Augusto Zamora | Réquiem polifónico por Occidente
La geografía puede hacer buenas, malas, nulas o terribles jugadas. Quiérase o no, altitudes y latitudes determinan de muchas formas las sociedades humanas y, también, determinan la configuración y el desarrollo de pueblos y países. No es lo mismo ser de costa que de montaña, de desierto que de trópico. ¿Y si aplicamos la fantasía para un supuesto desarrollo de potencias mundiales? Imaginemos, por ejemplo, el continente americano del revés, donde el norte sea el sur y el sur, el norte […]. Así invertido, la historia del continente hubiera podido ser muy diferente. De entrada, Colón no hubiera dado con las actuales Bahamas, sino con las costas sudamericanas. A partir de aquí, la configuración del Nuevo Mundo (nuevo mundo para los europeos, los indígenas tenían 40.000 años de existencia antes de haberlos descubierto y colonizado) se habría construido de otra manera. Hagamos un esfuerzo para imaginar:
Si el continente americano hubiera estado al revés, las vastas y fértiles llanuras entre Buenos Aires y Chile habrían sido colonizadas por oleadas sucesivas de migrantes españoles y se habrían creado, al menos, tres vastos Estados tras su independencia. Argentina se habría extendido desde el mar Caribe hasta los polos antárticos y Chile habría integrado lo que llamamos (hoy) Alaska, que habría recibido otro nombre. El norte continental se habría abandonado, por su escasa fertilidad y duro clima. Los colonos ingleses habrían tenido que conformarse con la angosta terminación de Norteamérica y, chocando con las heladas, poco fértiles e inhóspitas tierras de la pampa, no encontrarían muchos alicientes para colonizarla. La emigración europea se habría dirigido hacia el sur del continente, a poblar los inmensos territorios de México, Argentina y Chile, creando tres poderosos Estados. Los británicos, sin embargo, limitados por la dura geografía, se conformarían con impedir que los portugueses les arrebataran más territorios y, entre el áspero clima, la dureza de la tierra y el relativo poco espacio, se habrían construido países de mediano tamaño, escasa población y fuera de las grandes rutas comerciales. Y así, sucesivamente, una serie de cambios en cascada que habrían determinado que no surgiera ninguna potencia anglosajona en el continente americano y, por tanto, que tampoco la hubiera habido en el mundo…
Supongamos que no hubiera existido el canal de la Mancha y, en su lugar, se hubiera formado una lengua de tierra que uniera Inglaterra al subcontinente europeo. Unas cuantas cosas relevantes de la historia habrían podido cambiar drásticamente.
Pongamos a trabajar la imaginación y supongamos que, por esa franja de tierra:
Vencidas las tropas inglesas en la Guerra de los Cien Años, las tropas francesas habrían podido continuar su avance sobre territorio inglés y establecer algún tipo de dominio sobre Inglaterra.
1. Vencidas las tropas inglesas en la Guerra de los Cien Años, las tropas francesas habrían podido continuar su avance sobre territorio inglés y establecer algún tipo de dominio sobre Inglaterra.
2. En el siglo XVI, los poderosos y entonces invencibles ejércitos del emperador Carlos habrían atravesado el istmo y asaltado Londres, como habían asaltado Roma. Carlos I de España y V de Alemania lograría vencer a los ingleses e imponerles un tratado beneficioso para el Imperio Habsburgo, incluyendo la prohibición para comerciar con sus dominios americanos. Inglaterra se empobrece.
3. Luis XIV, el soberano más poderoso de Europa en el siglo XVII, somete a los ingleses y les impone onerosas condiciones para afianzar la hegemonía de Francia. El poder naval inglés se resiente de la derrota e Inglaterra entra en otro periodo de repliegue, incapaz de combatir a la vez a España y Francia.
4. En 1806, tras su victoria en Jena, Napoleón Bonaparte organiza un gran ejército para luchar contra Inglaterra. Las tropas francesas arrollan a las británicas y Napoleón toma Londres. Los franceses ocupan buena parte de la flota británica y obligan a los ingleses a firmar un tratado similar a los impuestos por el emperador a las potencias vencidas. Sin enemigos poderosos, Napoleón alcanza la cúspide de su poder y convierte Francia en la mayor potencia colonial.
5. En 1915, las tropas alemanas lanzan una gran ofensiva sobre el istmo y obligan a las fuerzas británicas a una atroz batalla de trincheras para impedir que las tropas germanas tomen Londres. Al finalizar la guerra, Inglaterra está en bancarrota.
6. Hitler toma Londres, tras una sorprendente y demoledora ofensiva contra Inglaterra. El rey británico se exilia en EEUU y, desde allí, hace un llamado a los británicos a la resistencia. Alemania ocupa la mitad de Inglaterra e impone un Gobierno títere, como había hecho en Francia.
Ese es el listado de lo que hubiera podido provocar una lengua de tierra, que los geógrafos habrían bautizado Istmo de Calais o Istmo Inglés, da igual. ¿Un ejercicio banal? según cómo se vea. Pero sirve para ilustrar la influencia que puede tener la geografía en la conformación de naciones e imperios y, a la inversa, su peso en la dominación de unos países sobre otros. (También sirve para recordar otro hecho, este sí histórico, como fue la Guerra de los Cien Años, que enfrentó por casi 117 años, 1337-1453, a Inglaterra con Francia. Esa guerra, que ganó Francia, determinó que Inglaterra abandonara cualquier intento de establecerse en Europa continental. Sólo tenía el mar para expandir su poder, caso similar al de Portugal que, teniendo España como muro impenetrable, encontró en el mar la forma de adquirir dominios que nunca podría obtener en el continente europeo).
El texto de esta entrada es un fragmento del libro “Réquiem polifónico por Occidente” de Augusto Zamora.
Réquiem polifónico por Occidente
El nuevo libro de Augusto Zamora no trata de ser una mera continuación de Política y geopolítica para rebeldes, irreverentes y escépticos. Es un texto autónomo, con vida propia, en el que, partiendo de algunas de las líneas ya adelantadas en su anterior obra (y confirmándolas con los hechos más recientes), y haciendo un riguroso análisis de los datos, define a la perfección la nueva época geopolítica en la que hemos entrado.
Un texto revelador, en el que se aborda de manera clara lo que son (y van a ser) los ejes fundamentales de la política internacional en los próximos tiempos: el declive estadounidense y su intención de «morir matando» (esa creciente amenaza bélica internacional), la insignificancia europea, el súbito protagonismo adquirido por Corea del Norte, la creación y consolidación de nuevos corredores comerciales… En suma, un diagnóstico preciso (y nada agradable) de la situación a la que se va a enfrentar el mundo (bueno, a la que ya se está enfrentando) en el futuro inmediato.
Réquiem polifónico por Occidente – Augusto Zamora – Foca Ediciones
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