Jaime Ortega:
¿Cómo llegamos a relacionar los periodos vacacionales con la visita a la playa? ¿Cuándo apareció la noción de tiempo libre? ¿Cuándo los asalariados pasaron de ser deportistas a admiradores de un deporte de profesionales? ¿Qué sucedió entre el siglo XIX y la primera mitad del XX que posibilitó la emergencia de la “civilización de la diversión”?
Todas estas preguntas son respondidas por el estudio de Maase, originalmente aparecido en 1997 en idioma alemán. Quizá, sin ser su intención o al menos no declarada, Maase nos ofrece una brillante aproximación materialista a la diversión dentro del marco de la cultura de masas. No es una discusión teórica sobre los efectos entre “individuo” singular y “masa” indiferenciada. Es un ensayo sociológico que apunta a los principales temas que moldean la cultura de masas en su relación con la diversión: la aparición del deportista profesional, del baile y el concierto, de la radio como medio de difusión de la música grabada, del cine y el cine club, por mencionar sólo algunos.
Esto obliga al autor a, en primer lugar, hacer un recorrido de los cambios en la configuración del trabajo, particularmente a partir de la invención del tiempo libre como un sector productivo. Con ello vienen las vacaciones, la crisis de representaciones, la modificación de actividades cotidianas, la politización de ciertos espacios. Proceso contradictorio, conflictivo. Los burgueses se sintieron ofendidos y despreciaron la cultura que surgía, las formas de la diversión, vieron invadidos los teatros y las playas (otrora sinónimo de estatus social); los asalariados encontraron algo más que el trabajo y la iglesia para relacionarse: surgieron las tabernas, los bailes, conciertos, las asociaciones. La civilización del espectáculo llegó junto con la ilusión de la visita a la playa; el tiempo libre dirigido por el capital, es decir, del consumo despolitizado se instaló a finales del siglo xix y llegó para desplegarse con un gran poder.
Sin duda pocas ocasiones nos preguntamos de dónde salieron estas prácticas sociales cotidianas; el ensayo de Maase, centrado en Europa Occidental, nos da una respuesta. Nos alerta también de la “americanización” como un proceso tardío, y pone énfasis en las contradicciones, en los usos políticos y en los cambios tecnológicos. Los socialistas alemanes de finales del XIX ―por su parte― se mostraron reacios, preferían el mundo ilustrado que la diversión. Los franceses del Frente Popular politizaron esos espacios y lograron la nada despreciable conquista del “periodo vacacional”.
Cambios técnicos, modificación de representaciones (las mujeres ciclistas como deportistas exitosas), nuevas segmentaciones sociales, aspiraciones, aceleración de ritmo de vida hasta la aparición del consumo individual pero en masa (el radio, la televisión, el arte pop) son los temas de este valioso ensayo que Siglo XXI España nos entrega para iniciar 2017.
Jaime Ortega es profesor en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México y su artículo “Descarrilar el tren del progreso: modernidad periférica, tiempo histórico y descolonización” está incluido en el libro ‘La crítica en el margen’