El derecho al voto de las mujeres. Alice Paul y Clara Campoamor

alice-paulHija de una sufragista y un empresario, Alice Paul nació en Moorestown (Nueva Jersey, EE UU) en 1885. Después de graduarse en sociología en la actual Universidad de Columbia, en 1910 viajó a Reino Unido, donde conoció a su compatriota Lucy Stone y se unió al movimiento sufragista. Al volver a EE UU, fundó el Partido Nacional de la Mujer (NWP) con objeto de presionar al Congreso por la reforma constitucional. Su persistencia condujo a la aprobación en 1920 de la 19.ª Enmienda, que concedía el sufragio femenino a nivel estatal y federal.

Paul pasó los siguientes años luchando por la igualdad de derechos en el divorcio, la propiedad y el empleo. Aunque durante la década de 1970 fue aprobada en 35 estados, su Enmienda de Igualdad de Derechos nunca se ratificó. Murió en 1977, a los 92 años.

Clara Campoamor

clara-campoamorClara Campoamor nació en el barrio de Masalaña de Madrid (España) en 1888. Al morir su padre cuando ella solo tenía 13 años de edad, tuvo que dejar los estudios para ayudar a su madre modista y contribuir al sustento de la familia. Pocos años después también trabajó como auxiliar de telégrafos, y más tarde como mecanógrafa y secretaria para entidades diversas, entre ellas el periódico La Tribuna, donde empezó a interesarse por los derechos de las mujeres.

Motivada por un fervor político creciente, estudió derecho en la Universidad Complutense, se licenció a los 36 años y llegó a ser la primera mujer miembro del Tribunal Supremo de España. En 1931, Campoamor formó parte del equipo encargado de elaborar la Constitución de la nueva República, en la cual gracias a ella se incluyó el sufragio universal, posteriormente cancelado por la dictadura del general Franco.

Campoamor se exilió después de estallar la Guerra Civil española, y Franco nunca le permitió regresar al país. Murió en Lausana (Suiza) en 1972.

El movimiento Global por el sufragio

  • Figuras clave: Kate Sheppard, Jessie Street, Alice Paul, Clara Campoamor
  • Antes :
  • 1793 En Francia, Olympe de Gouges, autora de la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana, es llevada a la guillotina.
  • 1862–1863 Suecia concede el voto en elecciones locales a las mujeres contribuyentes.
  • 1881 Escocia permite votar en elecciones locales a las mujeres propietarias.
  • Después:
  • 2015 Las mujeres de Arabia Saudí votan por primera vez en las elecciones municipales.

voto-femeninoDesde finales del siglo XIX y durante las primeras décadas del XX, mujeres de todo el mundo presionaron a sus gobiernos para entrar en el censo electoral. Los métodos empleados para conseguirlo y los argumentos esgrimidos fueron diversos. En muchos casos, las organizaciones sufragistas femeninas estaban afiliadas a grupos de presión con otros objetivos, como la igualdad racial o la autodeterminación.

En Nueva Zelanda, que en 1893 se convirtió en la primera nación autogobernada del mundo en conceder a las mujeres, incluidas las maoríes, el voto en elecciones al Parlamento, la activista Kate Sheppard y sus compañeras eran miembros fundadoras de la Unión Cristiana de Mujeres por la Templanza (WCTU). Esta organización defendía que las mujeres necesitaban poder político para controlar las leyes relativas al alcohol y restringir la tiranía de los hombres ebrios en el hogar. Las neozelandesas presentaron al gobierno peticiones de sufragio en 1891, 1892 y 1893, la última de las cuales logró reunir 32.000 firmas.

Apoyo mutuo

Este es un experimento tan grande y osado que debe ensayarlo algún otro país primero. Vizconde BrycSheppard se había inspirado en la WCTU estadounidense y las feministas británicas de la época, y su victoria en Nueva Zelanda, a su vez, inspiró a las sufragistas de EE UU y Reino Unido. Sus visitas a ambos países, junto con los informes en la prensa sobre sus logros, dieron nuevo aliento a los movimientos sufragistas, sobre todo en Gran Bretaña. Tales contactos internacionales fueron claves para el movimiento global por el sufragio. Cuando en 1906 se logró el voto para las mujeres en Finlandia, en el contexto de un levantamiento socialista contra el Imperio ruso, fue como resultado de manifestaciones masivas y de la amenaza de una huelga general, inspirada en parte por los revolucionarios rusos. Tal como se leía en un periódico de la época: «Nosotras debemos gritarle al mundo que exigimos el derecho a votar y presentarnos a las elecciones, y que no nos conformaremos con menos. Ahora no es momento para transigir».

En Estonia, Letonia y Lituania, el sufragio femenino, concedido en 1918, estuvo también vinculado a la lucha nacionalista contra el Imperio ruso, como en Irlanda lo estuvo a la independencia del Imperio británico.

