Rey

Matar al rey para que viva el reino

Iñaki Errazkin

La sinvergonzonería de Juan Carlos de Borbón era conocida desde siempre por todos los estamentos del Estado. Así, las cúpulas de la clase política, de la judicatura, de los tres ejércitos, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, de los servicios secretos y, por supuesto, de las empresas editoras de medios de comunicación, han sabido en todo momento, desde que el dictador Francisco Franco convirtiera en rey al hijo del heredero de la Corona, que el hoy emérito era, es y será hasta su muerte, un indeseable.

Pero no hay que distraerse con las trampas que nos tienden. La hoja de ruta pasa por apuntillar ahora a Juan Carlos para resaltar las supuestas bondades de su hijo Felipe y mantener a flote la corrupta y decadente monarquía. A otro perro con ese hueso.

Algunos, muy pocos, periodistas y escritores, hombres y mujeres, llevamos décadas denunciando las tropelías del anterior jefe del Estado. Mi reconocimiento como profesional y como ciudadano a la primera de ellas. Me refiero a la periodista gallega Rebeca Quintans, que tuvo el coraje de publicar las verdades del barquero en su libro Un rey golpe a golpe, editado por la revista de investigación Ardi Beltza en el año 2000, aunque, por motivos de seguridad, lo tuvo que hacer con el seudónimo Patricia Sverlo. Después continuamos la labor el coronel Amadeo Martínez Inglés, el político Iñaki Anasagasti y yo mismo, con un par de libros sobre el tema, uno de ellos, Juan Carlos, un rey con antecedentes, editado por Akal en el año 2014, dentro de la colección A fondo, dirigida por Pascual Serrano, otra rara avis profesional.

Las fotografías publicadas por la revista holandesa Privé y, sobre todo, las grabaciones de decenas de conversaciones de Juan Carlos con su amante María García García, más conocida por Bárbara Rey, su nombre de guerra, dejan clara treinta años después la calaña de los implicados. La una, por autoprotección, por ambición o por ambas cosas, tirando de la lengua a un rey acostumbrado a la absoluta impunidad; y el otro, campechano, indiscreto e irresponsable en todos los sentidos del término, cantando la traviata sobre sus relaciones familiares y sobre asuntos de Estado, algunos de los cuales le implicaban personalmente en actividades delictivas. Lo curioso es que haya sido el juntaletras sin escrúpulos Eduardo Inda la herramienta que han utilizado los servicios para dejar al rey de Franco a los pies de los caballos. Matar al rey para que viva el reino.

Iñaki Errazkin es periodista. Autor del libro Juan Carlos, un rey con antecedentes.

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