OTAN

Luis Gonzalo Segura: «Las reuniones de la OTAN sólo son reuniones en las que el imperio exige tributos y establece políticas»

Pascual Serrano

Ya han pasado más de dos años del inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania y las perspectivas de paz no se aprecian. Hace una año, el ex-teniente de las Fuerzas Armadas españolas, Luis Gonzalo Segura, desentrañaba en su libro La trampa ucraniana, un análisis geopolítico del conflicto, así como de los elementos de toda la campaña desinformativa a la que nos estaban sometiendo los medios y gobiernos occidentales.

La situación actual de la guerra bien merece dirigirnos de nuevo a Gonzalo Segura para repasar las novedades y contar con su análisis. Desde los masivos envíos de armamento a Ucrania desde Estados Unidos y Europa, a la escalada del conflicto con una OTAN cada vez más implicada o los pequeños movimientos, reales o simulados, para llegar a un acuerdo de paz.

Hace unas semanas hemos visto que tanto EEUU como varios países europeos de la OTAN aprobaron que Ucrania utilice el armamento enviado por ellos para atacar suelo ruso, algo que ya ha sucedido. Sin duda esto supone una escalada en el conflicto y ha provocado la reacción de Rusia afirmando que tendrá graves consecuencias. ¿Qué opinas de ello?

En estos momentos, tras más de dos años de guerra, hace meses que se ha entrado en una fase muy desfavorable para Ucrania. Ello se puede percibir a todos los niveles, desde cómo Zelenski ha estado reclamando ayudas a cómo se está forzando el reclutamiento de personal cada vez más alejado del rango óptimo del combate. Obviamente, las diferencias entre Ucrania y Rusia van mucho más allá de lo armamentístico, por ejemplo, en lo demográfico. Y es que, por muchas armas que se envíen a Ucrania, hay un diferencial demográfico que solo se puede subsanar con el envío de tropas occidentales. Y es esa carencia la que se propuso enmendar Emmanuel Macron cuando anunció el envío de tropas francesas e intentó convencer a los occidentales de apoyar su iniciativa.

Hasta ahora, ha quedado demostrado que Occidente desea continuar la guerra, aunque cada vez el coste es mayor para los beneficios que se obtienen, que, básicamente, se nutren de dañar y erosionar a Rusia. Pero no parece nada claro que, para tal fin, Occidente esté dispuesto a enviar a sus ciudadanos a morir. Mientras que sean los ucranianos los que mueran, no hay mucho problema. O ninguno.

En ese contexto desfavorable, es en el que Occidente, bajo el mando de Estados Unidos, ha comenzado a dar pasos cada vez más agresivos, desde el uso de bombas de racimo a la propuesta actual de utilizar el armamento occidental en Rusia. Y no es que hasta ahora Ucrania no haya estado atacando Rusia, lo ha hecho de múltiples formas, sino que se pretende que estas acciones sean abiertas, en lugar de encubiertas, y masivas, en lugar de puntuales. Se trata de un caballo ganador para Estados Unidos y perdedor para Ucrania. Los ataques en Rusia pueden provocar una reacción fuerte, pero ello seguiría constituyendo un triunfo norteamericano que podría ser utilizado a nivel propagandístico.

Estados Unidos gana en casi todos los escenarios, al menos a corto plazo, porque las consecuencias finales del conflicto son muy difíciles de prever; Ucrania pierde, o mejor dicho muere, en casi todos ellos.

También hemos sabido que el gobierno español aprobó el envío de más de mil millones en armas a Ucrania a espaldas del congreso. Le han llamado “acuerdo bilateral de seguridad” y se anunció tras la reunión entre Zelensky y Pedro Sánchez. ¿Crees que es una buena idea?

España, como país vasallo, no tiene ni buenas ni malas ideas, solo cumple las órdenes que recibe. España, como el resto de la Unión Europea tiene delegada las relaciones internacionales en Estados Unidos, el país señor, y, por tanto, no tiene ninguna dirección en política exterior, ni buena ni mala. Y, como país vasallo, como el resto de países vasallos, más allá de un cierto margen de maniobra, lo que está haciendo es aumentar el gasto militar para sufragar los intereses norteamericanos en la guerra de Ucrania.

