- Tema: Derechos humanos
- Antes:
- 1772 El caso del esclavo huido Somerset contra Stewart sienta el precedente de ilegalidad de la esclavitud en Inglaterra.
- 1787 Se funda en Gran Bretaña la Sociedad para la Abolición del Comercio de Esclavos.
- Después:
- 1865 EE UU abole la esclavitud.
- 1888 Por la Ley Áurea, Brasil es el último país occidental en abolir la esclavitud.
- 1926 La Convención sobre la Esclavitud de la Sociedad de Naciones exige a sus miembros eliminar la esclavitud de su territorio.
- 1948 Según la Declaración Universal de los Derechos Humanos, «nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre».
La esclavitud es un sistema en el que las personas son tratadas como una propiedad, sin ninguna consideración por sus derechos como seres humanos. Existió de alguna forma en casi todas las civilizaciones antiguas, desde Egipto e India hasta China y Roma, y persistió en la Edad Media hasta los tiempos modernos. Fue una gran industria en Europa entre los siglos XVI y XVIII, hasta que se generalizaron las protestas por las atrocidades del tráfico de esclavos.
El triángulo comercial
En el África medieval, reinos y tribus comerciaban con esclavos, que suministraban al mundo islámico Los navegantes portugueses y españoles descubrieron los mercados de esclavos a mediados del siglo XV, y en el siglo XVI surgió un comercio de esclavos triangular: los barcos europeos llevaban mercancías a la costa de África occidental, que cambiaban por esclavos; luego cruzaban el Atlántico, en la etapa llamada «pasaje del medio», y vendían su cargamento humano en América del Sur (sobre todo en Brasil) o el Caribe, que solía destinarse a las plantaciones; por último, los barcos cargaban tabaco, azúcar, melaza, ron y, más adelante, algodón, para el regreso a casa.
Las condiciones del pasaje del medio durante los 8000 km eran espantosas. Las enfermedades hacían estragos, debido al trato brutal, la escasez de alimento y agua, y el hacinamiento de los esclavos. En 1867, unos 2,5 millones de los 10–12 millones de africanos transportados habían muerto en el pasaje del medio.
Los comerciantes esclavistas europeos retrataban a los esclavos como salvajes, y hasta pretendían pasar por sus salvadores, alegando que eran afortunados porque los llevaran a una vida mejor en el Nuevo Mundo. Los comerciantes obtuvieron riqueza y poder. En Inglaterra, el lobby de esclavistas y propietarios de plantaciones de las Indias Occidentales incluía a miembros del Parlamento, que instigaron el temor a que la restricción de su comercio fuera aprovechada por rivales como Francia.
En el siglo XVII, Inglaterra, los Países Bajos, Francia y Dinamarca se repartían la mayor parte del comercio transatlántico de esclavos, que suministraban a sus colonias. Inglaterra controlaba dos tercios del mismo, y apoyaba a los esclavistas con normas como las Leyes de Navegación.
El esclavo como propiedad
En 1677, en Inglaterra, el dictamen del procurador general que clasificaba a los esclavos africanos (negroes) como propiedad según las Leyes de Navegación fue confirmado por el caso Butts contra Penny del mismo año. Los propietarios podían invocar el derecho de propiedad para reclamar por esclavos perdidos o «dañados», reduciéndolos así a meros bienes.
Muchos terratenientes llevaron esclavos consigo de vuelta a Inglaterra para trabajar como sirvientes. Con el tiempo, algunos esclavos huidos de sus amos llegaron a pedir su libertad a los tribunales, como en el caso Somerset contra Stewart. James Somerset, esclavo traído a Inglaterra por su amo Charles Stewart, había escapado de este; capturado de nuevo, estaba a bordo de un barco con destino a Jamaica para su reventa. El abolicionista Granville Sharp se hizo cargo del caso, y lord Mansfield, presidente del Tribunal Supremo, emitió un escrito de habeas corpus. Somerset se presentó enseguida ante el Tribunal del Banco del Rey. Lord Mansfield dictaminó en 1772 que, aunque la esclavitud estaba permitida en las colonias, un esclavo en Inglaterra es taba sujeto a las leyes de Inglaterra, y como no había ninguna ley inglesa que permitiera la captura y envío forzoso de Somerset a Jamaica, debía ser liberado. El juez trató de emitir un fallo que liberara a Somerset sin sentar precedente, pero la resolución, todo un acontecimiento entre el movimiento abolicionista, fue percibida como la ilegalización de la esclavitud en Gran Bretaña, que permitía a otros esclavos reclamar su libertad.
