Héctor Ortega
En 1937 la compañía Zenith Radio Corporation lanzaba novedoso dispositivo de comunicación, la radio nurse, diseñado por el afamado escultor Isamu Noguchi. Entre otras utilidades, se emplearía en los hogares para permitir el distanciamiento físico entre madres y bebés: “Ciertamente, la primera semana de tener a tu pequeño entre brazos, te sentirás plena […] Pero luego el cansancio reclamará atención y tus otras obligaciones se disputarán tu tiempo. Y venga, el día tiene 24 horas y tú solo dos brazos […] entonces llega el momento de resolver […] Y comprar una cámara [… ] Luego incluso podrías intentar salir de la casa, sin que eso represente una forma de homicidio culposo” . 1
En mayo de 1942 el japoamericano Isamu Noguchi será el único de entre los 17.814 que ingrese voluntariamente en el campo de concentración para japoneses sito en la reserva india de Poston, Arizona en los EEUU.
He intercalado dos anécdotas que encontrarán en el magnífico libro de María do Cebreiro Maternidades Virtuosas (Akal-2024), a pesar de que entre ambas exista casi un siglo de diferencia. Se puede observar entre ellas la evolución que va desde los mecanismos disciplinarios de la época fordista, de encierro panóptico, hasta los dispositivos biopolíticos de control, “a cielo abierto”, de la actualidad. Esta trasformación en las circunstancias tecnológicas, entre otras, es una de las causas de la crisis y de la mutación institucional que vivimos. Lo que, indudablemente impacta sobre cómo entendemos y practicamos la maternidad, y con ella y a través de ella, otros campos institucionales con los que se relaciona. Y sobre todo, esto nos irá informando con precisión este ensayo, así hilará y contrastará desde su propia experiencia materna con las diferentes corrientes teóricas que a su vez se han visto impactadas por cómo el mundo del márketing poscapitalista y las nuevas tecnologías están creando un nuevo nicho de mercado y, por tanto, de identidad grupal.
Como es bien sabido, siguiendo los trabajos seminales de Foucault, las sociedades disciplinarias se fueron estableciendo a largo de los siglos XVII a XIX llegando a su máxima expresión a principios del siglo XX. Paradigmáticmante, se caracterizará como rasgo típico a través de sus grandes centros de encierro para personas, a través de los cuales el individuo ira “socializándose” pasando de unos encierros a otros mediado por sus leyes y su obligatoriedad punitiva. Así, sucesivamente, el individuo se moldeará pasando de la familia a la la escuela (“ya no estás en tu casa”), de ahí al cuartel (“ya no estás en la escuela”), a la fábrica, con las visitas al hospital o su mutua laboral, en ocasione si las cosas no encajan al centro penitenciario o al hospital psiquiátrico. En estas instituciones disciplinarias siempre nos encontramos con un circuito por el que empezar, que se puede reiniciar y que finaliza: empiezo el bachiller, abandono, lo reinicio y me gradúo, entro en la universidad o elijo formación profesional, abandono e inicio una carrera laboral, con sus nuevas pautas disciplinarias.
Por el contrario, en la actualidad, estas instituciones se habrán ido hibridando y evolucionando, con el nuevo ecosistema comunicativo y tecnológico, por lo que se habrían implementado nuevos mecanismos de control social, en los que se introducirán unos circuitos de socialización, en los que, a diferencia de los disciplinarios, nunca terminará nada del todo. Uno, por ejemplo, nunca concluirá la formación educativa, pasará a través de circuitos que irán desde la formación profesional al sistema de becarios, ingresará en la empresa o el taller donde tendrá que formarse permanentemente,sentirá la ndecesidad de aprender un idioma, toquetear los nuevos gadgets o tendrá que saber medicina con la especialidad de pediatría.
