El 4 de mayo de 2018 ETA anunció su disolución mediante mediadores internacionales. Una campaña de prensa, políticos y asociaciones de víctimas se opusieron a los términos en que se manifestó la misma. La noticia no rubricaba sino lo ocurrido en el otoño de 2011, cuando ETA anunció el cese de su actividad armada.
El tema de las violencias siempre ha sido determinante para algunos pensadores y escritores. Porque existen distintas violencias: la de los Estados y el poder de regímenes económicos y políticos sobre pueblos, para su propio beneficio, y la de estos pueblos sojuzgados que buscan su independencia para terminar con la opresión y, hasta esclavismo, de que son víctimas. Otra cosa es el terrorismo, que se individualiza en personas o grupos fanáticos al servicio de catecismos religiosos o ideológicos, y terminan convirtiéndose en grupos armados que, al margen de prácticas de diálogo y acciones globales revolucionarias, terminan cometiendo asesinatos sin sentido alguno.
ETA, de la lucha contra el franquismo fascista, pasó a convertirse en sus últimos años en grupos sin análisis ni democracia política que simplemente impulsaban la acción-represión-acción para mantener la excepcionalidad de su ritual político.
Participé, desde la muerte de Franco, con artículos, documentos, conferencias y, tras el asesinato de Pertur, actos públicos y libros colectivos para buscar el diálogo entre las partes contendientes que terminara con la lucha armada, lo que costó tres décadas en alcanzarse.
Este libro pretende reflejar la singladura de ETA, desde sus orígenes en los años 50, en plena dictadura franquista, hasta su deriva final y el presente de quienes sólo buscan vencedores y vencidos, y se apoya en conversaciones y textos originales de personajes fundamentales para los inicios y desarrollo de la Organización, consignando documentos públicos o privados, sus Asambleas, el desarrollo de sus continuas crisis internas, las expulsiones e incluso asesinatos de algunos de sus miembros, y la búsqueda, por otra parte, de la acción para conseguir el silencio de las armas.
Y también muestra las otras violencias, estatales o paraestatales, ya desde la oposición del franquismo: la proscripción de la lengua vasca, la supresión de numerosas libertades, los estados de excepción y los asesinatos de ciudadanos del pueblo de Euskadi en manifestaciones o represiones policiales. Se ofrece un análisis de las torturas ejercidas sobre cientos de sus militantes o simpatizantes, así como actuaciones de la otra violencia fascista –el GAL, el Batallón Vasco Español, etc.– sobre miembros o no de la Organización.
Un largo recorrido por ese más de medio siglo de vida que, como en guerras, contiendas de toda índole y el terrorismo, destruye lo único que tiene razón de existir y ha de respetarse por encima de cualquier consideración religiosa o política: la vida humana.
Una historia terrible no sólo para Euskadi, sino para los ciudadanos españoles, que culmina con un pequeño análisis de las otras violencias ejercidas sobre la sociedad por el sistema económico y político imperante.
Andrés Sorel