Mantener el Bachillerato en el IES Lázaro Carreter de Alcalá de Henares vale menos que un bolso de marca.
Nadie es pobre excepto aquel que carece de conocimientos… Una persona que tiene conocimientos, tiene todo. Una persona que no lo tiene, ¿qué es? Una vez que una persona posee conocimientos, ¿de qué carece? Y si una persona no adquiere conocimientos, ¿qué posee?
Nedarim 41a. Talmud Babilonia
Eliminar el Bachillerato del Instituto Lázaro Carreter de Alcalá de Henares constituye una de las mayores injusticias sociales de cuantas se han cometido en nombre de la crisis. Justificar en el ahorro de un profesor el hecho de dejar sin esta etapa al barrio de mayor conflictividad social y menos recursos de la ciudad solo significa que la persona encargada de realizar los famosos ajustes no merece su sueldo, porque no sabe el significado del concepto “servicio público”.
El barrio de Espartales Sur ha sido, desde su origen, un contenedor para limpiar poblados de la periferia metropolitana y dejarlos a merced de la especulación inmobiliaria. Son miles de viviendas levantadas a toda prisa sin pudor y, por toda previsión dotacional, se previeron una escuela infantil, un colegio y un instituto. Un instituto que ha sido mucho más que un instituto, porque significa otro modelo, el refugio de muchos adolescentes que han conocido allí que otra vida es posible y que es la educación la forma de conseguirla.
Cada uno de esos veinte alumnos del Bachillerato que ahora la Consejería de Educación quiere suprimir es no solo un adolescente esforzado, sino un héroe, una referencia para decenas de niños de su entorno. A no ser que alguien entienda que los pobres no deben conocer lo que luego pueden llegar a desear, no tiene sentido que se les aparte de su entorno, porque es en ese entorno precisamente donde tiene valor, donde la educación pública cobra su función plena. Lo que en un principiola Consejería entendió, calificando al centro de “Difícil desempeño”, se desmorona por el gesto de un mero contable.
Cuando se habla del trabajo de los docentes y se mira con desconfianza su horario o su estabilidad laboral, son muy pocos los que vuelven la vista a claustros como el del IES Lázaro Carreter. La desolación, la frustración, la desesperanza, el poner nombre y apellidos a los chavales a los que se va a negar esa oportunidad, ha dejado paralizados a decenas de profesionales que llevan años salvando la vida (entiéndaseme bien) a todo un barrio.
Es injusto. Es terriblemente injusto y cruel. Y además, injustificado. Porque los ajustes deben ser proporcionados al beneficio o perjuicio que causan a la comunidad. Que Herodes ordenara matar a todos los niños menores de tres años también tenía una justificación, pero, ¿hay alguien que la acepte como suficiente? En este caso, la decisión de devaluar la educación impartida en ese centro no resulta anecdótica: primero se segrega a los niños mediante fórmulas diversas (bilingüismo, excelencia, apoyo a los concertados y privados, etc.) y, después, cuando ya están agrupados, se destruyen los centros. La perspectiva que nos da la historia permite ver líneas de actuación parecidas: los nazis, por ejemplo, desalojaron primero a los niños judíos de las escuelas generales, confinándolos a ghettos donde la haskalá quedara neutralizada y, finalmente, destruyeron las escuelas judías… Que la comparación es exagerada es cierto, porque por fortuna estamos a una buena distancia de aquellos años, pero también es cierto que muestra una inercia preocupante y una frialdad en los responsables políticos que es preciso reconducir.
Por ello es necesario pedir sensatez. No todos los centros son iguales. No todos los bachilleratos con veinte alumnos tienen el mismo valor. El dinero que se ahorra la Administración con su supresión es, créanme, equivalente a una recepción institucional. No es nada. Para hacerse una idea, el bolso de Louis Vuitton que se reproduce en la foto cuesta lo mismo que mantener la esperanza de todo un barrio de miles de personas. Es como para estar avergonzados, ¿verdad?
Si estás de acuerdo, firma la petición para que el Bachillerato se mantenga
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Óscar L. Ayala Flores es profesor de Lengua castellana y Literatura y autor de los libros de Lengua castellana y Literatura 1.º y 2º de ESO de Akal.