Todavía no se sabe con certeza cuando los homininos colonizaron por primera vez el continente europeo. Se han citado varios yacimientos en Francia e Italia, con dataciones que llegan hasta 1,5 millones de años. Sin embargo, en estos lugares tan solo se han encontrado algunas herramientas del Modo 1 y las dataciones no son definitivas. En cambio, los yacimientos de Fuentenueva 3 y Barranco León, en la depresión de Guadix-Baza (Granada), no solo han proporcionado una gran cantidad de utensilios del Modo 1, sino que existen magníficos estudios de biocronología y paleomagnetismo, que apuntan a una fecha de hace entre 1,2 y 1,4 millones de años.
El fósil humano más antiguo encontrado en todo el territorio del oeste de Europa fue hallado en 2007 en el yacimiento de la cueva de la Sima del Elefante, en la sierra de Atapuerca (Burgos).
Se trata de un fragmento de la parte anterior de una mandíbula, que tiene caracteres muy primitivos, junto a algunos rasgos, que no se encuentran en las mandíbulas africanas de la misma época. La antigüedad de esta mandíbula se ha realizado mediante estudios de biocronología, paleomagnetismo y la aplicación del método de los núclidos cosmogénicos. La cifra obtenida con este método es de aproximadamente 1,2 millones de años. Las herramientas de sílex halladas junto a la mandíbula también tienen una manufactura muy arcaica y se incluyen en el Modo 1.
Es muy posible que los homininos recorrieran la península de Anatolia, quizá bordeando el sur del mar Negro o las costas del mar Mediterráneo, poco después de la primera gran expansión demográfica fuera de África. Aprovechando alguno de los descensos del nivel del mar, no resultaría difícil atravesar a pie los estrechos del Bósforo y Dardanelos que limitan el mar de Mármara. Por ese motivo, es muy posible que más tarde o más temprano se encuentren restos humanos más antiguos de 1,2 millones de años en regiones del este de Europa. También es cierto que aquellos homininos tan primitivos estaban adaptados a un clima subtropical y que tan solo fueran capaces de vivir en el sur de Europa. Quizá se trató de incursiones esporádicas e intermitentes y es por ello que los vestigios de su presencia son muy escasos. O tal vez no se han realizado suficientes excavaciones en países como Bulgaria, Macedonia, Grecia o Rumanía. El tiempo nos dará una respuesta.
Tampoco podemos olvidar que hace entre 1,3 y 1,1 millones de años, las condiciones climáticas en el hemisferio norte comenzaron a empeorar durante las fases glaciales. En esa época ocurrieron hasta cuatro épocas muy frías de larga duración, con interludios de mejoría en el clima. La tecnología de los homininos no permitía llegar hasta latitudes demasiado elevadas y, de hacerlo, las poblaciones podían llegar a extinguirse. El dominio del fuego aún no había llegado.
*Hasta hace poco tiempo se consideraba que la época geológica denominada Pleistoceno comenzó hace 1,8 millones de años. Clásicamente, este periodo se ha subdividido en tres fases: Pleistoceno Inferior (1,8-0,78 millones de años), Pleistoceno Medio (0,78-0,12 millones de años), y Pleistoceno Superior (0,12-0,01 millones de años). En la actualidad, se considera que el Pleistoceno comenzó hace 2,59 millones de años.
Hace en torno a 900.000 años, el hemisferio norte tuvo una de las épocas más cálidas del Pleistoceno. Esta fecha coincide con la presencia en la península ibérica de una población de homininos bien establecida, que sin duda también colonizó el resto del sur de Europa. Sin embargo, sus restos fósiles solo se han encontrado en el nivel 6 (TD6) del yacimiento de la cueva de la Gran Dolina, de la sierra de Atapuerca. Los primeros restos aparecieron en 1994, junto a una numerosa colección de herramientas de sílex, caliza y cuarcita del Modo 1. Aquel hallazgo fue muy importante, no solo por tratarse de los restos humanos más antiguos encontrados en Europa hasta ese momento, sino por haber falsificado una hipótesis defendida con ardor por los prehistoriadores europeos. Según la mayoría de los especialistas, Europa había sido colonizada hacía tan solo medio millón de años por la especie antecesora de los neandertales, que había traído consigo la tecnología del Modo 2. Como es natural, esta hipótesis tuvo que ser abandonada y fue sustituida por otras hipótesis alternativas.
En 1997, el autor de estas líneas y sus compañeros del Equipo Investigador de Atapuerca publicaron una nueva especie del género Homo, Homo antecessor, tras un riguroso estudio de los restos fósiles humanos hallados en el nivel TD6. El vocablo antecesor significa en latín «explorador». Con este nombre, queríamos reconocer el hecho de que estábamos ante los vestigios de los primeros exploradores del continente europeo. Cuando en 2007 se encontró la mandíbula ATE9-1 en el yacimiento de la Sima del Elefante sugerimos como primera idea incluir este fósil en la especie Homo antecessor. Sin embargo, esta mandíbula no permite obtener suficientes datos como para asegurar que pertenece también a la especie nombrada en 1997. Así pues, no podemos descartar por el momento que Europa fuera colonizada por una especie distinta. Quizá en un futuro no muy lejano algunos yacimientos europeos proporcionen fósiles de seres humanos anteriores a un millón de años. Solo entonces podremos saber si Europa fue colonizada por Homo antecessor o por otra especie, todavía desconocida para la ciencia.