Abundando en ello, sobre el terreno específico de la maternidad, vemos claramente la situación referida en el párrafo anterior, nos cuenta la autora que: “Al principio de mi primer embarazo me llamó mucho la atención el hecho de que muchas madres me animasen a comprobar si los médicos que me atenderían […] estaban actualizados” 2
Además, en su experiencia como madre, se encontrará rodeada por una evolución hacia los “sistemas expertos” o biopolíticas de control, que buscan “profesionalización omnipresente de la maternidad”. En los cuales la maternidad se verá desplaza hacia un sinfín de bucles de autoaprendizaje dado que “como madre tengo que situarme en constante formación en esta nueva carrera de los cuidados, así como aspirar a alcanzar en ella un nivel de excelencia. Superpuesto a ese sentido de culpa de origen cristiano, tan apegado al modo tradicional de sentir la maternidad, el neoliberalismo vuelve a instalar a las madres ante un intenso grado de normatividad moral, generado por la necesidad de rendir sin descanso”3
Este contraste teórico/práctico, que vive en primera persona nos lo mostrará como la antropóloga que analiza una esfera social de la que participa y que nos pone ante la evolución de lo que fue la maternidad para nuestras abuelas (disciplinadas) en oposición a la de sus nietas (controladas), y que, entre medias, sucede la transición a través de nuestras madres con su “incorporación masiva […]al mundo laboral […]” en el que “son las propias relaciones laborales las que brindan de modo implícito reglas para la orientación de los cuidados”4 hasta el mundo actual en el que la “capacidad omnímoda del modo de producción tardocapitalista ha devorado también el ángel doméstico, que ahora hornea postres infantiles para subirlos a Instagram.”5 O, para decirlo en palabras de Deleuze, el departamento de ventas se ha convertido en el alma del sistema, por eso ahora el instrumento de control social será el marketing, y en él “se forma la raza descarada de nuestros dueños […] El hombre ya no está encerrado sino endeudado”6 o precarizado, o envuelto en las responsabilidades de la maternidad.
El libro de María do Cebreiro nos dará buena cuenta de muchos de los procedimientos de control, engaños y descarado negocio que están rodeando a la maternidad en la actualidad biopolítica, y que pueden conducir a sociedades tanto o más sofocantes que las disciplinarias, por lo que se necesita abrir el debate.
Biopoética de la crianza: Estado materno
Uno de los principales deslizamientos en los que nos encontramos, dados los peligros del control biopolítico mercantil en el que nos encontramos o de una política de “cuidados” que mitifique la maternidad pues, siguiendo en esto a Virgine Despentes, esto nos puede llevar a una situación en la que “El Estado que se proyecta como madre todopoderosa (sea) un estado fascista”7 Nos trae como ejemplo de esta situación la polémica surgida a raíz de la pandemia de la Covid-19 entre Rita Segato y Leonor Silvestre a raíz de qué debemos entender como un Estado que atienda a los cuidados y hasta dónde debería llegar. Leonor Silvestre mantendrá una posición dura, que nos trata de prevenir de la caída en el optimismo de los cuidados pues, como ella opina, si “Lo personal es político” (eso) quiere decir que el estado, materno, y su policía del cuidado, te protege con perspectiva de género de los males del mundo que no sabe hablar con “e”. Pues “[…] la ficción de la inclusión que evita toda empatía más que en términos de buenas víctimas, las que sirven a los cálculos asistencialistas o a las campañas de márketing de los slogans de la industria del rescate, versus las malas que en el caso de las mujeres es doblemente aberrante porque atenta contra la ideología de la feminidad y la maternidad subproductos de la loa al trabajo industrial o del capitalismo de la ciudadanía consumidora”8 Sin dejar de contemplar estas críticas a una concepción del Estado materno como un subterfugio del poder patriarcal, y de las políticas de cuidados como su justificación paternalista y asistencialista, María do Cebreiro, siguiendo en esto, entre otras a Rita Segato “la importancia de los vínculos […] en oposición al proyecto de las cosas”, nos indica que puede existir una parte positiva en la política centrada en los cuidados y en la que todas y todos deberíamos participar, nos presenta ejemplos concretos de espacios comunitarios donde se estarían desarrollando nuevos tipos de relaciones sociales: “[…] las maternidades maternas podrían formularse del siguiente modo: a) que los niños tengan voz y no sean objeto de discursos ajenos […]; b) que la alegría y los placeres consigan imponerse a las técnicas y los saberes; c) que la adaptación a la singularidad irrepetible de madres y niños […] prevalezca sobre los procedimientos de supuesta validez universal.” 9
Sin embargo, no podemos olvidar que la religión, la soberanía, la disciplina, el control van orientados a especificar el ámbito en el que la madre tiene que ser. Lo virtuoso. La que da vida. La que se sacrifica por la recursividad “étnica” de la nación propia. Esta mitificación de la maternidad, ese rol fundamental, sin embargo, irá inserto en la sociedad patriarcal para conseguir un sometimiento de la mujer cuando pasa a ejercer su función como madre. Santificando la maternidad, ocultamos a la mujer, o la alejamos, de las esferas de poder.
