Alan Moore presenta «H.P. Lovecraft anotado»

A Howard Phillips Lovecraft
«Yo soy Providence»

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Alan Moore

Con nuestro creciente distanciamiento del siglo XX y la ampliación concomitante de la perspectiva cultural, el poeta de Nueva Inglaterra, novelista, ensayista y autor de una profusa producción epistolar Howard Phillips Lovecraft comienza a emerger como una de las figuras más críticamente fascinantes, si bien enigmáticas, de ese tumultuoso periodo

Lovecraft resulta intrigante no sólo por el rico sustrato de asombrosas y a veces clarividentes ideas que conforman la base de su obra, sino también por la absoluta improbabilidad de su ascenso al canon literario estadounidense más respetado. Progenie de unos padres mentalmente enfermos y producto de una educación tendente al enclaustramiento lejos de otras personas, escribió una docena escasa de relatos breves y un puñado de obras de mayor extensión que fueron publicadas únicamente en revistas pulp 1 sensacionalistas y estigmatizadas mientras vivió, si es que llegaban siquiera a publicarse. Tras su muerte en 1937, la primera respuesta del gran público a su legado quedó tipificada en el rechazo fulminante del crítico Edmund Wilson, e incluso las personas que fueron más responsables de mantener vivo el nombre de Lovecraft lo hicieron a menudo adulterando su narrativa, su filosofía y su naturaleza esencial como ser humano (quizá sin ser conscientes de ello). Además, la aceptación de su producción como literatura de mérito se ha visto innegablemente obstaculizada por su problemática postura respecto a cuestiones de la mayor actualidad, siendo necesario un reconocimiento y afrontamiento de su racismo, su supuesta misoginia, sus prejuicios clasistas, su aversión a la homosexualidad y su antisemitismo antes de que fuese posible iniciar una valoración seria de su obra. El hipnótico poder del lenguaje y la imaginación de Lovecraft es tal que, a pesar de estos impedimentos, hoy se lo reverencia a un nivel comparable al de su ídolo formativo Edgar Allan Poe; una trayectoria póstuma desde el pulp hasta el mundo académico que tal vez sea única en las letras contemporáneas.

En cuanto a la posición de Lovecraft como enigma, aunque esta se halla implícita en la esfera de atención crítica en perpetua expansión que trata de penetrar su compleja visión del mundo y su inusual personalidad, con toda seguridad el verdadero misterio reside en nuestra incesante capacidad de encontrarlos a él mismo y a su obra misteriosa. Vivió sólo 46 años en un periodo inusitadamente bien documentado de la historia reciente y, sumado a ello, creyó apropiado registrar sus actividades, pensamientos y observaciones cotidianas durante la mayor parte de su corta vida en un sinfín de cartas, posiblemente 100.000, según ciertas estimaciones; de las cuales algunas alcanzan extensiones impresionantes y muchas se conservan en archivos o publicaciones. Disponiendo como se dispone incluso de los detalles más insignificantes de sus sueños; de análisis estructuralistas, posestructuralistas y psicológicos de sus apuntes más precoces o nimios multiplicándose cada día que pasa, ¿cómo puede haber una molécula del mundo, la circunstancia o la psique de H. P. Lovecraft que aún no haya sido examinada? ¿De dónde mana nuestra inagotable curiosidad hacia este individuo poco mundano y agresivamente anticuado?

Lovecraft, que nació en 1890 y tuvo su primer gran estallido de productividad literaria en el emblemático y desenfrenado año de 1920, alcanzó la mayoría de edad en unos Estados Unidos aún no cohesionados como sociedad, mucho menos como superpotencia global emergente, y que seguían acuciados por una variada plétora de terrores y ansiedades. Los veinte años transcurridos desde el comienzo de siglo habían sido testigos de la mayor llegada de inmigrantes y refugiados que la nación fundada por expatriados había experimentado hasta entonces, lo que trajo consigo el miedo a que la casta establecida de ascendencia europea pudiera verse en poco tiempo sometida por poblaciones extranjeras, en rápido crecimiento, o diluida a causa de perniciosos cruces genéticos y mestizajes. En las calles de Harlem, Greenwich Village, Times Square y el Bowery, en Nueva York, se estaba estableciendo una insólita comunidad de hombres (y mujeres, aunque de forma menos perceptible) clara y llamativamente homosexual que no sentía reparo alguno en dejarse ver, para gran consternación de los árbitros morales de la ciudad. Ese fue el año en que se conquistaría por fin el sufragio femenino: un periodo de malestar entre los obreros y huelgas generalizadas que resultaban todavía más preocupantes tras la recientemente concluida Revolución rusa.

