Guillermo del Toro: Mary Shelley o la moderna Galatea

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La Villa Diodati, de Finden’s Landscape and Portrait Illustrations to the Life and Works of Lord Byron, vol. 2 (Londres, John Murray, 1832). La Villa Diodati es una mansión ubicada en Cologny, Suiza, cerca del Lago de Ginebra. famosa por haber sido la residencia de verano de Lord Byron, Mary Shelley, Percy Shelley, John Polidori y otros en 1816, en donde se concibieron las ideas para la novela Frankenstein.

Guillermo del Toro

Toda mi vida he estado enamorado de los monstruos; esto es un hecho. Descubrí a Frankenstein por las películas, como la mayoría de la gente, y me cautivó Karloff y la creación de Whale.

Fue años más tarde, al inicio de la adolescencia, cuando me encontré con una edición de bolsillo de la obra de Mary Shelley. Lo primero que me impactó fueron sus recursos literarios, era la primera novela epistolar que leía, y el que, de muchas maneras, guardaba poco parecido con sus equivalentes fílmicos.

El libro de Shelley me hizo llorar. Lloré por el monstruo y admiré su sed de venganza. Me hablaba de las contradicciones esenciales del espíritu y del mundo. Y más allá de toda la tragedia, una idea demoledora para mí surgía: el villano de la obra era la vida. «Ser» era el castigo definitivo y la única bendición que recibimos. Y en ausencia del amor, era el Infierno.

La esencia romántica estaba ahí, una idea bien expresada por otro romántico, Chopin, que una vez dijo: «Morir es la mejor acción del hombre. ¿Y cuál puede ser la peor? Nacer».

Lo fascinante para mí es que el Romanticismo estaba respondiendo a una idea eminentemente moderna: el hombre está solo salvo por el hombre. Somos una plaga y la poesía y nosotros estamos aprisionados por las sensaciones, la percepción de otros sobre nosotros.

El inadaptado social, el ser alienado, llega a su fruición con la Revolución industrial y la superpoblada soledad de las grandes ciudades. El nacimiento de la criatura coincide socialmente con estas preocupaciones modernas; viene a ser en el momento exacto en el que las máquinas de nuestra propia creación usurpan nuestras funciones y sobrepasan nuestras habilidades y velocidad, desterrándonos al anonimato. La sentencia de muerte de la artesanía y, por lo tanto, de la identidad viene de la mano de la producción masiva de bienes y del desvío de las masas hacia alojamientos idénticos para servir a estas máquinas.

Los aspectos de ciencia ficción de Frankenstein siempre me han impactado como consecuencia del deseo de Shelley de exonerar a los villanos existenciales del pasado –el mal y el pecado– y abrazar sólo lo racional como una herramienta para formular preguntas más profundas e importantes, que no son circunstanciales sino universales.

Como Goethe, Shelley parece tener un entendimiento innato de la arrogancia del conocimiento. Emplea la cirugía, el galvanismo y la química sólo para conceder una audiencia al solitario desgraciado que somos todos. La imposibilidad de la muerte es, para mí, la mayor de las tragedias para el monstruo: el hecho de que su creador le hiciera bien y le diera un cuerpo que aguanta a pesar suyo; su persona, su solitaria y desesperada persona.

No hay, a mi parecer, ningún final más devastador en la historia de la literatura que:

«Con estas palabras, saltó por la ventana de mi camarote a la balsa que flotaba junto al barco. Pronto, las olas lo alejaron y se perdió en la oscuridad y en la distancia»

El contenido de esta entrada es un fragmento de la introducción escrita por Guillermo del Toro para el libro «Frankenstein anotado»

Frankenstein anotado

frankenstein-anotado-portadaConsiderado como el primer libro perteneciente al género de la ciencia ficción, Frankenstein (1818) narra la historia de Víctor Frankenstein, un joven estudiante de medicina en Ingolstadt obsesionado por descubrir los misterios del alma humana. Víctor crea un cuerpo uniendo distintas partes de diferentes hombres, una criatura de casi dos metros y medio. Al comprender el error y el pecado que ha cometido con su experimento, Víctor abandona a su criatura, dejándola desvalida. El rechazo que esta siente de todos aquellos con los que se encuentra despierta la cólera y el deseo de venganza.

La presente edición es obra de Leslie S. Klingler, quien ya publicó en esta misma colección obras como Sherlock Holmes anotado, Drácula anotado y H. P. Lovecratf anotado. En ella se recogen:

  • Cerca de 1.000 notas que proporcionan información y contexto histórico en todos los aspectos de Frankenstein y de la vida de Mary Shelley.
  • Casi 200 ilustraciones, incluyendo material gráfico original de la edición de 1831 y docenas de fotografías de lugares del mundo real que aparecen en la novela.
  • Amplios listados de adaptaciones cinematográficas y teatrales.
  • La introducción original de la autora a la edición de 1831, así como el ensayo de 1818 de Percy Shelley, «Sobre Frankenstein».

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