- Disciplina: Meteorología
- Antes
- 1643 Evangelista Torricelli inventa el barómetro, que mide la presión atmosférica.
- 1805 Francis Beaufort crea su escala de la fuerza del viento.
- 1847 Joseph Henry propone una línea telegráfica para avisar a la costa este de EEUU de las tormentas procedentes del oeste.
- Después
- 1893 Se publica el primer boletín meteorológico español, con datos de 48 observatorios.
- 1917 La escuela de meteorología de Bergen (Noruega) desarrolla la noción de frente.
- 2001 Los sistemas de análisis de superficie unificados predicen con precisión el tiempo local.
Hace un siglo y medio, la predicción del tiempo meteorológico era poco más que una tradición popular. La persona que cambió este estado de cosas fue el oficial de marina y científico británico Robert FitzRoy, hoy en día más conocido por haber sido el capitán del Beagle, el barco que llevó a Charles Darwin en el viaje durante el cual desarrolló su teoría de la evolución por selección natural.
FitzRoy solo tenía 26 años cuando el Beagle zarpó de Inglaterra en 1831. Sin embargo, ya había servido en el mar durante más de una década y había sido el primer candidato en aprobar el examen de teniente de navío con la nota máxima en el Naval Royal College de Portsmouth. También había comandado el Beagle en un viaje de investigación anterior en torno a América del Sur, durante el que tomó conciencia de la importancia del estudio del tiempo meteorológico para la navegación. Su barco estuvo a punto de naufragar frente a la costa de Patagonia a causa de un viento fortísimo, al no haber tenido en cuenta que el barómetro indicaba un descenso de la presión atmosférica.
Robert FitzRoy
Robert FitzRoy nació en 1805 en Suffolk (Inglaterra) en el seno de una familia aristocrática. Con doce años de edad ingresó en la Marina Real, donde sirvió muchos años. Capitaneó el Beagle en dos expediciones a América del Sur, una de ellas junto con Charles Darwin. Sin embargo, era un ferviente cristiano y se opuso a la teoría de la evolución de este. Después de abandonar el servicio activo, fue nombrado gobernador de Nueva Zelanda, donde su trato justo a los maoríes le granjeó la antipatía de los colonos. En 1848 volvió a Inglaterra para comandar el primer barco de hélice de la Marina Real y en 1854 fue nombrado director del recién creado Meteorological Office. Allí desarrolló los métodos que se convirtieron en la base de la predicción meteorológica científica.
- Obras principales
- 1839 Viajes del ‘Adventure’ y el ‘Beagle’.
- 1860 The Barometer Manual.
- 1863 The Weather Book.
Pioneros de la meteorología naval
No fue casualidad que muchos de los primeros avances en la previsión del tiempo fueran obra de oficiales de marina. Saber qué tiempo les aguardaba era crucial en la época de la navegación a vela. Perder un viento favorable podía conllevar grandes pérdidas económicas, pero ser sorprendidos por una tempestad en alta mar podía ser desastroso.
Dos marinos en particular habían hecho ya aportaciones clave. Uno de ellos fue el irlandés Francis Beaufort, quien había creado una escala que mostraba la velocidad, o «fuerza», del viento según sus efectos en el mar y luego también en tierra. Esto permitió registrar y comparar sistemáticamente por primera vez la intensidad de las tormentas. La escala va desde el 0 (calma) hasta el 12 (huracán). FitzRoy fue el primero en usarla, a bordo del Beagle. A partir de entonces se incluyó en todos los cuadernos de bitácora.
El estadounidense Matthew Maury fue otro pionero de la meteorología naval, cuyos mapas de vientos y corrientes del Atlántico Norte mejoraron de manera radical los tiempos y la seguridad de la navegación. Asimismo, Maury preconizó la creación de un servicio meteorológico internacional marítimo y terrestre, y en 1853 dirigió una conferencia en Bruselas que comenzó a coordinar observaciones de las condiciones marítimas de todo el mundo.
El Meteorological Office
En 1854, y a instancias de Beaufort, FitzRoy recibió el encargo de coordinar la aportación británica al Meteorological Office. Sin embargo, el celo y la visión de futuro que le caracterizaban le impulsaron a concebir un sistema de observaciones meteorológicas simultáneas en todo el mundo que no solo permitiría revelar pautas hasta entonces desconocidas, sino que también podría usarse para hacer predicciones meteorológicas.
Los observadores ya sabían que, por ejemplo, en los huracanes o ciclones tropicales los vientos soplan siguiendo una trayectoria circular, o «ciclónica», en torno a una zona central de baja presión o «depresión».
Pronto detectaron que la mayoría de las grandes tormentas que azotan las latitudes medias presentan esta forma de depresión ciclónica. Por lo tanto, la dirección del viento indica si la tormenta se acerca o se aleja.
