Un único principio ha regido el proyecto político de Pablo Iglesias Turrión: la lucha por la democracia o, como él dice “el proceso de socialización del poder”. Y es por ello por lo que Iglesias se decidió a dedicar su vida a lo político, como profesor, como comentarista y presentador de tertulias políticas, como escritor y, por ahora, como eurodiputado de PODEMOS en el Grupo de la Izquierda Unitaria Europea (GUE/NGL).
Primero como profesor de Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid, un entorno que enseguida encontró reducido para poder transmitir a la gente la munición política con la que defender sus derechos en la lucha cotidiana por la libertad. El siguiente paso fue la creación de dos programas emitidos en pequeñas cadenas de televisión: La Tuerka y Fort Apache –ambos sirvieron como altavoz de ese mensaje por la socialización del poder–. Y precisamente, en ese momento, surgió este libro: Disputar la Democracia. El objetivo del libro era mostrar como fundamental la reivindicación de “la democracia como eje de la lucha política de los que aspiran a una sociedad más justa”, esto es, el libro pretende ser una “modesta caja de herramientas para la praxis política de los que luchan por una sociedad decente, un compendio de argumentos y técnicas de combate para una pelea por explicar la realidad en la que no tiene ningún sentido buscar un discurso que nos sitúe siempre a la izquierda del resto, sino el que nos sirva para ser el referente y los defensores de la democracia”. Es palpable la intención divulgativa del libro, continuación del trabajo en la facultad y en los programas de televisión. Consta de cuatro partes en las que reflexiona sobre algunas nociones políticas, sobre la historia de nuestro país, la crisis económica y la crisis de régimen. Pero el proyecto no se detuvo ahí: continuó la disputa de la Democracia en PODEMOS.
Durante la redacción de los primeros textos del libro, tomó consistencia el proyecto de PODEMOS, y es por ello que encontramos en él al Pablo Iglesias más íntimo y personal, aquél que aún no había sido expuesto a los focos; ni lo escrito está condicionado por ninguna responsabilidad pública ni responde a necesidades políticas del presente: “Sean bienvenidos a él todos los lectores, pero en especial los que desde hace meses se afanan en buscarme las cosquillas. Pues aquí me tienen, dispuesto al duelo […]. Aprovéchense porque no podré darles más oportunidades”.
Esperemos que no falte nadie en la disputa de la democracia, pues de la socialización del poder depende el futuro presente.