El domingo 13 de febrero tendrán lugar las Elecciones a las Cortes de Castilla y León, sin duda alguna un momento importante para valorar el peso que va a tener la plataforma España Vaciada en los meses siguientes y en futuros comicios. Nos encontramos ante el comienzo de un ciclo electoral que tendrá su continuidad la mayor parte de las Comunidades Autónomas y las Generales. La política española ha ido quemando etapas a gran velocidad en la última década. Del bipartidismo a la llegada de la “nueva política” con Podemos y Ciudadanos y sus resultados, pasando por el impacto del “procés”, el ascenso de VOX y el peso ganado por la dimensión territorial en regiones y provincias en las que, hasta la fecha, la representación política no operaba en esa dirección. En este sentido, el escaño en el Congreso de los Diputados logrado por Teruel Existe en las Elecciones Generales celebradas el 10 de noviembre de 2019 trasladó el foco hacia la cuestión de la despoblación de zonas del interior de España y su articulación política.
Otras entidades habían surgido en la dirección de la reivindicación del medio rural, haciendo hincapié en la situación del mismo y en una despoblación que no cesaba, agrupándose en la denominada España Vaciada, protagonizando movilizaciones y centrando los marcos de la cuestión. El salto al ámbito político contaba con numerosas dudas, pero tras la experiencia de Teruel Existe, era un paso que otros territorios podrían ir dando, por ejemplo Soria. De esta forma, las estructuras de plausibilidad se iban haciendo reales y se captaba una sensibilidad que estaba presente en una parte de la población de estos territorios.
Las elecciones en Castilla y León han podido llegar antes de tiempo para la preparación de una candidatura conjunta, presentándose finalmente en cuatro de sus nueve provincias: Salamanca, Burgos, Valladolid y Palencia. Habría que incorporar Soria ¡YA!, que va en solitario, pero que sumará a la plataforma. Por otro lado, tampoco hay que olvidar que en Castilla y León también concurren otros partidos de ámbito territorial como Unión del Pueblo Leonés, Por Ávila, Coalición por el Bierzo, etc., que presentan una alta diversidad ideológica y que se sitúan al margen de España Vaciada.
Centrándonos en España Vaciada, e incluyendo a Soria ¡YA!, es evidente que buena parte de las miradas van a estar centradas en sus resultados como un indicador de lo que vendrá en los meses siguientes. Castilla y León es una de las regiones periféricas de nuestro país por antonomasia, siendo además una de las más afectadas por la despoblación no solo del medio rural sino de sus provincias e incluso de no pocas localidades, incluidas capitales de provincia y ciudades medias y pequeñas. En el último medio siglo, de 1971 a 2021 y siguiendo datos del Instituto Nacional de Estadística, Castilla y León ha perdido un 10,55 de sus habitantes, mientras que el conjunto de España ha aumentado su población un 39,24%. Es la región que ha visto descender su población en mayor medida y de sus nueve provincias, solo en Valladolid creció el censo, un 25,68%. Zamora es la provincia española que más población ha perdido en medio siglo con un 34,45%, mientras que en Ávila descendió un 24,91%, en Soria un 23,87% y en Palencia un 21,33%.
En definitiva, un escenario que muestra un retroceso significativo que se refleja no solo en indicadores como el descenso de la población señalado sino en otros como el envejecimiento, las migraciones de los jóvenes hacia las grandes ciudades y los territorios más dinámicos, etc., junto con un medio rural en el que la despoblación sigue avanzando. Castilla y León, como decíamos, es un paradigma de esos territorios periféricos que se van quedando en un segundo o tercer plano en el tablero no solo global sino incluso español. De esta forma, es lógico que se articulen alternativas basadas en esa dimensión territorial y en la reivindicación basada en el agravio y en el sentimiento de discriminación.
