Pascual Serrano
Este 27 de abril se cumplen 87 años de la muerte en Roma de Antonio Gramsci, figura imprescindible del pensamiento marxista occidental. Antonio Gramsci influyó de manera determinante en la práctica totalidad del pensamiento crítico del siglo XX e de inicios del XXI.
En el Congreso de Livorno, en 1921, Gramsci fundaría el Partido Comunista Italiano. Pronto llegaba la violencia fascista y los socialistas firmaban un pacto de pacificación.
Entre 1924 y 1926 Gramsci fue presidente del Partido Comunista, época de persecuciones y asesinatos a dirigentes de izquierda. Su propuesta sería sentar las bases de un partido de masas, que representara a campesinos y trabajadores para educarlos en la lucha.
Gramsci propone un marxismo al que llama «filosofía de la práctica». Se trata de una manera de pensar que historiza los problemas teóricos al concebirlos siempre como problemas de cultura y de la vida global de la humanidad.
El 9 de noviembre de 1926, el gobierno fascista promulgó una nueva ola de leyes de emergencia, tomando como pretexto un presunto atentado contra la vida de Mussolini varios días antes. La policía arrestó a Gramsci y lo encarceló.
En los tiempos actuales, donde los liderazgos políticos requieren buena presencia para dar buena imagen en televisión, la figura de Gramsci sería precisamente lo opuesto. Nacido en la isla de Cerdeña en el año 1891, su físico característico fue su joroba en la espalda y una pequeña protuberancia en el pecho, además del retraso en el crecimiento (nunca superó el metro y medio de estatura). Todo ello fue compensado con creces con su capacidad de estudio, su lucidez y su potencia de análisis intelectual. Y, por supuesto, su compromiso social.
Su obsesión fue descubrir de qué modo el pensamiento conduce a la acción, cómo las ideas se transforman en fuerzas prácticas. Gramsci entendió que no hay insurrección “desde arriba” que pueda sostenerse en el tiempo si antes no se ha promovido la educación de las masas, la discusión en los centros de trabajo y la articulación de los sindicatos con la práctica política.
Probablemente la obra que mejor recoge su pensamiento son sus Cuadernos de la cárcel, donde se recogen los tres tomos que escribió desde la prisión. Esta reciente edición, que aúna legibilidad y rigor filosófico, sigue con muy pocos cambios la interpretación madurada hasta hoy del texto manuscrito, cuyas líneas de ordenación cronológica quedaron establecidas en la edición crítica de 1975. Asimismo, se han revisado la ordenación e interpretación ecdótica de los Cuadernos, directamente sobre la reproducción facsímil ordenada y comentada en la Edizione anastatica de 2009, y teniendo en cuenta los cambios, comentarios y acotaciones que ha ido aportando, desde los años noventa, el equipo de la Fondazione Gramsci en su Edizione Nazionale degli Scritti di Antonio Gramsci.
También podemos contar con Antología, una obra donde el filósofo Manuel Sacristán realiza una selección de los más destacados e importantes textos que conforman el corpus gramsciano desde los primeros años formativos de Antonio Gramsci hasta su propia muerte en 1937. Para la construcción de esta obra, Sacristán, posiblemente el más destacado intelectual español de izquierdas de la segunda mitad del siglo XX, sigue dos reglas: primera, no separar completamente los textos «personales» de Gramsci de los textos públicos, sino considerar que la cronología es más fuerte razón de homogeneidad que el género literario; y segunda, acentuar la temática en la que se realiza la unidad de la «obra», que no es otra que la literatura política.
También tenemos varias interesantes obras sobre Gramsci. En Gramsci y el sujeto político, el especialista sobre Gramsci Massimo Modonesi explora el hilo rojo que atraviesa el pensamiento de Gramsci: la constitución de una voluntad política que se proyecta desde la condición subalterna hacia la autonomía —conformando un sujeto organizado y creador/portador de una concepción del mundo— y hacia la hegemonía, es decir al ejercicio de un poder de convencimiento y persuasión, capaz de generar consenso. Modonesi es miembro del Comité directivo de la International Gramsci Society (IGS) y de la Asociación Gramsci México.
Otra interesante obra es Antonio Gramsci, una educación conservadora para una política radical, del filósofo y sociólogo Harold Entwistle. Entre los temas que aborda están la sociología del currículo, la aparente discontinuidad entre la cultura de la escuela y la de la vida cotidiana, los problemas de la alfabetización y el lenguaje en la educación, el papel del Estado en la provisión de la educación, el cultivo de élites y el papel de los intelectuales. Una lectura imprescindible para afrontar el debate educativo de la actualidad.
También tenemos Vida y pensamiento de Antonio Gramsci, escrita Giuseppe Vacca, presidente de la Fondazione Istituto Gramsci (Roma) y de la comisión científica encargada de la edición de los escritos de Antonio Gramsci. A Vacca debemos algunas de las contribuciones más sobresalientes sobre Gramsci, combina magistralmente biografía y exégesis intelectual y política en esta obra, una admirable pesquisa sobre lo que Gramsci pudo pensar, pudo escribir y pudo escrutar.
El editor y piedra angular durante muchos años de la revista New Left Review Perry Anderson se adentró en la parte más polémica de Gramsci. En Las antinomias de Antonio Gramsci hace un explosivo análisis de los conceptos estratégicos centrales del pensador italiano. Este libro ha sido objeto de infinidad de ataques por haber desentrañado las vacilaciones y contradicciones presentes en el uso, altamente original, que hacía Gramsci de dicotomías clave como Oriente y Occidente, dominación y dirección, hegemonía y dictadura, estado y sociedad civil, y entre guerra de posiciones y guerra de maniobra.
Para terminar, y pensando en los más pequeños, también existe una obra de Gramsci. Se trata de El ratón y la montaña. Entre las muchas cartas que escribe desde la cárcel a su mujer, en una de ellas le comparte un cuento para que se lo lea a sus hijos: el de un ratón que se bebe la leche del desayuno de un niño. El ratón, queriendo deshacer su trasgresión, descubre una mayor y más terrible que la suya: la tierra y la montaña han sido devastados por los hombres.
Esta breve fábula muestra cómo lo más pequeño está conectado con lo más grande, y cómo son los pequeños quienes pueden impulsar grandes cambios en el mundo. Invita a reflexionar sobre nuestro lugar en la Tierra y en la Naturaleza en un momento más que necesario.
El fiscal que condenó a más de dos décadas de cárcel a Antonio Gramsci pronunció una sentencia que ha pasado a la historia: “Durante 20 años debemos impedir que este cerebro funcione”. Pues bien, hace 87 años que Gramsci murió y son estos libros los que van a permitir que, a través de su lectura, y a través de nosotros, siga funcionando el cerebro de Gramsci y así derribamos la intención del fiscal fascista que lo encarceló.
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