El 15 de julio de 1892, hace 132 años, nacía Walter Benjamin en Berlín. Filósofo, crítico literario, crítico social, traductor, locutor de radio y ensayista alemán, su pensamiento recoge elementos del Idealismo o el Romanticismo, del materialismo histórico y del misticismo judío que le permitirán hacer contribuciones perdurables e influyentes en la teoría estética y el marxismo occidental. Su pensamiento se asocia con la Escuela de Fráncfort.
Nace en el seno de una acomodada familia de origen asquenazí (judíos descendientes de las comunidades judías medievales, que se asentaron en la Europa Central y Oriental), dedicada a los negocios.
Estudió Filosofía en la Universidad de Friburgo y en la Universidad de Berlín, donde sufrió doble discriminación como intelectual judío y de izquierdas. .
En 1914, al estallido de la Primera Guerra Mundial, quiso alistarse, pero acabó tomando partido por la corriente pacifista de la izquierda europea radical, que rechazaba la participación y la colaboración con la que tildaban de “carnicería humana inter imperialista”. Comenzó entonces la traducción de las obras de Charles Baudelaire al alemán y se matriculó en la Universidad de Múnich y la de Bern, donde desarrolló su tesis sobre la filosofía de Kant y Platón.
En esta etapa abrazó el materialismo y apartó todo lo demás, y aquí afirmó su posición ante las tendencias del momento: jamás militaría en el sionismo, ni en el comunismo, ni en el fascismo. Para él, la salvación de la humanidad está ligada a la salvación de la naturaleza. Quedó fascinado con las obras de Marcel Proust y Charles Baudelaire, observadores natos de la vida.
Criticó sin piedad a Hitler, a la teoría fascista, a la hipocresía de la democracia burguesa y al capital financiero e industrial alemán que apoyó al nazismo como forma de contrarrevolución preventiva contra los socialistas. Intentó conciliar el marxismo con su herencia cultural judía y con las tendencias artísticas vanguardistas. En 1931 experimentó con el hachís; inspirado en los textos sobre hachís de Charles Baudelaire, y escribió sobre un club del siglo XIX en el que se reunía para consumirlo.
En 1932, durante la crisis anterior a la asunción al poder de Hitler, Walter Benjamin fue a la isla de Ibiza en la que estuvo en dos ocasiones, se enamoró de la isla y tuvo una gran influencia en su vida y en su obra. Luego se trasladó a Niza, donde llegó a pensar en el suicidio, al percibir lúcidamente la importancia sociopolítica y cultural del incendio del Reichstag (27 de febrero de 1933), que de hecho significó la asunción de todo el poder por los nazis en Alemania.
Desatada la persecución de los judíos y de los marxistas, Benjamin se trasladó a París, tras una estancia en Svendborg, en casa de Bertolt Brecht, quien le introdujo en el marxismo, y en San Remo.
Ya no pudo nunca volver a Berlín debido al régimen nazi. Se mantuvo con el apoyo de los también filósofos marxistas-críticos, Adorno y Horkheimer.
El 14 de junio de 1940, tras la ocupación de la ciudad por las tropas nazis, huyó de París.
El final de su vida fue tan trágico como novelesco. Tras haber salido de la localidad francesa de Port Vendres ayudado por activistas antinazis, llegó a territorio español, concretamente a la localidad gerundense de Portbou. Era el atardecer del día 25 y estaba agotado, le acompañaban más refugiados que intentaban salir de Francia. En el puesto de policía de la estación fue interceptado por la policía franquista porque carecía de la visa requerida. Su amigo Theodor Adorno le había ayudado a obtener las visas de tránsito en España y de entrada en Estados Unidos, donde le esperaba, pero carecía del permiso francés de salida del país galo. Benjamin antes que volver a Francia y caer en manos de la Gestapo, decidió acabar con su vida en el Hotel Francia, al que el grupo fue acompañado por la policía.
Murió el 26 de septiembre de 1940 en Portbou, tras ingerir una dosis letal de morfina. La restricción a las visas obtenidas en Marsella sin visado de salida, como la que Benjamin poseía, fue levantada por las autoridades españolas pocos días después. De alguna manera, Benjamin también será una víctima del franquismo, que le impidió huir de Hitler.