Sin embargo, la cuestión es si estos movimientos y plataformas van a contar con el suficiente respaldo en las urnas para convertirse en fuerzas políticas que operen sobre dichas realidades, o que tengan capacidad de influencia en los partidos mayoritarios. El reto es mayúsculo y no faltan cuestionamientos, algunas fundamentadas, que inciden en una visión victimista, “cantonalista”, “provincialista” utilizando el peor significado de la palabra, o en convertirse en intentos miméticos de lo que, por otra parte, les lleva décadas funcionando a nacionalistas vascos y catalanes, fundamentalmente. En definitiva, un riesgo de caer en un “¿qué hay de lo mío?” que puede suponer entrar en un terreno resbaladizo y cortoplacista. Pero, por otra parte, ese mimetismo parece ser una de las últimas opciones que les han dejado a determinados territorios para articular una reivindicación y un discurso, el cual pone el acento en los desequilibrios territoriales.
Los riesgos que asume la plataforma España Vaciada son numerosos. Por un lado, y también señalado en diferentes ámbitos, es el quedarse en un discurso basado en la idealización del medio rural y una recuperación bucólica que no puede darse. Ese sería uno de los grandes errores que cometería la plataforma en su articulación, y se observan pasos que van más allá, desde el punto de vista de comprender y asumir que el problema no es únicamente del medio rural sino que afecta a dimensiones territoriales más amplias e interconectadas, incluidas sus ciudades. Supone, en definitiva, superar dicotomías como la rural – urbana que restan mucho más que suman. Además, no pocos votantes de España Vaciada van a proceder de entornos urbanos.
Por otra parte, también deben ser conscientes de que todos los territorios son heterogéneos, hecho que se constatará en mayor medida en las Generales. No es lo mismo ser una Comunidad Autónoma uniprovincial que multiprovincial, y no es lo mismo ser provincias periféricas en estas últimas regiones, como ocurre en no pocos casos. Tener en cuenta las especificidades de cada zona puede ser determinante para el éxito electoral o no de la plataforma. Y, especialmente, si son capaces de generar un discurso estructural y global a nivel de España.
Tampoco lo tendrán fácil por la competencia con el resto de fuerzas políticas. La indefinición ideológica es un hándicap que pueda caer de un lado o de otro. PSOE y PP tratarán de medir el impacto en su electorado y, para ello, las elecciones de Castilla y León pueden ser una buena prueba. Con Ciudadanos y Unidas Podemos con un menor margen de maniobra y con un VOX ascendente, que en algunos casos compite en el mismo caladero de votos pero con una visión diferente y nada complementaria, el escenario se complejiza. También dependerá de que España Vaciada no cometa los mismos errores que Ciudadanos y Unidas Podemos en las últimas décadas, especialmente en el ámbito de la selección de candidatos y listas.
De momento, las encuestas no son muy halagüeñas para España Vaciada. La publicada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) no le otorga representación como tal y Soria ¡YA! se haría con 2 o 3 escaños, los mismos que Unión del Pueblo Leonés, mientras que Por Ávila repetiría representante. Otras fuentes indican que España Vaciada podría lograr hasta 3 escaños, aunque la mayor parte de las mismas la sitúan entre 1 y 2, como máximo. La representatividad otorgada por las encuestas a Soria ¡YA! se presenta como más consolidada, con los 2 escaños indicados. Los escépticos de las encuestas indicarán que hay que esperar, y ciertamente hay que esperar a la noche del 13 de febrero.
Posiblemente, las elecciones de Castilla y León han llegado demasiado pronto para España Vaciada. Las dudas persisten pero, tanto si los resultados son muy favorables o muy desfavorables, conviene tomárselos con cautela. Es el inicio de una partida en la que la dimensión territorial desempeña un papel clave y que se irá jugando en los próximos comicios autonómicos y nacionales. Otra cuestión es los marcos en los que se incida y también el papel del resto de formaciones políticas, incluyendo la respuesta que den a los desequilibrios territoriales. Sin duda alguna, un desafío de grandes dimensiones que afecta a la cohesión social.
Sergio Andrés Cabello es profesor de Sociología de la Universidad de La Rioja y autor de La España en la que nunca pasa nada