Revolución Cultural China

Descifrar la Revolución Cultural China

Desde 1966 a 1976 se produjo en China lo que se ha llamado la Revolución Cultural. Los sistemas de socialismo real corren el peligro de que se cree una casta burocrática que termine secuestrando el socialismo y termine neutralizando tanto a los líderes como al pueblo. Eso es lo que percibió Mao Zedong, por lo que inició un movimiento que pretendía reactivar a las masas contra el asfixiante sistema burocrático que amenazaba con acabar con la esencia del socialismo chino. Así fue su génesis, sin embargo la situación se descontroló en luchas de poder que acabaron provocando uno de los periodos más convulsos de la historia china.

Como no podía ser de otro modo, hay diferentes interpretaciones de aquellos acontecimientos. La oficial de Partido Comunista de China se encuentra en la “Resolución sobre ciertas cuestiones de la historia de nuestro partido desde la fundación de nuestro país”, aprobada en un pleno del Comité Central del 27 de junio de 1981.

El periodista Yang Jisheng ha estudiado ese acontecimiento en su libro “El mundo al revés. Una historia de  la Revolución Cultural china”. Aunque se trata de un periodista que trabajó 32 años, incluidos los diez de la revolución cultural, en la agencia oficial Xinhua, y hoy vive en China, estamos ante un libro crítico sobre la revolución de Mao y el socialismo chino, el de antes, durante y después de la revolución cultural. De ahí que, a diferencia de la historia oficial china, Jisheng acusa directamente a Mao de los trágicos acontecimientos de esta revolución cultural.

Lo que parece incuestionable es que tras el fin de la Revolución Cultural llegaría el actual periodo de pragmatismo iniciado por Deng Xiaping.

Revolución Cultural China

El título del libro, “El mundo al revés”, hace referencia a un verso de un poema de Mao en el que usa esas palabras como grito de agitación para la Revolución Cultural.

Es evidente que los historiadores y periodistas juegan con una importante ventaja cuando analizan hechos sucedidos décadas atrás: conocen las consecuencias de decisiones políticas que eran imposibles de predecir por quienes las tomaban. Señalar responsabilidades, errores, incluso autorías criminales puede ser injusto porque los protagonistas de la historia, por muy poderosos que sean, pocas veces la pueden controlar.

De ahí que se agradece la humildad del autor cuando dice que “cualquier tesis razonable que se plantee sobre la Revolución Cultural se encontrará con una refutación igualmente razonable ; cualquier relato histórico será criticado por alguien como unilateral, porque la mayoría de quienes vivieron la Revolución Cultural siguen vivos, y sus distintos papeles y situaciones durante ese periodo les ofrecieron perspectivas y experiencias diferentes”. Y si lo que nos interesa es la China de hoy, no queremos dejar pasar la oportunidad de recomendar “China, amenaza o esperanza”, del periodista español Javier García. Ahí podremos encontrar el imparable ascenso de China, resultado de su revolución maoísta, pero también de su revolución cultural y de sus rectificaciones. Porque así se escribe la historia, mediante ensayos y errores.

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