La disposición de las sufragistas británicas a morir por su causa despertó admiración en todo el mundo. Jessie Street, que sería una de las líderes del movimiento sufragista en Australia, se interesó por la cuestión cuando visitaba a unos parientes suyos en Reino Unido. Alice Paul, activista cuáquera estadounidense, frustrada por la lentitud del Congreso en dar prioridad al sufragio e inspirada por las tácticas militantes de las suffragettes británicas, fundó en 1913 el Partido Nacional de la Mujer (NWP). Un día antes de la investidura de Woodrow Wilson como presidente, en marzo de 1913, Paul organizó una marcha de unas 8000 mujeres que marcó el comienzo de una campaña contra la administración de Wilson por bloquear los cambios constitucionales que darían a las mujeres el derecho al voto. Ella misma y otras mujeres pasaron 18 meses protestando ante la Casa Blanca.

La estrategia de Paul acabó venciendo la resistencia de Wilson, que en 1917 empezó a ceder a sus demandas; ese mismo año el estado de Nueva York dio el voto a las mujeres. Al fin, el 4 de junio de 1919, la 19.ª Enmienda concedió a las mujeres estadounidenses el derecho a votar a nivel estatal y federal, un hito en el camino hacia la igualdad.

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Sufragistas indias entre las 60.000 mujeres de todo el Imperio británico que participaron en la marcha por el sufragio femenino organizada en Londres antes de la coronación de Jorge V en 1911

Cuestiones locales

Hasta la Primera Guerra Mundial, las mujeres solo tenían pleno derecho a votar en Nueva Zelanda, Australia (excluidas las mujeres indígenas), Finlandia, Noruega y once estados de EE UU. Pese a las presiones de las sufragistas, Gran Bretaña fue lenta en conceder el voto, salvo para las elecciones locales. De acuerdo con la tradición de las esferas propias de cada género, se consideraba aceptable que las mujeres británicas votaran sobre cuestiones locales como la educación, pero no sobre cuestiones nacionales. Los gobiernos de Suecia, Bélgica, Dinamarca y Rumanía aplicaban la misma distinción.

La Primera Guerra Mundial

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Este grupo escultórico, en Ottawa (Canadá), recuerda a las «Famous Five», que consiguieron se derogara la norma que impedía a las mujeres presentarse al Senado. La estatua de una de ellas, Nelly McClung, sostiene la noticia de su victoria.

En muchos países, la Primera Guerra Mundial supuso un punto de inflexión para el movimiento sufragista. Las suffragettes, con Emmeline Pankhurst al frente, apoyaron activamente el esfuerzo de guerra británico, y cientos de miles de británicas trabajaron en las fábricas de municiones, minando con ello el argumento tradicional de que las mujeres no podían votar porque no participaban en la guerra, expresión última de la autoridad del gobierno. La lealtad de las británicas fue recompensada con una concesión parcial en 1918, cuando se incluyó en el censo a las mujeres propietarias mayores de 30 años. Pasaría una década antes de que pudieran votar todas las mujeres adultas de Gran Bretaña.

Otros países dieron prioridad a las trabajadoras contribuyentes, o al segmento de mujeres con más formación, limitaciones que solían apoyar las sufragistas de clase media. En Canadá, las mujeres obtuvieron el voto en 1918 (salvo las de la provincia de Quebec), pero su lucha no había acabado. Aunque en 1919 se les permitió presentarse como candidatas a la Casa de los Comunes, seguían excluidas del Senado, debido a la redacción de una ley que permitía nombrar solo a «personas cualificadas». El gobierno canadiense insistía en interpretar que eso significaba hombres, y no mujeres. En 1929, cinco destacadas activistas, conocidas como «The Famous Five», lograron acabar con esta limitación.

Votantes tardías

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Algunos países mostraron una lentitud sorprendente en la concesión del voto femenino. En Francia, hogar de la revolución de 1789, las mujeres no pudieron votar hasta 1944, y en Bélgica, hasta 1948. En algunos casos el retraso se debió a que los partidos gobernantes temían las alianzas políticas que podían surgir al incluir a las mujeres en el censo. Los comunistas, por ejemplo, partidarios de limitar los poderes de la Iglesia, creían que las mujeres eran en general más partidarias de los valores conservadores católicos, opuestos al comunismo. En muchos países católicos, a su vez, la Iglesia se oponía al sufragio femenino temiendo que socavaría el matrimonio y la familia.

Tras la Segunda Guerra Mundial, pocos países que quisieran pasar por democracias modernas podían negar el sufragio femenino, pero la falta de democracia o independencia retrasó el cambio en las antiguas colonias. Otro obstáculo al progreso fueron las dictaduras fascistas. Las mujeres portuguesas, por ejemplo, no pudieron votar hasta 1975, al año siguiente de la caída de la dictadura del Estado Novo, y en España no hubo sufragio pleno hasta 1976, tras la muerte del general Franco. Este había revertido el progreso logrado en materia de sufragio femenino por la abogada y activista Clara Campoamor en 1931, había ilegalizado la anticoncepción, el divorcio y el aborto, y restringido el acceso de las mujeres a la propiedad. Su muerte trajo la liberación social, económica y política a las mujeres españolas.

El texto y las imágenes de esta entrada son un fragmento de: “El libro del feminismo”

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