Todos estos miedos imperantes, que afectaban a un amplio sector de la sociedad norteamericana tradicional, hallarían expresión en los escritos y la ideología de H. P. Lovecraft. Sin embargo, su intelecto y omnívoros hábitos de lectura implicaban que era capaz de percibir y experimentar un espectro de preocupaciones todavía más amplio que el del atribulado ciudadano medio. Los avances de la época en la creciente comprensión del universo por parte de la humanidad, con sus distancias inconmensurables y sus indiferentes procesos aleatorios, habían redefinido de forma dramática el lugar que ocupaba el hombre en el cosmos. En vez de ser el único sentido y objeto de la creación, la vida humana se convirtió en un brote accidental sin motivo alguno en un ínfimo gránulo de materia situado en el último rincón de una pasmosa nube de estrellas, siendo esta únicamente una de muchas nubes similares esparcidas de manera desordenada e incoherente por la negra e inconcebible vastedad del espacio. Este tipo de fobias, posiblemente menos comunes pero más inquietantes y profundas, serían asimismo articuladas en los textos del visionario de Rhode Island, mediante su panteón de salvajes y caóticas fuerzas cósmicas o a través de la alteración e infección por conceptos alienígenas del paisaje cotidiano de su amada Nueva Inglaterra.

En vista de lo anterior, cabe ver a Howard Lovecraft como un barómetro sensible casi hasta lo insoportable del pavor de la nación estadounidense. Lejos de tratarse de pintorescas excentricidades, los miedos que generaron las historias y opiniones de Lovecraft eran precisamente las de los hombres blancos heterosexuales de clase media y origen protestante que se hallaban más amenazados por el cambio en las relaciones de poder y los valores del mundo moderno. Aunque él quizá se viera a sí mismo, en conformidad con la imagen que tienen de él sus lectores e incluso aquellos que lo conocieron personalmente, como la encarnación de su fábula más emblemática, «El extraño», en sus temores y pánicos se revela como ese fenómeno estadístico prácticamente insólito que se da por el más puro de los azares: el hombre absolutamente promedio, un arraigado miembro de la sociedad perturbado por influencias nuevas y ajenas que llegan de otro lugar. Esta, se podría sugerir, es la razón subyacente de que sus obras nunca hayan dejado de cautivarnos, una fascinación que no parece sino incrementarse a medida que Lovecraft y su época van quedando atrás en el pasado. En los relatos de H. P. Lovecraft, se nos ofrece una visión indirecta y, con todo, intranquilizadoramente aguda de los angustiados orígenes del tenso mundo moderno en el que vivimos hoy y la mentalidad que lo acompaña. Codificado en un alfabeto de monstruos, los escritos de Lovecraft constituyen una clave en potencia para entender nuestro dilema actual, si bien para ello resulta crucial que se haga desde el conocimiento a fondo del lugar y la época en que alcanzaron su plenitud.

Esto nos lleva, siguiendo una ruta larga y tortuosa, hasta el libro H. P. Lovecraft anotado de Leslie S. Klinger. Dentro de la anteriormente mencionada esfera en rápida inflación de estudios lovecraftianos, parece que el Sr. Klinger ha tenido un éxito admirable en su nada envidiable tarea de anotar la obra del escritor de un modo que no resulte redundante ni repetitivo, sino complementario al conjunto de glosas ya existente. De manera más notable aún, su bienvenida estrategia de centrarse en las referencias sociohistóricas de las narraciones de Lovecraft –objetos o acontecimientos mencionados de pasada cuya importancia podría fácilmente escapársele al lector de nuestro tiempo– nos permite situar a este autor de difícil clasificación en el contexto de la era que lo engendró, ayudados por la profusión de esclarecedoras referencias fotográficas que contiene el libro. Si, como se mantiene más arriba, no es posible entender su narrativa sin tomar en consideración el escenario social que lo rodeaba, un enfoque como el utilizado se hace ciertamente necesario.

El Sr. Klinger, además de proporcionar cuidadosas referencias sobre la época y las circunstancias del caballero de Providence, comprende la necesidad de estudiar la obra de Lovecraft a través de las diversas lentes de precisión que la crítica lovecraftiana moderna pone hoy en nuestra mano. Con tal objeto, aparte de sus ilustrativos comentarios de las narraciones que aquí se incluyen, H. P. Lovecraft anotado nos ofrece una amplia muestra de las últimas teorías literarias relativas al escritor y su infinitamente absorbente mundo de ficción. A efectos prácticos, se permite al lector examinar de una forma nueva incluso la historia que le sea más familiar, habiéndose desentrañado hábilmente su densa prosa e innumerables asociaciones para traer a la imaginación detalles de un arte o una actitud del pasado, de tal manera que las distintas percepciones críticas brinden una oportunidad de ver los mismos relatos y mismas palabras desde múltiples perspectivas. Dada la intensidad de pensamiento, la originalidad y el esfuerzo que hay detrás de incluso los textos más sencillos de Lovecraft, quizá no resulte sorprendente que haya habido tanto que desentrañar, pero esto no hace sino volver más impresionante el logro de Leslie Klinger.

Con dolorosa perspicacia, Howard Phillips Lovecraft brilló como literato en las dos décadas de entreguerras y escribió acerca de su desasosiego por lo que consideraba el futuro más probable, en el que la especie se vería abrumada por la acumulación exponencial del conocimiento que tenía de sí misma y del vasto y extraño universo que la rodeaba, y huiría a la tranquilizadora sombra de un nuevo oscurantismo.

