Michel Foucault:
«El hombre no es el problema más antiguo ni el más constante que se haya planteado el saber humano»
- Rama: Epistemología
- Orientación: Arqueología del discurso
- Antes:
- Finales del siglo XVIII Immanuel Kant establece las bases del concepto de «hombre» para el siglo XIX.
- 1859 El origen de las especies, de Charles Darwin, supone una revolución en la concepción humana de nosotros mismos.
- 1883 Friedrich Nietzsche, en Así habló Zaratustra, anuncia que el hombre es algo que tiene que ser superado.
- Después:
- 1985 Donna Haraway, filósofa estadounidense, imagina un futuro posthumano en su obra Manifiesto para ciborgs.
- 1991 La conciencia explicada, de Daniel Dennett, cuestiona muchas de las nociones más aceptadas sobre la conciencia.
El concepto de que el hombre es una invención de fecha reciente aparece en Las palabras y las cosas. Una arqueología de las ciencias humanas, obra del filósofo francés Michel Foucault. Para entender lo que el autor quiere decir con esto, tenemos que comprender lo que para él significa «arqueología» y por qué cree que deberíamos aplicarla a la historia del pensamiento.
A Foucault le interesa la manera en la que nuestro discurso, nuestra forma de hablar y de razonar sobre las cosas, se ve configurado por una serie de reglas, en gran medida inconscientes, que surgen de las condiciones históricas en las que nos encontramos; unas reglas y condiciones que, de hecho, configuran el fondo de «sentido común» que enmarca nuestra manera de pensar y hablar sobre el mundo. Dado que las reglas y condiciones cambian con el tiempo, también se modifica nuestro discurso, por lo que se necesita una «arqueología» para desenterrar tanto los límites como las condiciones de la manera en que la gente pensaba y hablaba del mundo en épocas anteriores. No se pueden tomar los conceptos que utilizamos en el contexto actual (por ejemplo, el de «naturaleza humana») y dar por sentado que valen eternamente, y que todo lo que se precisa es una «historia de las ideas» para trazar su genealogía. Para Foucault, creer que nuestras ideas actuales se pueden aplicar de forma fructífera a un período histórico anterior, es una noción equivocada: las maneras en las que usamos los términos «hombre», «género humano» o «naturaleza humana» son ejemplos de esto.
Dicha idea tiene sus raíces en el pensamiento de Immanuel Kant, que dio un giro a la filosofía cuando cambio la antigua pregunta «¿por qué es el mundo como es?» por «¿por qué vemos el mundo como lo vemos?». A pesar de que creemos que nuestra idea de lo que es ser humano es absoluta e inmutable, en realidad es una invención reciente. Foucault la sitúa a inicios del siglo XIX, época del nacimiento de las ciencias naturales, y la considera paradójica, pues nos vemos, por un lado, como objetos en el mundo (y, por lo tanto, objetos de estudio) y, por otro, como sujetos que experimentan y estudian el mundo… criaturas extrañas que miran en dos direcciones al mismo tiempo.
La imagen humana de uno mismo
Foucault no sólo considera que esta idea del «hombre» es una invención reciente, sino también que se trata de una invención que está acercándose a su fin y que no tardará en verse borrada «como un rostro de arena al borde del mar».
¿Está en lo cierto? En una época de grandes avances en informática y en las interfaces hombre-máquina, y en la que filósofos especialistas en las ciencias cognitivas, como Daniel Dennett o Dan Wagner, están cuestionando la naturaleza de la subjetividad, es difícil no pensar que, aunque el rostro de arena no esté a punto de borrarse, la marea está subiendo alarmantemente a su alrededor
Michel Foucault
Michel Foucault nació en 1926, en el seno de una familia de médicos de Poitiers (Francia). Después de la Segunda Guerra Mundial, entró en la École Normale Supérieure, donde fue alumno del reconocido filósofo Maurice Merleau-Ponty. En 1954, Foucault pasó un tiempo en Uppsala (Suecia) y más tarde vivió en Polonia y Alemania, antes de volver a Francia en 1960.
Consiguió el doctorado en 1961 gracias a su estudio Historia de la locura en la época clásica, donde Foucault expone que la distinción entre locura y cordura no es más que un constructo social. Tras las huelgas estudiantiles ocurridas en el año 1968 en París, inició su activismo político, que, junto a su labor docente, continuó el resto de su vida.
El texto y las imágenes de esta entrada son un fragmento de: “El libro de la Filosofía”
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El libro de la Filosofía
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El libro de la Filosofía – Ediciones Akal