La creciente oposición al comercio de esclavos en Gran Bretaña se vio alimentada en parte por atrocidades como la masacre del Zong. En 1781, al escasear el agua en el barco negrero Zong, el capitán Luke Collingwood mandó echar por la borda a 132 esclavos enfermos. (Los aseguradores no pagaban compensación alguna si los esclavos morían por enfermedad, pero sí en caso de matarlos para salvaguardar la nave.) Por ley, los esclavos eran bienes y no personas, y por tanto el caso fue juzgado como reclamación de seguro, no como asesinato masivo. Semejante injusticia atrajo a muchos más a la causa abolicionista.
Campañas abolicionistas
En 1787, doce activistas fundaron la Sociedad para la Abolición del Comercio de Esclavos en una imprenta londinense. Entre ellos estaba Thomas Clarkson, autor de un reciente e influyente ensayo que condenaba la esclavitud. Entre las muchas mujeres suscriptoras de la sociedad, había destacadas abolicionistas como la poeta cuáquera Mary Birkett Card, la evangelista Hannah More y la filósofa feminista Mary Wollstonecraft.
Para informar a la opinión pública de los argumentos contra la esclavitud, la red de activistas de la sociedad produjo panfletos, organizó charlas y reunió firmas para peticiones. El objetivo era abolir el comercio de esclavos, pues esto parecía más asequible que ilegalizar la propia esclavitud. La campaña fue ganando ímpetu, y en 1788, en solo tres meses se entregaron al Parlamento más de cien peticiones antiesclavistas.
Una de las iniciativas de los activistas fue dar voz a los propios africanos, aportando pruebas y testimonios de esclavos escapados, de marineros de los barcos negreros, y relatos de esclavos emancipados como Olaudah Equiano. Equiano sabía leer y escribir, tenía un carácter encantador y era un converso cristiano. Todo ello contribuyó a rehumanizar a los africanos a ojos del público, y a enfrentar a este a la realidad brutal de la esclavitud.
Olaudah Equiano
Secuestrado cuando tenía once años en Nigeria, Olaudah Equiano fue transportado por el Atlántico hasta acabar en las plantaciones de Virginia. Fue vendido a un oficial de la marina británica, el teniente Michael Henry Pascal, quien lo rebautizó como Gustavus Vassa (en honor de un rey sueco del siglo XVI).
Equiano pasó ocho años navegando y, estando con Pascal, aprendió a leer y escribir, y fue bautizado en 1759. Luego fue vendido al comerciante de Filadelfia Robert King, quien permitió a Equiano comerciar algo por su cuenta. A los tres años, en 1766, pudo comprar su libertad. Trabajó en barcos durante los 20 años siguientes, y se asentó en Londres en 1786, donde se implicó en el movimiento abolicionista. En 1789, publicó su autobiografía, uno de los primeros libros de un autor africano negro. Tuvo un éxito enorme, y Equiano viajó por el país para contar su historia. Murió en Londres en 1797.
Derechos humanos
Con las revoluciones estadounidense (1775–1783) y francesa (1789–1799), el final del siglo XVIII fue una época de agitación política. Estos movimientos populares pusieron de relieve el concepto de derechos humanos y animaron a muchos al activismo. La amenaza revolucionaria inquietaba al Parlamento británico, y a medida que el movimiento abolicionista adquiría fuerza, empezó a ser tildado de «radical». Esto frustró los primeros intentos de poner fin a la esclavitud en el Parlamento, donde las propuestas antiesclavistas fueron repetidamente bloqueadas debido a los intereses de los beneficiarios de la esclavitud, que temían el colapso del viejo orden.
Sin derecho al voto, y mucho menos a presentarse a las elecciones, las mujeres tenían vetado un papel activo en la política, pero activistas como Hannah More y Mary Wollstonecraft usaron su influencia y sus escritos para lograr el cambio. El naciente movimiento feminista veía el sufrimiento de la mujer reflejado en el de los esclavos africanos, y a menudo equiparó ambas causas en sus campañas.
