Pascual Serrano
Todos conocemos a los escritores Edgar Allan Poe o Franz Zafka, también el ballet “El Cascanueces”, con música de Chaikovski; o la película “El gabinete del doctor Caligari”. Lo que menos gente sabe es que todas estas obras y autores tienen en común haberse inspirado en Ernst Theodor Amadeus Hoffmann, conocido como E.T.A. Hoffmann.
Nació en Könisberg (hoy Kaliningrado, Rusia) el 24 de enero de 1776. Compositor de música y escritor, está considerado uno de los grandes escritores del romanticismo alemán, de gran influencia en generaciones posteriores de escritores.
Su labor como compositor, para la que adoptó el nombre de Amadeus en homenaje de Mozart, quedó eclipsada por su carrera literaria, dedicada principalmente al género fantástico y al horror. “No hay nada más extraño y fantástico que la vida real”, escribió Hoffmann.
Sin embargo, su trayectoria es mucho más ecléctica. Fue, además de escritor y compositor, musical, jurista, dibujante, caricaturista, pintor y hasta tenor de ópera. Todo ello lo simultaneaba: como abogado formaba parte del tribunal de Varsovia, mientras organizaba una orquesta, ejercía de tramoyista, componía y hacía caricaturas con las que se complicaba la vida con las autoridades.
Su vida fue una montaña rusa en la que pasó del hambre, la miseria, la enfermedad y la desesperación cuando intentaba dedicarse a la música; a las fiestas hasta el alba cuando logra fama y dinero como juez y escritor.
En 1814, pasó a ser consejero de justicia de los tribunales prusianos, crítico musical a acumular éxitos como escritor de novela gótica. “Hoffmann fue uno de los escritores más leídos en Rusia a partir de la década de 1830”, recordaba el comisario de la exposición de Fráncfort, Wolfgang Bunzel, con motivo de los 200 años de su muerte, en 2022.
Alemania recuerda que la huella de Hoffman se encuentra hoy en la literatura (desde Poe a Dickens, Kafka y Dostoievski), en la música (de Offenbach a Chaikovski) y en el cine (desde el expresionismo alemán hasta Bergman, Burton y Nolan). “Todo el género del cine de terror sigue basándose en las ideas e invenciones literarias de E.T.A. Hoffmann”, afirmaba Wolfgang Bunzel.
Pero vayamos a sus libros. Una de sus obras considerada cumbre es la estupenda novela “Los elixires del diablo«(1816), famosa por el uso del doppelgänger, es decir, un doble fantasmal, y está clasificada como una de las grandes glorias del romanticismo alemán y la literatura universal. En ella, su protagonista, Medardo se debate entre su inclinación temprana a la vida monástica y la piedad; y la aparición de una misteriosa reliquia, un elixir que el mismo demonio le entregó a san Antonio y que truncará la virtuosa senda de Medardo.
Nuestro protagonista se enfrentará entonces con la vida mundana, una vida que en su caso estará plagada de mentira, confusión y muerte.
En esa novela, Hoffmann utiliza los recursos del relato folletinesco gótico para adentrarse en la locura y en el desdoblamiento de la personalidad. Una narración que influirá en Poe, Gógol y Dostoievski.
La fusión del escritor y el compositor de música se encuentra en “Cuentos de música y músicos”, que reúne ocho de sus cuentos escritos entre 1808 y 1817, en los que el leitmotiv es la música. En cada uno de ellos late un apasionado romanticismo y un profundo amor por alguien que parece vivir, pensar y respirar sólo por este arte. Pocos autores hay tan inspiradores como este prusiano y no es de extrañar que sus historias sirvieran de base para un buen número de composiciones musicales.
Pero quizá la obra más completa y cuidada sea la recién editada “El narrador herido”. En su introducción, Jack Zipes, especialista en cuentos de hadas, arroja luz sobre cómo la vida de traumas personales de Hoffmann dio forma a su escritura e inspiró sus innovadoras historias. Zipes ha seleccionado cinco de los relatos más influyentes del escritor alemán: El caldero dorado, El hombre de la arena, Cascanueces y el rey de los ratones, El niño misterioso y Las minas de Falun. En los que Hoffmann explora temas e inventa personajes que se mueven entre la realidad, los sueños y la fantasía.
Sigmund Freud dedicó un ensayo a uno de estos cuentos, El hombre de la arena, y a sus motivaciones subconscientes y definió a su autor como “el maestro de lo siniestro”.
Estas historias logran multiplicar su fuerza gracias a las pinturas con los pasteles de tiza y gouache de Natalie Frank, una pintora que se inspira en la literatura y la historia del arte, y cita como influencias los cuentos de hadas de los hermanos Grimm, la pintura renacentista italiana, los expresionistas alemanes y austriacos.
En este libro, sus dibujos, pensados exclusivamente para esta edición y compuestos a página completa y en los márgenes, revelan esos mundos paralelos de Hoffmann, logrando convertir en visual las palabras y las escenas de Hoffmann.
No se extrañe si, cuando usted esté leyendo una novela de terror, viendo algún ballet o una película fantástica, en realidad esté asistiendo a una versión de las obras de E.T.A. Hoffmann. Incluso cuando beba alguna cerveza, porque en 2008 le hicieron una cerveza en Alemania, la Mahr’s Bräu-E.T.A. Hoffman, y se sigue comercializando.