María do Cebreiro nos advierte sobre la parte oscura y de lucha política asociada a la maternidad. De ahí que las políticas reproductivas, de género, sobre el aborto sean los temas centrales en el debate político actual. De ahí que no quieran a unas madres “soberanas” sobre sus relaciones y cuerpos, ello supondría traspasar poder sobre la vida, y sobre el rol femenino en el mundo, más allá de la visión eclesiástico-patriarcal.10
Lo que implica para la vida de las mujeres la maternidad nos lo recordará con una inversión de los parámetros freudianos. El shock sobre la vida de los padres será tal, que como nos dice Santiago Alba Rico “quizá lo que llamamos infancia nació cuando los adultos consiguieron matar simbólicamente a los niños” por lo que “no son los hijos los que deben matar a los padres para hacerse adultos, sino que son los padres los que quieren matar a los hijos para no tener que ser otros”11 o, en otras palabras, la soberanía real de la maternidad se manifiesta, y sobre todo se niega, en la capacidad de decidir sobre su propia maternidad y la vida. 12 cuenta al vecino, al extranjero y al medio ambiente en el que quieren en el que crezcan sus hijas. El paso de la biopolítica una biopoética “[…] los niños son mucho más que hijos […] por lo que de algún modo dejan de ser patrimonio de sus padres, de la humanidad o del Estado. Son también patrimonio de la no madres y de los no padres, de los árboles y de las plantas, de las obras de arte, de las constelaciones cercanas y de las constelaciones lejanas, de los animales y las piedras.”13
No parece ninguna casualidad que, muchas de las autoras que sigue, sean buen ejemplo de lo que sostiene, dado que las mismas no hayan sido madres no las aleja de la “maternidad”, sus “no-hijas” no las han alejado un ápice de contribuir a la construcción de un mundo mejor, pues se necesita un pueblo para criar a un hijo: Virginia Woolf, Hannah Arendt, Simone Weil, Simone de Beauvoir, Iris Murdoch, Silvia Federici, Virgine Despentes, Leonor Silvestre…
Do Cebreiro, María, Maternidades virtuosas, pg. 32. ↩︎
Do Cebreiro, María. Maternidades virtusosas. Pg. 40 ↩︎
Opp. cit., pg. 34. ↩︎
Op. cit.. Pg. 35 ↩︎
Op. cit. Pg. 35. Puede encopontrarse un estudio sobre las nuevas maternidades reaccionarias impulsadas a traves de plataformas digitales en libro de Clara Ramas ↩︎
Deleuze, Guilles Post-scriptum sobre las sociedades de control. Conversaciones 1972-1990. Ed.Escuela de filosofía Universidad ARCIS. Pg. 153. ↩︎
Do Cebreiro, María. Maternidades virtusosas. Pg. 111 citando Teoría King Kong de Virgine Despentes. ↩︎
Silvestri, Leonor. Servidumbre Maquínica: punitivismo, trabajo y espacios de encierro. Ed. Queen Ludd. Buenos Aires 2021. Pgss. 89-89. ↩︎
Do Cebreiro, María. Maternidades virtusosas. Pg. 121. ↩︎
Bchtel, Guy, Las cuatro mujeres de Dios: La puta, la bruja, la santa y la tonta. Ed. Insurgentes, 2019. ↩︎
Op. Cit. Pg. 129 y 132. ↩︎
Anidjar, Gil. On the Sovereignity of Mothers: The Political as Maternal. Columbia Universit Press, 2024. Pg. 68 y ss. ↩︎
Op. Cit. Pg.116. ↩︎