Beatriz Miralles Corredor
Me planteaba si tiene sentido hablar de “El malestar de la cultura”, de Sigmund Freud, en tiempos del culto a la “sociedad del bienestar” y del goce o el consumo sin límites.
Estamos en un momento social y cultural en que los sujetos somos identificados mayoritariamente en nuestra función de consumidores voraces e insaciables. Hemos trasformado el “Pienso luego existo”, por el “Consumo , luego existo”, incapaces de vislumbrar otro horizonte humano mas allá de este gran mercado global en el que se ha convertido nuestro planeta, en donde todos y todo es susceptible de comprarse y venderse.
Entonces, ¿para qué leer el Malestar de la Cultura en este siglo XXI?
Como todas las grandes creaciones del pensamiento humano, sorprende lo intemporal de este texto escrito en el primer tercio del SXX, elaborado por el creador del psicoanálisis, como una profunda reflexión sobre la condicion Humana y sus formas de expresión en el contexto social y cultural de cada época. Podríamos creer que la supuesta evolución cultural y técnica del S.XXI habría sido capaz de aminorar o trasformar el instinto agresivo convertido en destructividad humana o pulsión de muerte (como lo denominó Freud). La realidad que nos rodea desmiente tales expectativas.
Cuando Freud afirma en este texto ”los seres humanos han llegado ahora tan lejos en el dominio de las fuerzas naturales , que con su ayuda les resulta fácil exterminarse los unos a los otros (…) de ahí buena parte de su inquietud actual …”. O más adelante escribe “cabe esperar que el otro de los dos poderes celestiales, el Eterno Eros (refiriéndose a la Pulsion Erótica o Pulsion de Vida) haga un esfuerzo para afirmarse en la lucha con su adversario igualmente inmortal (Pulsion de Muerte), Freud va desplegando con sus palabras una de sus ideas fundamentales sobre la existencia humana como son la eterna lucha y la dinámica entre ambas Pulsiones (Eros y Thanatos).
Es un texto que puede ser perfectamente comprensible para el público general, con una lectura atenta y pausada. Como ocurre con la mayoría de grandes obras, se presta a múltiples lecturas e interpretaciones que nos pueden ayudar a pensar los Malestares Sociales de este siglo XXI. Lejos de dar respuestas dogmáticas, expresa de forma clara: “Hay muchos caminos que pueden conducir a la Felicidad… ninguno que guie a ella con seguridad” o también cuando dice: “No hay ningún consejo que valga para todos, cada cual debe buscar él mismo”.
Van desfilando por sus páginas conceptos como “Principio del placer y Principio de realidad”, o los conceptos de “Líbido” (energía, excitación o deseo de naturaleza sexual con el que se encarna al propio sujeto o a los otros), “Pulsiones” (a diferencia de los instintos los seres humanos tenemos pulsiones a través de las cuales los instintos quedan mediatizados por la Cultura, carecen de la rigidez de los instintos y tienen por ello una enorme variabilidad. El desarrollo de las pulsiones depende de la historia personal de cada sujeto), “Superyó” (como una instancia psíquica que encarna la Ley y el Ideal del Yo y que va enriqueciéndose con las aportaciones de la educación la religión o la moral de cada Cultura), o de “Inconsciente” (conjunto de contenidos mentales no presentes en el campo actual de la Conciencia). Todos ellos, conceptos que forman parte ya de nuestro vocabulario habitual y que fueron propuestos hace más de un siglo por el fundador del psicoanálisis.
A lo largo del texto se van desgranando en forma de ensayo, reflexiones de gran profundidad “la sabiduría vital también aconsejará tal vez no esperar toda satisfacción de una única aspiración”. También expresa pensamientos sobre la existencia humana como cuando dice “no podemos superar todos los sufrimientos, sino unos cuantos y otros los mitigamos”, párrafos que resultan universales y que pueden ser leídos y contextualizados en cualquier época.
En el texto aborda las causas del sufrimiento humano y de los Malestares que la Cultura o la Sociedad puede estar generando en los individuos. Cuando afirma “las tres fuentes de las que procede muestro sufrimiento: la supremacía de la naturaleza, la caducidad de nuestro propio cuerpo y la insuficiencia de las normas que regulan las relaciones humanas entre sí en la Familia, El Estado y la Sociedad” hace alusión a experiencias humanas universales que van tomando distintas formas según el contexto cultural y social en que se expresan y se ponen en juego.
Todo ello invita a su lectura, hacen de esta obra un texto imprescindible si queremos reflexionar sobre la Sociedad y la Cultura Occidental y conocer una de las grandes aportaciones al pensamiento de estos últimos siglos.