ARTURO NOAIN
Para un año en que no nos llueve en la Feria del Libro de Madrid, surge la polémica que pone en duda los paradigmas del sector. La crisis ya no vale como única excusa para justificar la reducción de beneficios; por segundo año consecutivo las ventas caen, incluso en las ferias del sector (en el caso de Madrid se calcula que rondará el 15%, mientras que en Sevilla descendieron un 20%). Lo cierto es que vivimos tiempos inciertos donde la digitalización obliga a dar una vuelta de tuerca.
No hace falta fijarse en el mercado anglosajón que siempre apuesta por las nuevas tecnologías para darse cuenta de que el libro electrónico también crece en castellano. Mientras en Madrid la apuesta digital es prácticamente inexistente con una página web que deja mucho que desear, en Sevilla por lo menos mejora el asunto y han desarrollado una estrategia de comunicación por Internet. No obstante, parece que tenemos que poner el ojo en el otro lado del charco: la Feria del Libro de Buenos Aires, por ejemplo, batió récords en asistencia de personas (superó el millón de visitantes) y creó el stand «espacio digital», además de dedicar conferencias y ciclos al futuro del libro.
Lo más similar que hemos tenido en Madrid ha sido el encuentro organizado por el Instituto Italiano entre Javier Celaya, socio-fundador del observatorio DosDoce que analiza las nuevas tecnologías en el sector cultural, y Riccardo Cavallero, director general de Libros de Mondadori para Italia, España y América Latina. En este acto se preocuparon por ofrecer unas pinceladas sobre el futuro del libro y las nuevas tendencias del sector.
Con una vocación divulgativa sobre la situación actual, Javier Celaya exponía que actualmente en España comienza una apuesta por el libro electrónico con unos precios competitivos, en torno a un 30% más barato que el soporte físico. No obstante, su mayor preocupación es cómo los grandes de la Red se están expandiendo rápidamente. En España el claro ejemplo es Amazon, un regalo de estas Navidades que ya es el dueño del mercado.
Riccardo Cavallero manifestó la misma preocupación aunque destacó que en el caso italiano el rey es Apple, simplemente porque comenzó antes su actividad. El problema de que estas dos grandes empresas dominen el comercio digital es que finalmente la democracia de Internet se convierte en la dictadura empresarial. Para solucionar este problema y hacer frente a grandes corporaciones ya surgen en la Feria los rumores sobre la creación de una nueva plataforma de comercialización digital de libreros y editores. Las experiencias pasadas han mostrado ser un auténtico fracaso, según se hacen eco diversos medios de comunicación. Enrique Dans considera que la oferta de Libranda, la “gran plataforma” creada hace dos años para plantar cara a Amazon y Apple, no ha tenido en cuenta al consumidor final planteando el negocio con el esquema tradicional del mundo offline.
En nuestro caso particular podemos sentirnos orgullosos de salir de la normalidad. Hemos hecho una pequeña campaña para la promoción de los ebooks en la caseta de la Feria del Libro de Madrid: algunos días mostrábamos una tableta como ejemplo y ofrecíamos información a todos los curiosos. Actualmente, el Grupo Akal lanza unas veinte novedades mensuales y, por nuestra experiencia, lo mejor es estar en todas las plataformas. Mientras vendemos los ebooks desde nuestra propia página web y cosechamos importantes ventas con libros como Una monarquía protegida por la censura, otros títulos encuentran mejor acomodo en plataformas como Amazon, donde Los indignados es uno de los más vendidos en política, o Casa del Libro, donde Los hijos de los días arrasa tanto en papel como digital.
El camino no es fácil, por ahora se trata de empezar a allanar el terreno para en un futuro construir un robusto edificio. Como el mismo Celaya mencionó en el encuentro, por ahora la venta de libros electrónicos sólo supone menos del 2% de la facturación total del sector; sin embargo, en Estados Unidos también sucedía lo mismo y, de un año para otro, superó el 10%. Todos los editores parecen conscientes de tener que ofrecer un producto a un precio justo, no vaya a suceder lo mismo que en el sector musical, aunque parece que el baile lo marcan las grandes empresas norteamericanas.