En la cumbre de paz para Ucrania en Suiza no se invitó a Rusia, China no asistió y Biden envió a un representante, el presidente estadounidense no se presentó ¿Qué conclusión sacas de esa cumbre?

Este tipo de cumbres que ha estado organizando Occidente desde que comenzó la guerra de Ucrania son más operaciones mediáticas que operaciones diplomáticas. Y no están resultando nada positivas, ya que la mayoría del Sur Global mantiene una posición homogénea e invariable: están tan en contra de la agresión de Rusia como de la operación norteamericana para sostener artificialmente la guerra en Ucrania y sancionar a Rusia.

China y Brasil han planteado una propuesta de paz para Ucrania. ¿Qué piensas de esa iniciativa?

Este tipo de propuestas de paz son siempre muy positivas y desnudan a Occidente, que no ha planteado ninguna al respecto, pero dependerá de muchas fuerzas y muchos acontecimientos que se pueda llegar a un acuerdo de paz. Por ello, es casi imposible saber los términos de este acuerdo.

Los acuerdos de paz se firman cuando una o ambas partes no pueden seguir asumiendo el coste de la guerra o entienden que los perjuicios de continuar son mayores que los beneficios de detener la guerra. Y, en función del país que llegue primero a ese punto, o de si llegan ambos a la vez, se establecen acuerdos simétricos o asimétricos.

Así pues, este tipo de propuestas, que pueden llegar a materializarse, son representativas porque muestran los esfuerzos, más o menos reales, más o menos propagandísticos, de China y el Sur Global de alcanzar un acuerdo que finalice la guerra. Pero hay que tener en cuenta que, tanto China como el Sur Global, también tienen beneficios y perjuicios de la guerra, y ello provoca que puedan desear o no que esta continúe.

Tengo la impresión de que, en la UE, están siendo los partidos de la ultraderecha, los que están teniendo una posición menos guerrerista en el conflicto de Ucrania (véase Le Pen, Orban y Fico), y que eso haya podido ser un elemento a su favor en las elecciones europeas. Curiosamente es desde la socialdemocracia y Los Verdes donde más apoyo está habiendo a la implicación europea en la guerra contra Rusia y en el rearme europeo. ¿Qué opinas?

Hay que analizar los posicionamientos desde varios planos y comprobar cuál es el dominante. Por ejemplo, si pensamos en el caso de Catalunya, podemos ver cómo hay votantes de la CUP que apoyan a Puigdemont, cuando en realidad se encuentran en posiciones ideológicas antagónicas. Esto se debe a que en muchos catalanes el plano nacional se sitúa por encima del plano ideológico. En la Unión Europea se han producido conflictos similares en todos los bloques ideológicos al respecto de la invasión rusa de Ucrania. Hay izquierdistas que han situado el plano geopolítico sobre el político y apoyan a Putin y Rusia, cuando en realidad, su gobierno tiene muy poco de izquierdas; y hay otros que condenan la invasión rusa de Ucrania, pues en ellos domina más el plano legal que el plano geopolítico.

En la ultraderecha española ocurre algo similar, dado que una parte de ella ha sido siempre más nacionalista y otra más otanista. Así, la ultraderecha más nacionalista tiene más facilidad para apoyar a Rusia y Putin o a mantener una posición de no intervención, mientras que la más otanista se encuentra más inclinada a apoyar a Ucrania y la intervención.

A nivel europeo sucede lo mismo. Aquellas ultraderechas más nacionalistas tenderán a apoyar a Rusia o mantenerse neutrales, mientras que las más otanistas se posicionarán en la intervención. Lo que nos demuestra sus posicionamientos es que la ultraderecha otanista tiene más fuerza en España que en el resto de Europa. Por otra parte, queda claro que la socialdemocracia europea es claramente otanista y, por tanto, vasalla de Estados Unidos, pues ha priorizado el plano geopolítico a otros tradicionalmente más importantes, como el social, el pacifista o el diplomático.

