En 1966 Giorgo Scerbanenco publicó Venus privada, la novela en la que dio vida por primera vez al exmédico detective Duca Lamberti. Sucedía esto a tan sólo tres años del fallecimiento del escritor, lo que supuso que al personaje no le diera tiempo más que a protagonizar tres relatos más: Traidores a todos (1966), Muerte en la escuela (1968) y Los milaneses matan en sábado (1969). Este hecho, sin embargo, no impediría que Duca Lamberti se convirtiese en un referente de la literatura de este género. ¿Cuál es la clave del éxito de un personaje tan corta trayectoria?, sobre todo si tenemos en cuenta la prolífica producción literaria del escritor ítalo-ucraniano y que Lamberti no fue el primer detective creado por su imaginación. Ese privilegio pertenece a Arthur Jelling, un archivista de la policía de Boston al que encontramos protagonizando seis novelas (seis porque la familia Scerbanenco descubrió un manuscrito inédito que ha sido publicado por Sellerio en 2011). Aun así, su fama no trascendió como la de Lamberti. Hemos de decir en defensa de Jelling que el hecho de que las novelas protagonizadas por Duca fueran adaptadas a la gran pantalla ayudó a su difusión y reconocimiento internacional.
A pesar de todo, el personaje de Duca no debe su atractivo al cine; no sería ni justo ni cierto afirmar tal cosa. Lamberti fue creado por Scerbanenco cuando su narrativa ya había alcanzado madurez y popularidad y eso se refleja claramente en la creación del personaje. El atractivo de Duca Lamberti radica en su humildad a la vez que en su grandeza, a lo que se suma que Scerbanenco no nos ofrezca muchos datos directos sobre él, lo que le concede un toque enigmático que le da otro punto de interés. Efectivamente, el conocimiento del personaje llega al lector principalmente a través de sus comentarios, de sus gestos y de sus acciones, y, pese a esta parquedad, logra atrapar al lector de inmediato de tal manera que, cuando éste llega al final de la obra, le puede haber gustado o no la novela, o el propio personaje, pero no puede dejar de reconocer que Duca Lamberti brilla por sí mismo. Su determinación a luchar contra la injusticia, a ayudar a todo el que lo necesita con la convicción de que es irrenunciable e inevitable que se involucre, mezclada con cierto pesimismo ante la posibilidad de redención de los criminales; su frialdad pero a su vez la confianza en que se puede llegar hasta el final; la sensación de que Duca es una buena persona; una gran persona…
Como advertimos al inicio, fue en Venus privada donde Lamberti apareció por primera vez, por lo que para los lectores que quieran iniciarse en Giorgo Scerbanenco, la lectura de este relato es la primera tarea imprescindible. Y, por supuesto, quienes se hayan dejado atrapar ya por su literatura y no hayan leído Venus privada no pueden dejar de hacerlo. En ella no sólo encontrarán el inicio de la vida, corta pero intensa, de un personaje que es para Scerbanenco lo que Wallander para Mankell. Es el principio que ofrece las claves de por qué el Duca médico termina siendo el Duca detective… y no lo olvidemos, descubrirán quién es Livia Ussaro, el excelente personaje femenino de la saga Lamberti. Pero hay algo más que hace recomendable la lectura de Venus privada. Los lectores encontrarán al final un pequeño regalo, una breve pero intensa autobiografía de Giorgo Scerbanenco. Tras su lectura reflexionen sobre cuánto de Scerbanenco hay en Duca y cuánto de Duca en el genial escritor.