Revueltas de esclavos
Mientras los abolicionistas presionaban al Parlamento británico, los esclavos en el Caribe tomaron el asunto en sus propias manos. En Jamaica, los maroons –los esclavos huidos y sus descendientes– llevaban años en lucha contra los colonos británicos. Estos, al no poder derrotarlos, les concedieron tierras en 1739.
En la colonia francesa de Saint-Domingue, en la parte occidental de la isla de La Española, los esclavos iniciaron una rebelión armada en 1791. Toussaint Louverture, esclavo emancipado y hábil militar, lideró la lucha por el control de Saint-Domingue y del vecino Santo Domingo (hoy República Dominicana). En 1804, la rebelión logró al fin la independencia de Francia de Saint-Domingue (hoy Haití), el primer país gobernado por antiguos esclavos. Estas primeras revueltas inspiraron a otros esclavos caribeños a luchar por la libertad.
Prohibición parlamentaria
A partir de 1787, uno de los líderes abolicionistas fue el parlamentario británico William Wilberforce, quien pasó 20 años presentando proyectos de ley contra la esclavitud al Parlamento. Pese al gran apoyo público, los políticos no querían prohibir directamente la esclavitud, temiendo que perjudicara los intereses económicos británicos.
En 1806, el abolicionista James Stephen aconsejó a Wilberforce cambiar de estrategia y presentar un proyecto de ley para impedir a los británicos el comercio de esclavos con territorios extranjeros. Como el país estaba en guerra con Francia, el proyecto fue presentado como un esfuerzo patriótico para dañar los intereses franceses, y fue aprobado. También causó, como esperaba Wilberforce, un desplome del comercio de esclavos británico, y allanó el camino a la Ley de Abolición del Comercio de Esclavos de 1807. Aprobada con una mayoría de 114 contra 15 en la Cámara de los Comunes, esta ley declaraba ilegal el comercio de esclavos en el Imperio británico y su transporte en navíos británicos, pero no obligaba a liberar a todos los esclavos. Este sería el objetivo de la siguiente fase de la campaña abolicionista.
La Royal Navy patrullaba la costa africana para hacer efectiva la prohibición del comercio de esclavos. Entre 1807 y 1860, detuvo muchos barcos británicos y liberó a más de 150000 esclavos; pero hacer cumplir la ley era una tarea enorme, y los comerciantes británicos la esquivaron a menudo, operando bajo la bandera de otros países.
Pese al gran apoyo público a favor de la abolición, el Parlamento no permitió la prohibición total de la esclavitud hasta la década de 1830. Entonces el clima económico había cambiado: las plantaciones azucareras británicas del Caribe eran ahora mucho menos rentables que las de Brasil y Cuba, y los comerciantes británicos presionaron en favor del libre comercio y el fin del monopolio caribeño del mercado azucarero británico.
La Ley de Abolición de la Esclavitud de 1833 liberó solo a los esclavos menores de seis años. Los demás pasaron a ser «aprendices», obligados a trabajar para sus antiguos dueños un cierto número de años. Los territorios controlados por la Compañía Británica de las Indias Orientales, como Ceilán (actual Sri Lanka), estaban exentos, pero por lo demás, la esclavitud era ilegal en el Imperio británico.
EE UU y la esclavitud
La esclavitud era un elemento clave de la economía de las colonias del sur de América del Norte, donde los esclavos realizaban un trabajo agotador en plantaciones de algodón y otros cultivos comerciales que prosperaban en aquel clima cálido y húmedo. En el norte, donde los cultivos eran otros, había menos esclavos; allí la abolición tenía muchos partidarios, y durante la Revolución estadounidense (1775–1783), se comparó el dominio británico con la esclavitud. La división entre norte y sur sobre esta cuestión era tal que, para acordar la Constitución de EE UU en 1787, hubo que omitirla del texto; pero la Constitución ratificada en 1788 contenía cláusulas que garantizaban el derecho a recobrar a cualquier «persona sujeta a servicio o trabajo», reconociendo así de hecho la esclavitud en EE UU, que perduró otras ocho décadas.