Sus compañeros de viaje pagaron el alquiler del nicho 563 por cinco años, donde descansaron los restos del filósofo hasta que fueron trasladados al osario del cementerio. En el certificado de defunción figura el nombre de Benjamín Walter, fallecido a causa de un aneurisma cerebral, lo que posibilitó que un cementerio católico acogiese sus restos, evitando complicaciones burocráticas. En el camposanto de Portbou hay un monumento en memoria del filósofo.
Pero repasemos algunas de sus obras.
Una de las más extensas y profundas es el Libro de los Pasajes, elaborado a lo largo de trece años, desde 1927 hasta su muerte en 1940. Es su obra capital, una historia de la filosofía del siglo XIX. Buena parte de los textos mayores que escribió durante los diez últimos años de su vida -el ensayo sobre la obra de arte, los trabajos dedicados a Baudelaire y las tesis «Sobre el concepto de la historia»- surgió de los «Pasajes». Este libro es la recopilación de su enorme trabajo -miles de apuntes y fragmentos- que se agrupa ahora en castellano. El «Libro de los Pasajes» se puede considerar uno de los más estupendos fragmentos de la literatura alemana, comparable a los «Philosophische Lehrjahre», de Friedrich Schlegel, y a «La voluntad de poder» de Nietzsche.
Para el gran público y con un planteamiento mucho más amenos, está Radio Benjamin. De 1927 a 1933 escribió y presentó alrededor de ochenta trabajos para el novedoso entorno radiofónico. En esta obra se reúnen las transcripciones conservadas de estos trabajos. Esta colección ecléctica muestra la variedad temática del pensamiento de Benjamin y el entusiasmo del pensador por la sensibilidad popular. Sus famosos programas de «Ilustración para niños» y sus comedias, lecturas, reseñas de libros y obras de ficción nos muestran un Benjamin más creativo que crítico. A lo largo de la obra se tratan temas tan dispares como los aumentos de sueldo o historias de desastres naturales, temas elegidos por su interés para el gran público y examinados con pasión y agudeza.
Si usted solo tiene una hora para leer, le bastará para este libro, de tan solo 48 páginas, Los procesos contra las brujas. Y muchas imágenes.
Walter Benjamin deconstruye el estigma y la historia maldita de las brujas para revelar, con absoluto respeto a la inteligencia de los niños, cómo los hombres han concebido y manipulado la historia, las leyes, la política, la ciencia, la filosofía, la religión y la moral para generar y difundir creencias absurdas, insólitas, inverosímiles y crueles que desembocaron en terribles torturas e injusticias contra innumerables mujeres.
La obra incluye las ilustraciones de Claudio Romo, inspiradas en mundos de ficción, bestiarios vegetales y gabinetes de curiosidades naturales.
Por último encontramos Calle de sentido único, escrito en 1928. Un texto breve que nos puede servir de introducción a la compleja obra de Walter Benjamin. Recoge las impresiones que iba anotando mientras viajaba por Europa. Sus páginas nos acercan, así, a escenas que hablan de la infancia, del amor, del dinero o del paso del tiempo, a la vez que, bajo el prisma personalísimo del autor, trascienden su aparente cotidianeidad para acabar dibujando un crítico collage de los supuestos felices años veinte. Este libro es un como mapa urbano ordenado según la lógica de los escaparates de una galería comercial.
La voluntad de Benjamin era, en palabras de su amigo Theodor Adorno, «contemplar todos los objetos tan de cerca como le fuera posible, hasta que se volvieran ajenos y le entregaran su secreto». Y este secreto nos habla tanto de nuestra manera de relacionarnos con las cosas de la vida cotidiana como de los sueños que proyectamos sobre ellas: en los paisajes dibujados en los sellos y los billetes, en la fe del madrugador o en la experiencia de la infancia como la de un tiempo proyectado hacia el futuro.
De modo que tanto si estamos dispuestos a lo más profundo de su pensamiento, como a lo más liviano (con ilustraciones incluidas), el repaso de su actualidad o la sencillez de los cotidiano, tenemos una obra para cada caso.