, en el influjo de los astros, en el arte de producir oro y en otras practicas. Pero con el auge de la magia blanca aumentó también el interés por la magia negra.
Pero la ciencia de la naturaleza no fue la única entre las ciencias que propicio la espeluznante creencia en las brujas. La creencia en la magia negra y la practica de la misma planteo a los filósofos de la época –que entonces eran todos clérigos– gran numero de cuestiones que hoy nos cuesta entender y, si finalmente las hemos comprendido, nos ponen los pelos de punta. Se quería ante todo tener una idea clara de lo que diferenciaba la magia que las brujas practicaban de otras artes maléficas. Desde antiguo era bien claro que los magos maléficos eran todos, sin distinción, herejes, es decir, gente que no creía, o no creía de manera recta, en Dios, y los papas se lo recordaban con frecuencia a los fieles. Pero entonces se quería saber en qué se distinguían hechiceras y hechiceros de otros practicantes de la magia negra. Y doctos y eruditos no dejaban de elúcubrar toda clase de argumentos, lo que probablemente habría resultado mas absurdo y curioso que aterrador si 100 años después, cuando los procesos contra las brujas se hallaban en su punto álgido, no hubieran aparecido dos hombres que se tomaron completamente en serio aquellas fantasmagorías, recabaron datos, los compararon unos con otros y sacaron conclusiones que aplicaron en forma de instrucciones para determinar con exactitud que tipos de comportamiento permitirían acusar a alguien de practicar la brujería. Estas instrucciones se recogen en un libro, el llamado Martillo de brujas, y probablemente nada impreso trajo a la gente tantas desgracias como sus tres gruesos volúmenes.
- Walter Benjamin (Berlin, 1892-Portbou, 1940) fue filosofo, critico literario, critico social, traductor, locutor de radio y ensayista alemán. Su pensamiento recoge elementos del Idealismo alemán o el Romanticismo, del materialismo histórico y del misticismo judío que le permitirán hacer contribuciones perdurables e influyentes en la teoría estética y el marxismo occidental. Su pensamiento se asocia con la Escuela de Francfort.
- Claudio Andrés Romo (Puerto de Talcahuano, Chile, 1968) es ilustrador, grabador y profesor de Artes Plásticas en la Universidad de Concepcion. Cuenta con una maestría en Artes Visuales con especialidad en grabado por la Academia de San Carlos por la UNAM, Mexico. Durante sus estudios de pre-grado comenzó a editar sus propios libros en técnicas clásicas del grabado como xilografía, aguafuerte y litografía. A partir del 2004 inicia su labor como ilustrador de libros para distintas editoriales en Mexico y Europa. Su trabajo esta vinculado a la creación de territorios de ficción, bestiarios vegetales, gabinetes de curiosidades naturales y bibliotecas imaginarias.
- Andreas Ilg (Bonn, 1973) es critico literario, ensayista, psicoanalista, traductor y doctor en letras. Ha impartido seminarios en diversas universidades e institutos mexicanos.
– Radio Benjamin – Walter Bejamin
– Los procesos contra las brujas – Walter Benjamin