El nivel TD6 del yacimiento de la Gran Dolina es uno de los mejores datados de Europa. Se ha utilizado la biocronología, el paleomagnetismo y los métodos numéricos de la termoluminiscencia y la resonancia de espín electrónico (ESR). La suma de todos los datos apunta a una fecha de más de 900.000 años de antigüedad, coincidiendo con una larga época de bonanza climática en el hemisferio norte. Los miembros de Homo antecessor tenían una estatura tan elevada como la nuestra, una gran fortaleza y un peso mayor. Como en todas las especies de nuestra genealogía, la pelvis y el tronco de Homo antecessor eran más anchos que los de las poblaciones modernas.
Aunque todavía no se ha encontrado un cráneo completo, los restos craneales de Homo antecessor sugieren que esta especie tenia un cerebro mayor de 1.000 centímetros cúbicos. Sus restos esqueléticos aparecen muy fragmentados y llenos de marcas de descarnado, golpes, etc., similares a las encontradas en los restos de varias especies de mamíferos hallados junto a los restos humanos. Es por ello que la acumulación de restos fósiles de esta especie se ha interpretado como un caso de canibalismo. Gracias al hallazgo de polen fosilizado de varias especies vegetales, y de varios miles de restos fósiles de micro y macrovertebrados, se sabe con certeza que las condiciones ambientales de la sierra de Atapuerca en aquella época eran muy favorables, un verdadero vergel donde no faltaban el agua y el alimento. Por este motivo y por el hecho de que los fósiles humanos no muestran signos evidentes de falta de alimentación se puede descartar un canibalismo por hambruna. Más bien al contrario, todo apunta a que los miembros de una tribu mataron y se comieron a los de otro grupo rival por el control de los magníficos recursos que se encontraban en los alrededores de la sierra de Atapuerca. Podemos así hablar de un verdadero canibalismo territorial, practicado de manera recurrente por las poblaciones de Homo antecessor. El canibalismo formaría parte del comportamiento cultural de esta especie.
El texto y las imágenes de esta entrada son de un fragmento del libro: ‘Un viaje por la prehistoria’ de José M.ª Bermúdez de Castro
Un viaje por la prehistoria
En este libro aprenderemos de la mano de José M.ª Bermúdez de Castro lo que la ciencia ha podido averiguar hasta el momento sobre los procesos evolutivos que han conducido al hombre desde las densas selvas de África hasta la colonización de los cinco continentes. El llamado «proceso de hominización» trata de explicar tanto los cambios evolutivos como sus causas. Aprenderemos que esos cambios son ciertamente llamativos, pero no tan drásticos como para afirmar que no tenemos nada que ver con las especies más antiguas de nuestra genealogía. Algunos investigadores siguen hablando y escribiendo sobre el «proceso de humanización», que trata por todos los medios de establecer una frontera nítida entre nosotros y los demás primates. Esa frontera no existe. Formamos parte de un continuo evolutivo, que no se ha detenido. Seguimos evolucionando y, como sucede con todas las especies, tendremos un final.
La presente edición está concebida como un libro-base de la colección Historia del mundo, destinada a que los estudiantes profundicen en el estudio de la evolución humana. José María Bermúdez de Castro, uno de los paleontólogos más importantes del momento y descubridor, entre otros, del yacimiento de Atapuerca, analiza con un lenguaje sencillo y claro los pasos que la especie Homo ha ido dando hasta llegar al estadio actual del Homo sapiens sapiens. En consonancia con el esfuerzo de difusión de esta materia, este autor está desarrollando en la actualidad una importante labor a través del Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana de Burgos.
José María Bermúdez de Castro
José María Bermúdez de Castro ha sido profesor titular de Paleontología de la Universidad Complutense de Madrid, profesor de Investigación del CSIC con destino en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid y en la actualidad dirige el Centro Nacional de Investigación sobre Evolución Humana de Burgos. Desde 1991 es co-director del proyecto de excavaciones e investigación en los yacimientos de la sierra de Atapuerca. Ha recibido, entre otros, el premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, el de Ciencias Sociales y Humanidades de la Comunidad de Castilla y León y el Premio Ciudad de Alcalá, Ciudad Patrimonio Mundial. Además, José María Bermúdez de Castro es doctor Honoris Causa por la Universidad de Burgos. Ha publicado 250 artículos científicos, que incluyen más de un centenar de trabajos en revistas internacionales indexadas de gran prestigio, como nature, Science y PNAS. Es coautor de varios libros de divulgación científica, entre los que destacan El chico de la Gran Dolina (Crítica), Perdidos en la Colina y La Evolución del Talento.