La venganza
Juan Luis Cebrián planteó tres exigencias para abandonar la gestión de PRISA: mantenerse en la presidencia de Ediciones El País, en la del Comité Editorial del grupo (dos demandas satisfechas en la reunión del consejo del 19 de diciembre de 2017) y ser el máximo ejecutivo de la Fundación El País. Apenas dos semanas después de su salida como presidente, El Español ya advertía de que la facción rebelde encabezada por Amber Capital estaba dispuesta a aguarle la fiesta y dejarle sin fundación: «El Consejo, que por primera vez se reunía con sus cinco nuevos miembros (Javier Gómez Navarro, Javier Monzón, Javier de Jaime, Francisco Gil y Sonia Dulá), acordó poner en marcha una comisión y posponer la decisión sobre la fundación».
La eterna baraka de El Insumergible estaba llegando a su fin. Arrinconado por las presiones de la banca, se salvó por los pelos en abril de 2017 gracias a que el rey emérito Juan Carlos llamó personalmente a Isidro Fainé (La Caixa) y Ana Botín (Santander) para que aflojaran la soga de la deuda que asfixiaba al protegido de la Corona. «Les pidió que le dieran tiempo para vender Santillana, la editorial de libros educativos, y arreglar la asfixiante situación financiera del grupo. La clave era que llegase sano y salvo a la junta general ordinaria del 30 de junio de 2017», detalló El Confidencial. Seis meses después Telefónica y el Santander intentaron quitárselo de encima sustituyéndolo por Javier Monzón, pero Moncloa dio la cara por su buen chico Juan Luis y abortó la operación, pactando una presidencia de transición con el nombramiento de Manuel Polanco, alias El Pacificador, que aplacara los ánimos de los rebeldes.
La suerte de Cebrián comenzó a torcerse cuando Moncloa le retiró su bendición a raíz de una encuesta publicada por El País que catapultaba a Ciudadanos como ganador de unas hipotéticas elecciones generales sólo unas semanas después del batacazo electoral del PP en Cataluña. «El equipo de Soraya Sáenz de Santamaría interpreta además que esta encuesta de Metroscopia es una declaración de intenciones de PRISA: el grupo se sube al carro de Ciudadanos y deja de lado la alianza tejida entre Cebrián y la vicepresidenta para que el primero mantuviese sus cargos, mientras que Cebrián interpreta que el pacto con Soraya sólo incluye la defensa a la Constitución y la actuación del PP ante la crisis catalana», explicaba El Español.
Con un PP desplomándose en las encuestas, el nuevo consejo que ahora presidía Manuel Polanco tuvo claro que ya no convenía a sus intereses que El País siguiera ejerciendo de rotweiller de la vicepresidenta y que era el momento oportuno para deshacerse de un activo tóxico como Cebrián: «Hay consenso entre los socios de que Cebrián no puede seguir siendo un directivo con poder de decisión ni en PRISA ni en El País. Los accionistas están trabajando en torno al nuevo equipo directivo liderado por Manuel Polanco y Manuel Mirat para comenzar a generar valor para la compañía e intentar lograr la paz definitiva que permita reflotarla. Una ecuación en la que no entra Juan Luis Cebrián».
25 de abril de 2018. Junta de Accionistas de PRISA presidida por primera vez por un Manuel Polanco que se emociona al recordar a su padre. En primera fila del auditorio CentroCentro de Cibeles, un inquieto Juan Luis Cebrián juega nervioso con su móvil. Está sentado justo enfrente de su máximo rival, Joseph Oughourlian, líder de la facción rebelde y el único que se atrevió a plantarle cara en la boda roja que acabó con su salida. Ni se dirigen la mirada. Polanco hace un discurso anodino en el que se explaya en cifras –la ampliación de capital por 563 millones de euros ha servido para refinanciar la deuda (450 millones de euros) e invertir en el desarrollo de las unidades de negocio, fundamentalmente del área educativa (113 millones de euros)– y en valores que, según él, siempre ha defendido su grupo: «PRISA debe contribuir como un “contrapoder” a que los ciudadanos estén mejor formados e informados para ser libres». El mundo feliz de un grupo de comunicación que no supo adaptarse a las exigencias del entorno digital y que, medio siglo después de que Jesús Polanco se fuera a hacer las Américas con sus maletas cargadas de libros, sigue viviendo de las rentas de los libros de texto de Santillana, que generan más de la mitad de los ingresos.
Manuel Polanco no da pistas sobre el futuro de Cebrián (apenas le ha dedicado un frío reconocimiento en su discurso) y se limita a repetir sus mantras: «No podemos dar pasos en falso ni equivocarnos en nuestras decisiones por presiones financieras». Pero su tono conciliador marca distancias con el de su antecesor, huyendo de la ampulosa retórica tropical y los gestos prepotentes que caracterizaban a Cebrián. Tras la soporífera lectura del orden del día, Polanco levanta la sesión. A diferencia de los últimos años, esta es la primera vez en mucho tiempo que ningún accionista rebotado pregunta a los trajeados directivos de PRISA adónde diablos ha ido a parar su dinero. Exultante, Juan Luis salta como un resorte desde el patio de butacas para saludar a los nuevos jerarcas de PRISA. Quiere hacerse notar: efusivo con el catarí Khalid Thani Abdullah Al Thani y sonriente delante de los fotógrafos con Javier Monzón. El resto de los consejeros le ignora y se marcha sin hacer ruido. Cebrián parece desconocer la jugada que le tienen preparada los consejeros de para quitarle de en medio. A sus espaldas y navaja en la faltriquera, los consejeros del nuevo PRISA han decidido rebanarle el pescuezo. El Consejo de Administración le destituye horas después, ese mismo 25 de abril de 2018, de sus cargos ejecutivos en El País despojándolo del último reducto de poder que le quedaba. Y Amber consuma su venganza contra Cebrián enterrando su soñada fundación. Le reservan por decoro el cargo de presidente de honor. El hombre que impuso su ley durante más de cuarenta años en PRISA ahora no es más que un jarrón chino en el organigrama de la empresa que le hizo rico, temido e influyente. Sic transit gloria mundi.
El contenido de esta entrada está extraído del libro “PRISA. Liquidación de existencias” de Luis Balcarce
PRISA. Liquidación de existencias
En el principio existía Jesús Polanco…, pero pronto apareció Juan Luis Cebrián, y entre ambos celebraron el pacto de sangre que está en el origen de El País. Desde entonces son muchos los hitos que jalonan el devenir de Prisa y de su principal periódico: el asalto al de Polanco en el accionariado de Prisa, a comienzos de los años 80 (y su historia oculta); la realidad de la «Operación Trevijano»; el caso Sogecable; el rescate de la bancarrota por el establishment político y empresarial español a fondo perdido, con el patrocinio de una Gobierno del PP que necesitaba El País como punta de lanza contra el golpe separatista catalán, o la batalla final entre los fondos buitres y un Cebrián que les retó a desbancarle, con una advertencia que sonó a intimidación: «Prisa soy yo».
De todo ello se habla en este libro, una rigurosa investigación que ofrece un retrato descarnado del mayor grupo de comunicación español de la democracia, de sus días de gloria y de su decadencia.
PRISA. Liquidación de existencias – Luis Balcarce