A medida que nuestro mundo se va asemejando cada vez más a las angustiadas especulaciones de Lovecraft, la importancia de este largamente ignorado propagador pulp de lo extraño y lo innombrable se vuelve más evidente, más inequívoca. Cabe la posibilidad de que en sus esfuerzos por asentar los increíbles reinos de la especulación cósmica en la tierra, en las calles y en los tejados amansardados de su región natal exista una clave para resolver muchos de nuestros presentes dilemas psicosociales, aunque encontrarla depende de nuestra capacidad para ver al hombre y su entorno desde todos sus ángulos. En H. P. Lovecraft anotado, Leslie Klinger ha reunido los que tal vez sean los mejores medios para ello. Reconociendo los ejemplares avances biográficos y críticos llevados a cabo por los Sres. Joshi, Cannon y Waugh, y otros aliados en la tarea, el libro correlaciona sus ideas con esta lujosamente presentada colección de las mejores historias ambientadas en Nueva Inglaterra de Lovecraft y, quizá de forma más importante aún, con la Norteamérica prácticamente perdida del siglo pasado en la que se crearon dichas historias. Ya sea para el afortunado lector que se aventura por primera vez en la tentadora espesura de la prosa lovecraftiana o para el veterano entusiasta de los dioses primordiales, este volumen imprescindible proporciona sin lugar a dudas una nueva forma de comprender y experimentar al escritor de novelas de horror tal vez más importante que el mundo ha conocido jamás. Un triunfo sobrenatural.

1 N. del T.: las revistas pulp eran publicaciones periódicas que contenían relatos cortos, normalmente agrupados por género. Cada pulp solía especializarse en uno concreto; así, había revistas con historias de terror, de ciencia-ficción, policiacas, etc., las cuales tenían en común tramas efectistas y llenas de acción presentadas con un lenguaje sencillo y directo. Estas revistas, baratas e impresas en un papel amarillento de mala calidad (fabricado con un tipo de pulpa de madera del que derivó el apelativo «pulp»), surgieron a principios del s. xx y alcanzaron su máxima popularidad durante los años veinte y treinta del mismo. Fueron un fenómeno principalmente estadounidense, pero también se publicaron algunos pulps en Europa. En el prólogo a cargo del editor se habla en detalle de estas publicaciones y de la relación de Lovecraft con ellas.

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H.P. Lovecraft anotado

portada-lovecraft anotadoPese a que la obra de Lovecraft fue ignorada por el público y denostada por la crítica tras su muerte, tuvo tiempo después un reconocimiento sin precedentes, siendo reconocido un siglo después de su nacimiento como el autor que puso los cimientos de los relatos de horror y la ciencia ficción estadounidense, convirtiéndose en una fuente de «influencia incalculable sobre sucesivas generaciones de escritores de relatos de miedo de ficción» En este volumen, Leslie S. Klinger da nueva vida a Lovecraft con claridad y visión retrospectiva, y traza el progresivo reconocimiento de un escritor cuyo redescubrimiento y recuperación dentro del canon literario se puede comparar sólo a la de Poe o Melville. Aunando los documentados estudios existentes con sus propios puntos de vista, Klinger anota la sorprendente obra de Lovecraft y su kafkiana vida dotándola de contexto y desvelando muchos de los secretos que a menudo han motivado que el estilo de Lovecraft se definiese como críptico.

Más elogios para H. P. Lovecraft: edición anotada

«H. P. Lovecraft anotado, con sus fotografías y notas asombrosamente documentadas y detalladas a cargo del editor Leslie S. Klinger, es un tesoro para los aficionados a Lovecraft, quienes hallarán en el libro una compra imprescindible. Una lectura deliciosa, enciclopédica en su contenido y profundamente afín a la materia tratada.» —Joyce Carol Oates

«Eruditos y documentados, a menudo traviesos, y con igual frecuencia irónicos, los comentarios de Klinger despliegan una visión sorprendente, fidedigna y afectuosa de este apreciado pero muchas veces incomprendido genio de la novela de horror.» —Peter Straub, autor de Fantasmas y A Dark Matter, y editor de H. P. Lovecraft: Tales

«El trabajo de anotación de los relatos de Lovecraft que hace Leslie Klinger se basa de manera escrupulosa en estudios previos al tiempo que añade información de su propia cosecha. Los que ya eran admiradores del escritor hallarán mucho en lo que recrearse en esta antología actualizada, que también sirve como un punto de partida ideal para los curiosos que se acerquen por primera vez a su obra.» —Peter Cannon, coeditor de More Annotated H. P. Lovecraft

«Un libro cuya publicación llevaba siglos esperando como agua de mayo y que me proporcionó muchas horas de felicidad: ¡gracias, gracias, gracias, Sr. Klinger!» —Gahan Wilson, autor de Gahan Wilson: Fifty Years of Playboy Cartoons

«La guía definitiva para el entendido en Lovecraft, repleto de saberes ultraterrenos y conocimientos blasfemos que no encontrarás ni siquiera en el infame libro del árabe loco.» —Stephen Jones, editor de Necronomicon: The Best Weird Tales of H. P. Lovecraf

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