¿Qué balance sacas de la reciente cumbre de la OTAN en Washington y qué perspectivas plantean?

La última cumbre de la OTAN mantiene la misma línea de las mantenidas durante la última década. Aumentos presupuestarios que se pretenden que lleguen al 4 % del PIB. En una primera etapa se está forzando que todos los países lleguen al 2 %, ahora se ha empezado a presionar con el 3 % y más adelante se llegará al 4 % del PIB. La idea es recaudar dinero para sufragar las guerras de Estados Unidos. El gasto militar confluye siempre en los fondos de inversión norteamericanos y en el complejo militar norteamericano, ya sea de forma directa o indirecta.

Por ejemplo, cuando Margarita Robles afirma que el gasto militar va a empresas españolas, lo cierto es que es una verdad muy a medias. Las empresas españolas dependen de empresas norteamericanas, caso de Santa Bárbara Sistemas, de General Dynamics; o los sistemas que compran e implementan, caso de la pública Navantia, cuyas fragatas adquieren misiles Raytheon, son norteamericanos o de fondos de inversión norteamericanos.

En realidad, de lo que se trata es de extraer dinero público para entregárselo como tributo al Imperio y para ello hay que justificarlo. La justificación es crear miedo en la gente o hacer creer que el gasto contribuye a su seguridad, cuando en realidad el gasto militar español carece de planificación alguna, es disparatado y desacertado. Esto se debe a que no pretende cubrir necesidad alguna, sino que la misión fundamental del gasto militar español, como el europeo, es aumentar los beneficios de las empresas norteamericanas para cubrir los gastos de la guerra y de los intereses norteamericanos. De las guerras norteamericanas.

Por ello, en realidad, tienen mucho más valor los documentos norteamericanos de planificación geopolítica, las corrientes existentes en Estados Unidos o las elecciones de este país que las reuniones de la OTAN, que sólo son reuniones en las que el imperio exige tributos y establece políticas.

El presidente de Hungría, Vikton Orban, ha sorprendido, y parece que también molestado, a los líderes de la UE por haber visitado, tras a Kelensky, a Putin, Xi Jiping y Trump. Todo con el objetivo de buscar un acuerdo de paz a la guerra de Ucrania. ¿Qué te parece las conversaciones de Orban y la reacción de la UE?

La posición de Hungría, como la de todo el este de Europa, es realmente compleja con respecto a Ucrania y con el resto de Europa.

La tensión Este-Oeste es una evidencia, las dificultades para encajar debido a los diferentes contextos históricos, recientes y no tan recientes, sociales o culturales es notable. Que Estados Unidos quería que la Unión Europea se expandiera al Este para controlar el ‘corazón’ de Europa (Francia-Alemania-Polonia-Ucrania) es una evidencia, que ello sea positivo y posible a largo plazo es, desde luego, muy diferente. Prueba de ello son las dificultades que está encontrando la Unión Europea en Polonia y, en este caso, en Hungría, que siempre se ha comportado como un ‘verso libre’ con respecto a Rusia.

Y no es solo por una cuestión ideológica, sino que va mucho más allá: he ahí las disputas entre Polonia y Ucrania por las importaciones de grano. De hecho, es precisamente la antigua área de influencia soviética uno de los principales escollos de Europa para indopendizarse y una de las fallas que pueden provocar su división en el futuro.

Hungría, con un papel con respecto a Rusia similar al de Turquía, es una muestra de las dificultades de Europa, de la falta real de una unidad europea y de la debilidad del proyecto.

Por desgracia, Hungría representa el papel de mediador que debería haber adoptado la Unión Europea desde el comienzo de la guerra, lo que habría evitado, seguramente, muchas muertes y destrucción. Y es triste que un ultraderechista practique la política exterior conciliadora y pacifista, y también interesada, en el sentido de pensar en su propio beneficio y en el beneficio común del continente, en el que Rusia debe tener encaje, que debería haber practicado la Unión Europea desde el principio. Es muy triste, y muy revelador.

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