Entrevista a Iñaki Anasagasti de Lutgarda Sampil
“En el asunto de Urdangarín, encontrarán algún subterfugio jurídico para que el caso se sobresea o pague el pato algún testaferro”, afirma Iñaki Anasagasti. En esa entrevista, el senador por el PNV recuerda también el pacto de silencio que sigue protegiendo las actividades económicas irregulares del propio monarca, hace hincapié en las presiones que está recibiendo el juez instructor del caso Palma Arena y advierte de cómo se intenta, a toda costa, preservar limpia la imagen del rey y de la Infanta Cristina. En relación con la Constitución de 1978, que blinda a Juan Carlos de Borbón, señala: “Los ponentes constitucionales, empezando por Peces Barba, parecen mayordomos de Corte, en lugar de catedráticos y gentes del pensamiento”.
Lutgarda Sampil. Gracias a la boda de Iñaki Urdangarín con la infanta Cristina, algunos medios comenzaron a llamarle a usted por su nombre. ¿No le está agradecido?
Iñaki Anasagasti. Pues sí. No duermo de puro agradecimiento. Y es que la pequeña historia fue así. Yo nací en Venezuela, en el exilio de mis padres, que me registraron y bautizaron como Iñaki, pero el monárquico español por excelencia, Luis Maria Ansón, en sus tiempos de director del ABC, me llamaba Ignacio María, sin respetar para nada mi documentación y porque sí. Pero esto cambió cuando la Infanta Cristina se casó con Iñaki Urdangarín. Como al Duque de Palma no podía cambiarle el nombre, dio carta de naturaleza al mío.
L. S. El padre de Iñaki Urdangarín militó en el PNV, ¿le conoció usted?
I. A. Milita en el PNV. Fue presidente del Tribunal del PNV en Álava y presidente de la Caja de Ahorros Vital. Yo estuve en la boda de su hijo porque invitó también al presidente del PNV en Álava que era amigo suyo, Jose M. Gerenabarena, y para que éste no fuera solo, allí estuve. Solo le he saludado una vez, en el Alderdi Eguna, ya que él solía ir antes de caer en su actual enfermedad.
L. S. En su libro Una monarquía protegida por la censura, afirma que Iñaki Urdangarín no merecía el regalo de boda que le hizo el lehendakari, ¿por qué?
I. A. A toro pasado, aunque en ese momento se vio como un regalo adecuado que el Orfeón Donostiarra cantara en aquella magnífica catedral gótica de Barcelona.
L. S. ¿Qué piensa usted acerca de que la Casa Real solicitara que Iñaki Urdangarín gozara de privilegios a la hora de acudir a declarar al juzgado?
I. A. Muy propio de ellos. Es una Casa Real que no desentona con la de Tailandia. Lo malo es que mucha gente le hace caso. Yo, ninguno. Una vez me dijeron que yo no podía salir de una cena antes que el rey. Y les dije: «Le voy a demostrar que si». Y me fui. Que pidan lo que quieran, pero que el juez Castro le trate como el propio suegro del imputado ha recomendado públicamente: «Todos somos iguales ante la ley».
L. S. El juez José Castro, instructor del caso Palma Arena, en el que se imputa a Iñaki Urdangarín por malversación de caudales públicos, prevaricación, falsedad y fraude, ha sido investigado desde que inició esta instrucción. ¿Cree que hay una mano negra detrás de este tema?
I. A. Le harán la vida imposible. La democracia nunca llegó a la judicatura. Ojalá el juez siga con el caso.
L. S. Recordaba usted también en su libro Una monarquía protegida por la censura la denuncia que hizo el grupo Els Verds sobre las actividades de Iñaki Urdangarín, por “utilizar su relación con la Casa Real en beneficio de una entidad privada”, y cómo esta denuncia no aparecía en ningún medio audiovisual ni en las tertulias al uso. ¿Qué ha ocurrido en estos últimos tiempos para que se hayan abierto brechas en la censura informativa que bloquea todo lo relacionado con la Corona?
I. A. Se abrió algo con el librito que usted menciona, tras el escándalo de la imputación de los responsables de El Jueves y con la quema de efigies del rey en 2007. Pero luego se cerró a cal y canto. Y ahora la ha abierto Urdangarín por la dimensión de sus operaciones y la impunidad tan grosera esgrimida. Pero mire usted como tratan de preservar a Felipe y a su esposa. Es de traca. Urdangarín es el súper malo en los programas rosas, pero ni a la Infanta Cristina, ni a Elena, ni al propio Rey se les toca con el pétalo de una rosa. Pero los hechos son tan fuertes y tan incomprensibles que la gente presiona cada vez más para saber cosas y al final se irán sabiendo.
L. S. ¿Qué piensa de la revelaciones del diario alemán Der Spiegel acerca de las opiniones del rey Juan Carlos sobre el 23-F?
I. A. No me han extrañado nada. Tengo un capítulo en mi libro dedicado a ello. Se titula Ya está bien del 23-F. No fue lo malo la injerencia y la frivolidad del rey en uno de los golpes que se unieron aquel 23-F, sino la manipulación odiosa y el empeño en decir que el rey fue quien nos salvó del golpe, cuando él había sido uno de los inductores. Y eso, como en el caso del embajador alemán, se irá sabiendo. Lo sangrante es que ahora den premios a la foto del rey con un Suárez de espaldas y enfermo, como si fuera su apoyo, cuando fue él quien lo quitó de en medio. Y esa fue una de las claves del 23-F. Una vergüenza.
L. S. El periodista Jesús Cacho denunciaba en el libro El negocio de la libertad, publicado en 1999, numerosas actividades económicas irregulares del Rey. ¿Por qué en ese caso no han intervenido los poderes legislativo y judicial para aclararlo?
I. A. Por el pacto de silencio, por la debilidad del PSOE, por la errada política de Felipe González, por la voluntad de encubrimiento del Grupo Prisa durante treinta años, porque la Constitución lo blindó, porque los ponentes constitucionales, empezando por Peces Barba, parecen mayordomos de Corte, en lugar de catedráticos y gente del pensamiento y de la militancia democrática. Todo eso junto da lo que tenemos.
L. S. Si finalmente el juez condena al Duque de Palma, ¿cree que entrará en la cárcel?
I. A. No lo creo. Un país que vive de esas imágenes no lo va a permitir, aunque se demuestre su culpabilidad. Encontrarán algún subterfugio jurídico para que se sobresea o pague el pato algún testaferro. La prueba es que la infanta, socia a medias con su marido, ni tan siquiera ha sido imputada.
L. S. Usted es uno de los pocos representantes públicos que desde hace años ha tenido una actitud crítica con la Corona. En el Congreso y en el Senado han ignorado sistemáticamente sus interpelaciones acerca de este espinoso asunto. ¿Le ha ocasionado esta actitud algún problema?
I. A. Problema no, incomodidad sí. Parezco un bicho raro, cuando los raros deberían ser ellos. Pero el ambiente está cambiando y ojalá cambie sustancialmente mucho más. No es de recibo que una democracia europea siga con milongas de éstas, gentes impunes e inmunes, gastos supermillonarios sin control democrático y bobería con genuflexiones del siglo XV.
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Iñaki Anasagasti, senador y autor, entre otros títulos, del libro Una monarquía protegida por la censura que el próximo mes se reedita incluyendo los últimos acontecimientos que afectan a la Casa Real.