Darwin reconoció en su Autobiografía que el estímulo que animó su obra fue la «ambición de contar con la estima de sus colegas naturalistas». Hoy, podemos decir que dicho propósito se cumplió estando vivo, si bien la repercusión de sus teorías continúa cien años después de su muerte. La moderna biología nace tras las proposiciones de Darwin. El marco teórico y conceptual que ofrece su explicación del origen de las especies, se sigue manteniendo y a él se vienen engarzando todos los nuevos conocimientos sobre los seres vivos.
Es cierto que Darwin no enunció un conjunto de leyes, lo cual no le permite situarse a la altura de Newton, pero el modelo «histórico» de variación y selección ha tenido y tiene un gran poder explicativo. Este mismo modelo sirvió para promover una explicación de la variación en la herencia. La biología molecular, de reciente historia, sólo ha tenido que hacer el gran esfuerzo, coronado por el éxito, de explicar en términos moleculares como se hereda la información genética y cómo ciertas alteraciones pueden generar la variación. La genética de poblaciones, utilizando también muchos de los supuestos expresados por Darwin, junto con la ecología va dando las claves de cómo se puede originar el complejo fenómeno de la especialización. La genética del desarrollo, más moderna, se preocupa de esa complejísima tarea que es explicar cómo a partir de una célula huevo se desarrollan patrones espacio-temporales de estructuración celular hasta configurar un individuo adulto, y cómo ese proceso se repite para que los hijos se parezcan a los padres, aunque a veces la falta de parecido no es más que un requisito para que se dé la variación.
El carácter histórico de la vida ha permitido que la aplicación de esa «explicación histórica generalizada» haya tenido y tenga tanto éxito. Cualquier ser vivo, cualquier población de individuos, cualquier conjunto de poblaciones, cuentan con esa condición: ser fenómenos históricos. Si se trata de explicar el desarrollo desde una célula huevo a un adulto, habrá que contar con la variable tiempo. Si hay que resolver el problema de por qué en la actualidad viven las especies que viven, habrá que pasar la mirada por 3.500 a 4.000 millones de años y ofrecer a continuación un cuadro convincente de cómo se pasó de una primera célula (un polímero con capacidad de replicación) a la diversidad de especies actuales. Este tipo de reconstrucciones «históricas» ya sean ontogenéticas o filogenéticas, en nada tienen que envidiar a las apasionantes, aunque sencillas, de Sherlock Holmes, ya que hay más incógnitas, más huellas para desorientar y en lugar de un muerto muchos millones de seres vivos.
Para F. Jacob «una teoría tan vigorosa como la de Darwin no iba a poder sustraerse a un uso abusivo» Muchos de los fenómenos con carácter histórico adoptó y adopta el esquema darwiniano. Este se convertirá entonces en un «modelo universal capaz de explicar cualquier cambio acaecido en el mundo». El modelo variación-selección servirá para explicar cambios cósmicos, físicos, químicos, culturales, sociales, ideológicos, etc.
La influencia del darwinismo en otras áreas del conocimiento y en concreto en las humanas y sociales, ha sido notable. Pero en muchas ocasiones el efecto ha sido «boomerang». Apareció el darwinismo social y más recientemente la Sociobiología. Uno pretendió explicar a la sociedad con el modelo darwinista, la otra pretenderá lo mismo pero reduciendo el esquema al comportamiento de genes altruistas y egoístas. La existencia de propósitos humanos, sociales e incluso sobrenaturales, ha supuesto que algunos encuentren un plan para desarrollar la vida. Sin duda la perfección de un plan no podría incluir soluciones extrañas, a veces auténticos disparates, que a un Dios razonable no se le hubiera ocurrido diseñar. Si se tiene en cuenta que de las numerosísimas especies que han existido viven sólo varios millones y se calcula que han perecido unos quinientos millones, resulta difícil hablar de perfección.
La selección no actúa, a lo que parece, como un diseñador de planes con cierto propósito, sino más bien como un avispado aficionado al bricolaje, como ha señalado acertadamente Jacob. Estos y otros ejemplos ilustran cómo la biología moderna, no sólo ha de ocuparse del ámbito específico de sus problemas, sino que también tiene que dedicar parte de sus esfuerzos a descontaminarse de las ideologías, tales como la teleología, que tratan de subvertir sus propuestas.
Cabría preguntarse si el hombre, después de Darwin, puede comenzar a vivir dentro de un marco de valores sin tener que recurrir a Dios, a la Historia o a la Ciencia. Parece que la Ciencia ya en el siglo XIX sirvió para desautorizar a Dios. También el darwinismo sirvió como apoyo de la injusticia social en una versión de la Historia, aunque también sirvió para justificar un proyecto de cambio posible en otra forma de entenderla. Las propuestas de Darwin darán la posibilidad de vivir con o sin Dios. Otros podrán escoger entre resignarse o esperanzarse con la Historia. A los menos les ofrecerá un pavoroso aunque irremediable vacío trascendental.
El texto de esta entrada es un fragmento del prólogo escrito por Joaquín Fernández Pérez para el libro: Origen de las especies – Charles Darwin – Akal.
Origen de las especies – Charles Darwin
Obra clave en la historia del pensamiento y la ciencia contemporánea, fue quizá el gran revulsivo que por primera vez puso realmente al hombre frente a sus orígenes, apuntando las primeras pruebas materiales de la evolución. La presente edición recoge el texto de la primera traducción española, autorizada en su día por Darwin, versión íntegra de un libro de fascinante lectura y permanente actualidad.
Viaje de un naturalista alrededor del mundo (2 volúmenes) – Charles Darwin
En 1831, contando sólo con veintidós años de edad, Charles Darwin iniciaba su experiencia científica con una aventura singular: un viaje alrededor del mundo. Embarcado en el Beagle en calidad de naturalista, el investigador iría elaborando con todo detalle su diario a lo largo de los cinco años que duró la navegación. De esta actividad extraería los conocimientos y las pruebas que luego le permitirían fundamentar su teoría evolucionista. El análisis comparativo de los pinzones americanos o el hallazgo de fósiles marinos en las cumbres andinas son hitos fundamentales, tal como aquí se describen, en la elaboración de sus descubrimientos.
Cartas de Darwin (1825-1859) – Frederick Burkhardt
Charles Darwin es una figura clave que cambió la dirección del pensamiento moderno al establecer las bases de la biología evolutiva. Esta selección de su correspondencia, que arranca en sus años de estudiante en Edimburgo y acaba con la publicación de su teoría de la Selección Natural, nos ofrece una perspectiva privilegiada desde la que contemplar al hombre en su entorno cotidiano y familiar, siempre entretejido con sus observaciones científicas en las que vemos su gran perspicacia, su humildad y un tesón excepcional.
Darwin y la evolución – Paul Strathern
La formulación de Charles Darwin de la teoría de la evolución, y su tan asumida idea fundamental de la «supervivencia de los más aptos» es, hoy en día, si no algo perfectamente demostrado, sí algo generalmente aceptado como lógico y evidente. En su tiempo, sin embargo, su revolucionaria obra El origen de las especies y la noción de que la humanidad es solo un paso más en un proceso de supervivencia y selección en desarrollo fueron escandalosas. Darwin y la evolución constituye un brillante repaso a la vida y obra de Darwin y ofrece una explicación clara y accesible del significado y la importancia de la teoría de la evolución y de lo que implica para el mundo en que vivimos.
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