En la década de 1850 ya se registraban mejor los fenómenos meteorológicos, y el nuevo telégrafo eléctrico facilitaba la comunicación a grandes distancias. Gracias a estos avances se descubrió que las tormentas ciclónicas, que se forman en tierra, se desplazan hacia el este, mientras que los huracanes (tormentas tropicales del Atlántico Norte) se forman sobre el mar y migran hacia el oeste. Así, cuando una tormenta alcanzaba una región del interior de América del Norte, se podía avisar por telegrama a las poblaciones situadas más al este. Los observadores sabían que cuando el barómetro reflejaba un descenso de la presión atmosférica se acercaba una tormenta y, gracias al telégrafo, el aviso llegaba con mucha más antelación.
Los mapas sinópticos
FitzRoy sabía que las observaciones sistemáticas de la presión atmosférica, la temperatura y la dirección y la velocidad de los vientos en momentos concretos y en lugares repartidos en una amplia zona del planeta eran esenciales para la predicción del tiempo. Estos datos se telegrafiaban de inmediato a su oficina de coordinación en Londres, y a partir de ellos trazaba una imagen, o «sinopsis», de las condiciones meteorológicas en amplias zonas.
La sinopsis no solo revelaba los fenómenos meteorológicos del momento a gran escala, sino que permitía seguirles la pista. FitzRoy se dio cuenta de que las situaciones meteorológicas se repetían. Por lo tanto, podía anticipar cómo evolucionarían fenómenos concretos a corto plazo a partir de cómo lo habían hecho en el pasado y predecir el tiempo en cualquiera de los puntos de la región analizada. Este importante hallazgo fue el punto de partida de la predicción del tiempo moderna.
Pese a que las cifras observadas eran suficientes para el pronóstico del tiempo, FitzRoy también las utilizó para crear el primer mapa meteorológico, un mapa «sinóptico» que mostraba la forma arremolinada de las tormentas ciclónicas con la misma claridad que las imágenes de satélite actuales. FitzRoy plasmó sus ideas en un libro titulado The Weather Book (1863), donde formuló los principios de la predicción meteorológica moderna.
Un paso esencial fue la división de las islas Británicas en zonas meteorológicas, la recopilación de datos meteorológicos del momento y el uso de datos pasados de cada zona para elaborar las predicciones. FitzRoy reclutó una red de observadores, especialmente en el mar y en puertos británicos e irlandeses, pero también obtenía datos de Francia y de España, donde empezaba a arraigar la idea de la observación constante del tiempo. En pocos años, su red llegó a ser tan eficaz que podía obtener imágenes diarias de las condiciones meteorológicas en toda Europa occidental. Los fenómenos meteorológicos aparecían con tal claridad que podía prever su evolución como mínimo durante el día siguiente: estas fueron las primeras predicciones del tiempo a escala nacional.
Los boletines meteorológicos
Cada mañana llegaban a la oficina de FitzRoy informes procedentes de estaciones meteorológicas repartidas por Europa occidental. En menos de una hora estaba listo el mapa sinóptico. Las predicciones se enviaban de inmediato al The Times para que las publicara y todos pudieran leerlas. Este diario publicó el primer boletín meteorológico el 1 de agosto de 1861.
FitzRoy instaló un sistema de conos de señalización en puntos muy visibles de los puertos para advertir de la aproximación y la dirección de las tormentas. Este sistema funcionó extraordinariamente bien y salvó numerosas vidas. No obstante, algunos armadores empezaron a quejarse porque los capitanes de sus barcos retrasaban la partida si había aviso de tormenta. Por otro lado, difundir las predicciones a tiempo presentaba ciertas dificultades: como se tardaba 24 horas en distribuir el periódico, FitzRoy tenía que hacer sus predicciones con dos días de antelación en lugar de uno para que no llegaran demasiado tarde a los lectores. Era consciente de que las predicciones a largo plazo eran mucho menos fiables y con frecuencia fue objeto de burlas, sobre todo porque The Times no se responsabilizaba de los errores.
El legado de FitzRoy
Ante el torrente de burlas y críticas procedentes de partes interesadas, las predicciones se suspendieron, y FitzRoy se suicidó en 1865. Cuando se descubrió que había gastado toda su fortuna en investigar para el Meteorological Office, el gobierno compensó a su familia. Pocos años después, la presión de los marineros consiguió que su sistema de aviso de tormentas volviera a usarse de forma generalizada. Hoy, la recopilación de predicciones detalladas y avisos de tormenta en zonas de navegación concretas es una parte esencial del día a día en el mar.
El valor del sistema de FitzRoy se reveló plenamente en el siglo XX, a medida que avanzaba la tecnología de las comunicaciones.
Predicciones meteorológicas modernas
Hoy el mundo cuenta con una red de más de 11.000 estaciones meteorológicas, además de numerosos satélites, aviones y barcos que aportan información de forma continuada a un banco de datos meteorológicos mundial. Los potentes superordenadores pueden procesar todos esos datos y generar predicciones muy precisas, al menos a corto plazo. Numerosas actividades, desde los viajes aéreos hasta los acontecimientos deportivos, dependen de ellas.
El texto y las imágenes de esta entrada son un fragmento de: “El libro de la ciencia”
El libro de la ciencia
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