Cuando se mezcla la lucha justa y la sangre

Pascual Serrano

Lo habitual es que las historias sobre luchas revolucionarias se hagan desde la perspectiva armada añadiéndole algún tipo de debate político, o desde la perspectiva intelectual, salpicándolo de acontecimientos violentos y acciones armadas. 

Este libro logra que comprendamos cómo se funden ambas perspectivas. Unos intelectuales, que el tiempo mostró de talla extraordinaria, y su lucha armada, que tuvo lugar en el momento más sangrientes y estremecedor de la rebelión contra una dictadura española. 

ETA

El libro que lo explica se titula “Operación Caperucita. El Comité Karl Marx y el atentado de la calle del Correo”, y está escrito por el periodista asturiano Xuan Cándano.

El grupo intelectual era el Comité Karl Marx, que operaba a principios de los setenta en la clandestinidad durante la dictadura franquista. Casi todos sus miembros, procedentes del Partido Comunista, aunque ya desvinculados de él. Su líder era Eva Forest. Entre sus miembros se encontraban representantes del mundo de la literatura, el teatro, el pensamiento, la edición o el incipiente feminismo: el dramaturgo Alfonso Sastre, pareja de Forest; el director, autor, escenógrafo y figurinista Vicente Sainz de la Peña y la actriz Mari Paz Ballesteros; la pareja formada por Lidia Falcón y Eliseo Bayo; el matrimonio Bernardo Vadell Carreras y Carmen Nadal Bestard; la mallorquina Rosalía López Pedret; también había sindicalistas y mineros como Antonio Durán Velasco y la pareja César Fernández y Encarna Álvarez con sus hijos Amaro y Mari Luz.

A ellos se unieron estudiantes jóvenes, los propios hijos de los Sastre, Juan y Pablo; su amigo Eduardo Sánchez Gatell, hijo de Eduardo Sánchez y Angelina Gatell. 

El trabajo de Cándano se centra en un atentado que conmocionó a España hace hoy 50 años, a las 14.30 del 13 de septiembre de 1974. Aquel día, una potente bomba reforzada con metralla estalló en la Cafetería Rolando, en la esquina de la calle del Correo con la madrileña Puerta del Sol, colindante con la entonces Dirección General de Seguridad del régimen franquista. Once personas fallecieron en el acto, otra una semana más tarde y la número trece, dos años después como consecuencia de las secuelas del atentado. Pasaría a la historia como el atentado de la calle del Correo o de la cafetería Rolando.

ETA ya había logrado impactar en los entornos revolucionarios mundiales con la bomba que mató al presidente franquista Carrero Blanco en diciembre de 1973, pero el atentado de la calle Correo no fue tan “limpio”. Murieron inocentes y ETA no lo reivindicó. 

Aquel acto generó un debate en la dirección etarra  que se terminó con la escisión entre la rama Militar (los milis) y la Político-Militar (los poli-milis). La segunda se disolvió en 1982, un mes antes de que el PSOE ganara sus primeras elecciones, fue entonces cuando ETA reconoció su autoría. La otra se disolvería en 2018, con el gobierno de Rodríguez Zapatero. 

Entre la incompetencia policial, la no colaboración de Francia y la muerte de Franco en noviembre de 1975, el caso no llegó a ser juzgado porque la amnistía de 1977 lo archivó.

Este libro se centra en esos militantes intelectuales y especialmente en Eva Forest. 

Se necesita mucha serenidad para acercarse a una atentado con más de una decena de muertos inocentes, pero también poner en contexto aquella dictadura, la lucha política contra ella, las complicaciones logísticas, la personalidad de los protagonistas, su trayectoria personal… Ni siquiera 50 años después resulta fácil.

La noticia de la muerte de Eva me llegó en 2007 mientras tenía lugar un evento en Caracas y al conocerla el silencio invadió aquella sala de cientos de personas de países de todo el mundo. Nos había dejado una luchadora para la que la amistad no tenía fronteras. 

Fui amigo durante muchos años de Eva Forest y de Alfonso Sastre, compartimos muchas reuniones, charlas, eventos en diferentes puntos del mundo, firmamos manifiestos conjuntos, coeditamos libros, tuvimos en Euskadi sobremesas tan largas y agradables como si todos fuésemos vascos, bebí whisky y canté con ellos en un garito de Bagdad mientras Estados Unidos bombardeaba Iraq, conocí a sus hijos, dormí en su casa de Hondarribia…

A pesar del tiempo y la intimidad que compartí con Eva y Alfonso, nunca me atreví a hablar de esos atentados antifranquistas que ellos habían protagonizado. No sé si después de leer este libro podría aguantar sin hacerlo. Pero como ya no puedo hablarlo con ellos, lo único que nos queda es tratar de entender lo sucedido a través de este libro. 

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