Emilio Salgari nació en Verona el 21 de agosto de 1862, hijo de Luigi Salgari y Luigia Gradara, y se le impusieron los nombres de Emilio Carlo Giuseppe Maria. Parece que su pequeña estatura favoreció que se le llamara «Salgarello».
Su afición al mar se observa ya en los primeros años de su vida, en los que le gustaba vestir de marinero. Después de haber cursado los estudios elementales en Verona, se inscribió en la Escuela Técnica Municipal (1875) y posteriormente en el Instituto Técnico y Náutico Paolo Sarpi de Venecia (1878), donde permaneció hasta 1881, año en que abandonó los estudios sin haber conseguido ser capitán de cabotaje. No obstante, él siempre se consideró en posesión de tal título. Incluso llegó a batirse en duelo (1885) con el periodista Giuseppe Biasoli porque este se burló de su falsa condición de capitán. A pesar de lo que dice alguna biografía magnificadora, sólo hizo un viaje por mar (1880) a bordo de la embarcación Italia Una y fue por el Adriático, de Venecia a Brindisi.
Emilio Salgari, escritor
1883 comenzaron sus colaboraciones en La Nuova Arena, de Verona. Unos años después, concretamente de 1887, año en que murió la madre de meningitis, hasta 1892, desarrolló una gran actividad, que no se vio disminuida por el suicidio del padre (1889). Como cronista de La Nuova Arena conoció a la actriz aficionada Ida Peruzzi, a la que llamaba Aida y con la que contrajo matrimonio en 1892. Se dice que «ella le amó hasta la locura; él, hasta la muerte». Es un año de felicidad: empezó a publicar en la editorial más importante de Milán, Treves, y nació su hija Fátima, nombre que también lleva la heroína de La favorita del Mahdi.
Siguiendo el consejo de su maestro Galiani, marchó a Turín, donde colaboró en publicaciones como Il Giovedì [El Jueves] y L’Innocenza [La Inocencia]. Su éxito siguió creciendo y a él contribuyeron sus méritos como escritor y sus ilustradores. A ello hay que añadir el nacimiento de su hijo Nadir (1894). Dicho éxito llegó a conocimiento de la Casa Real, por lo que la reina Margarita le hizo llegar una felicitación y él correspondería enviándole el primer ejemplar de todas sus novelas. Posteriormente fue nombrado caballero (3 de marzo de 1897).
Al año siguiente se trasladó a Génova. Aquí nació su segundo hijo varón, Romero, y trabó conocimiento con el que sería uno de sus pocos y grandes amigos y al mismo tiempo uno de sus principales ilustradores: Giuseppe Gamba. A pesar del éxito volvió a Turín, donde nació su último hijo, Omar (1900).
Su actividad literaria, que es enorme, no siempre apareció con su verdadero nombre, sino que también usó los pseudónimos Guido Landucci, capitán Guido Altieri, E. Bertolini y Romero S. Sin embargo, eso no se tradujo en bienestar económico, de ahí que se dijera que se convirtió en un «galeote de la pluma». Su compromiso con Donath le obligaba a entregar tres volúmenes al año y a dirigir el periódico de viaje Per Terra e per Mare, semanario de Génova del que estuvo al frente entre 1904 y 1906 y que tomó su nombre de la novela del francés G. Aimard, Par mer et par terre.
No obstante, la situación económica se agravó y esta no fue ajena a la enfermedad de su esposa, que empezó a dar síntomas de desequilibrio mental. Su afición al tabaco le llevó a fumar 100 cigarrillos al día, y a esta afición hay que añadir también la de una bebida: marsala (vino seco, aromático y de alta graduación, originario de la ciudad homónima, en Sicilia). Para mejorar su situación rompió con el editor Donath y se comprometió con Bemporad, editorial en la que publicó 19 novelas entre 1907 y 1911. Según dicho contrato, en lugar de 4.000 liras anuales recibiría 8.000, pero debía pagar 6.000 como sanción. Se dieron algunas contradicciones respecto a su obra: algunos títulos llegaron a alcanzar los 100.000 ejemplares, mientras que la crítica lo ignoraba o lo despachaba con pocas líneas. Todo esto, unido a la obsesión por quedarse ciego le condujo al primer intento de suicidio echándose sobre la punta de una espada. La salud de Ida se agravó y, como no tenía dinero para internarla en una casa de salud, tuvo que llevarla a un manicomio.
La situación se le hizo insostenible y terminó suicidándose; si bien antes decidió escribir varias cartas, 13 según su hijo Omar. El 25 de abril de 1911 apareció en el lugar indicado en la carta escrita a los hijos su cadáver, en el que se apreciaban cortes en la garganta, en el vientre y en las venas de la mano izquierda. Todavía hubo quien se aprovechó de su muerte. Un editor cobró a los pocos días 50.000 liras, cantidad en la que había asegurado al escritor.
El texto de esta entrada es un fragmento del prólogo del libro «El Corsario Negro» publicado por Ediciones Akal