Pascual Serrano
El pasado 4 de abril, el diario El País anunciaba que Prisa destituía a Juan Luis Cebrián como presidente de honor de El País. El motivo era el anuncio de su próxima colaboración como periodista en The Objetive, lo que, según Prisa, constituye un incumplimiento material de los términos de su contrato de colaboración en exclusiva.
La vida de Juan Luis Cebrián está unida a todo lo que fuese poder en la España de la Transición, al felipismo y al grupo Prisa, o mejor dicho, a la ruina del grupo Prisa. Lo endeudó hasta extremos insostenibles, compró proyectos ruinosos y organizó operaciones bursátiles desastrosas. Prisa salió a Bolsa en el año 2000 a 3.460 pesetas la acción. Es decir, a algo más de 20 euros. Sus títulos valen actualmente 33 céntimos. Cuando Cebrián dejó la presidencia ejecutiva, los títulos ya se habían depreciado más del 95%.
En mi libro “Traficantes de información. La historia oculta de los grupos de comunicación españoles” repaso datos interesantes del que fuera consejero delegado de Prisa, después presidente de honor y hoy ya nada. Estos son algunos.
Nacido en 1944. Hijo de Vicente Cebrián, alto cargo de la prensa del régimen franquista y director del diario Arriba, órgano de comunicación de la Falange Española. La muerte de Franco le pilló como jefe de los servicios informativos de RTVE. Desde ese cargo pasó a ser el primer director del diario El País, cargo que ocupó hasta noviembre de 1988, cuando pasó a ser consejero delegado del Grupo Prisa. El propio Cebrián reconoce su “mérito” para ser director de El País en una entrevista a Víctor Márquez Reviriego en la revista Triunfo: “Yo no puedo negar que ser el hijo de mi padre me ayudó mucho en esa época” (Balcarce, Luis. “PRISA. Liquidación de existencias”).
La prueba del poder que llegó a alcanzar es que participó en diversas reuniones del Grupo Bilderberg. El Grupo Bilderberg o Club Bilderberg, es una conferencia anual que reúne a las personas más poderosas del planeta. Entre sus participantes se cuentan los máximos dirigentes de instituciones como el FMI y el Banco Mundial, la Reserva Federal y el Banco Central europeo, la CIA y el FBI; primeros ministros europeos y líderes de la oposición; y presidentes de las cien mayores empresas mundiales, como Coca Cola, British Petroleum, JP Morgan, American Express y Microsoft. El contenido de sus conversaciones es secreto, por lo que son numerosas las elucubraciones en torno a sus planes e intenciones. Se les ha llegado a denominar “los dueños del mundo”.
Su apoyo a Jesús Polanco, principal accionista original de Prisa, fue absoluto, y su papel en las maniobras para conseguir que éste lograse el control de Prisa, fundamental. Uno de los accionistas que perdió aquella batalla, Darío Valcárcel, lo definió como “un necio convertido en capataz de Jesús Polanco” (Cacho, Jesús, El negocio de la libertad).
Durante el Gobierno de Felipe González, Cebrián era considerado el hombre del PSOE en Prisa. O el hombre de Prisa en el PSOE, según se mire. El director de Interviú de entonces, Pablo Sebastián, cuenta que, durante 1986, en vísperas del referéndum de la OTAN convocado por Felipe González le preguntó a Cebrián: “”En el tema de la OTAN, ¿te vas a poner de rodillas ante el gobierno?”. Juan Luis Cebrián le respondió: “No hay nada que hacer. Tú tendrás que poner el culo y yo una pierna” (Relato de Pablo Sebastián a los periodistas José Díaz Herrera e Isabel Durán, recogido en su libro Los secretos del poder, Madrid, Temas de Hoy, 1994).
Felipe González, ante la falta de sintonía entre Zapatero y el diario El País, y el daño que eso le suponía al PSOE le recomendó a Zapatero: “Tienes jodido cambiar a El País, Acércate a Cebrián” (Balcarce, Luis. “PRISA. Liquidación de existencias”).
Ahora nos hemos enterado que Cebrián tendrá una sección de entrevistas en The Objetive y se estrenará, cómo no, con Felipe González.
Cebrián llegó a poseer el 0,566% de las acciones del grupo, siendo el miembro del Consejo que tenía más acciones a título individual. Una parte indirecta de sus acciones lo eran a través de la empresa Jurate Inversiones y de la Sicav Sapri Inversiones 2000.
Juan Luis Cebrián se creció tras la muerte de Jesús Polanco. El periodista Javier Ortiz contaba que desde entonces Juan Luis Cebrián “es todo soberbia y prepotencia. No tolera que nadie ni nada lo contraríe. Hay quien dice que se le ha ido la olla, sin más.”
En marzo de 2009, con la acción por debajo del euro, el Consejo concedió a un grupo de directivos un incentivo millonario para salir en defensa de la compañía. Entre ellos se encontraba Juan Luis Cebrián, que recibió 75.000 acciones como retribución en especie por un valor de 290.000 euros, ejecutables a 1,12 euros por título. Un año después, esas opciones arrojaban plusvalías latentes que superaban el 200% de rentabilidad y meterían en el bolsillo de estos directivos cerca de 600.000 euros si las ejecutaran.
Mientras se vendía en liquidación el grupo Prisa a los capitales extranjeras, Cebrián se cubría bien las espaldas. Cuando se firmó la operación entre Prisa y fondo estadounidense Liberty, el consejero delegado de Prisa, Juan Luis Cebrián blindó su contrato en el acuerdo con los americanos. Según lo firmado, Cebrián seguirá en su cargo otros tres años, “condiciones mutuamente aceptadas”, según señala una documentación presentada ante el regulador de la Bolsa estadounidense (SEC).
Cebrián hundía a Prisa al mismo tiempo que hacía caja a costa de la empresa. Según datos de la CNMV de 2017, el primer director de El País cobró en los anteriores siete años 26 millones de euros. En el mismo período de tiempo y también según la CNMV, el grupo mediático que presidía declaró unas pérdidas acumuladas de 3.753 millones de euros.
Durante décadas, gobernantes socialistas (y algunos no socialistas), periodistas (sobre todo de El País), comentaristas y empresarios le aplaudían, ocultaban o defendían sus manejos. Ahora que ha caído en desgracia, muchos de ellos comenzarán a decir y escribir las maldades de Cebrián. Siempre observando hacia donde corre el aire.
Pascual Serrano es autor del libro Traficantes de información. La historia oculta de los grupos de comunicación españoles.
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