En 1839, el caso del barco negrero La Amistad galvanizó a la opinión pública. Dos propietarios españoles habían zarpado de Cuba con 53 esclavos, que se rebelaron y ordenaron que la nave pusiera rumbo a África. Los engañaron y los llevaron a la costa norteamericana, donde el barco y los esclavos fueron confiscados en Connecticut a cambio de rescate. La batalla legal con España acabó en el Tribunal Supremo, que decidió que los africanos eran personas libres e ilegalmente secuestradas.
Dred Scott contra Sandford
Desde 1643, varias leyes obligaban a devolver a los esclavos huidos a sus amos. En EE UU, la Ley de Esclavos Fugitivos de 1850 contemplaba multas para quien interfiriera en ello, y obligaba a los ciudadanos a colaborar en su captura. Algunos estados del norte aprobaron leyes propias para anular el efecto de esa ley.
En 1856, el Tribunal Supremo de EE UU vio el caso Scott contra Sandford. Dred Scott había nacido esclavo, pero sus dueños habían vivido un tiempo en Wisconsin e Illinois, donde la esclavitud era ilegal, antes de volver al estado esclavista de Misuri. Scott, junto con su esposa Harriet, pidió su libertad al Supremo. En 1857, el presidente del mismo Roger B. Taney falló en contra de Scott, afirmando que las personas de origen africano, esclavas o no, no eran ciudadanos de EE UU, sino «seres de un orden inferior», y por tanto no podían presentar pleitos ante un tribunal federal. Esta controvertida resolución fue uno de los factores desencadenantes de la guerra de Secesión (1861–1865) entre norte y sur.
La defensa de la abolición por parte del presidente Abraham Lincoln se fue afianzando cuanto más amenazaba la Confederación sureña a la Unión de los estados del norte, y en 1863, la Proclamación de Emancipación declaró libres a todos los esclavos de los estados rebeldes. Esta no se aplicaba a los estados esclavistas leales a la Unión, pero sí permitía a los hombres negros alistarse. Tras la victoria de la Unión, la 13.ª enmienda fue ratificada en 1865, aboliendo la esclavitud en todo EE UU y liberando a más de cuatro millones de esclavos.
Derechos limitados
Tras la guerra civil, el presidente Andrew Johnson era partidario de permitir a los estados del sur fijar sus propias leyes, a condición de que respetaran la 13.ª enmienda y pagaran las deudas de guerra. La aprobación por los estados del sur de las leyes conocidas como «códigos negros», que restringían los derechos de los esclavos emancipados, indignó a muchos en el norte. En 1866, el Congreso aprobó la Ley de Derechos Civiles, por la que todos los nacidos en EE UU tenían derecho a la ciudadanía y a la igualdad ante la ley. Entonces el Congreso asumió el control de la reconstrucción en el sur y procuró hacer cumplir la 14.ª enmienda, que concedía a los antiguos esclavos las mismas protecciones bajo la Constitución. En 1870, el Congreso aprobó la 15.ª enmienda, que garantizaba que no pudiera negarse el voto a un ciudadano «por motivos de raza, color o antigua condición de servidumbre».
Aunque la esclavitud estuviera oficialmente abolida, en el sur profundo persistió hasta la década de 1920 una práctica llamada «peonaje»: a los afroamericanos condenados (a menudo por cargos falsos) se los enviaba a trabajar a lugares peligrosos, como fábricas de ladrillos y minas, para «pagar» sus multas; así quedaban atrapados en una rueda de trabajo no remunerado y deudas crecientes. La Ley de Derechos Civiles de 1964 prohibió la segregación racial y la discriminación laboral, que habían servido en el sur para impedir a los afroamericanos ejercer sus libertades.
La esclavitud hoy
La esclavitud por deudas continúa en el siglo XXI. En 2015, Reino Unido aprobó la Ley de la Esclavitud Moderna para ilegalizar prácticas como la de obligar a inmigrantes a trabajar para pagar a los traficantes de seres humanos. Sin embargo, pese a muchas otras leyes similares, se sigue explotando a personas vulnerables, y de hecho hay hasta 45 millones de personas esclavizadas en el mundo.
El texto y las imágenes de esta entrada son un fragmento de: “El libro de la ley”