Cipriano García Hidalgo Villena
Los aniversarios suelen ser una excusa para generar conmemoraciones. Si vamos al diccionario de la Real Academia de la Lengua podremos comprobar que el significado de conmemorar es recordar solemnemente algo o a alguien, en especial con un acto o un monumento y en su segunda acepción celebrar una fecha importante. En 1915 se pretendía, dentro de la corriente que procede del siglo anterior, hacer esas dos acciones con la conjunción del III Centenario de la publicación de la segunda parte de El Quijote y asimismo el centenario de la muerte de su autor, al año siguiente.
Para ello se piensa en hacer un monumento público de gran envergadura, uno donde el pedestal sea muy protagonista, pues en el contexto de la España de principios del XX, con la pérdida de las colonias y en pleno Regeneracionismo, no se podía sacar pecho por muchas cosas. Así el rey Alfonso XIII publicó un Real Decreto para la erección del monumento que abría una suscripción universal, método usual de financiación de este tipo de obras en la tradición decimonónica.
El lugar elegido, la nueva plaza que quedaba tras el derribo del cuartel de San Gil, era perfecto para una obra tan ambiciosa. El proyecto elegido, en 1916, es obra del arquitecto Martínez Zapatero y del escultor Lorenzo Collaut, en él en un lenguaje historicista, con reminiscencias del Renacimiento español, el llamado estilo “Monterrey”, se erigía un gran pedestal de dos cuerpos que remataba un globo terráqueo y una figura femenina, el genio de la Fama, que hacía universal la obra de Cervantes. En la cara principal, una escultura sedente del autor, con sus personajes universales en bronce, sobre cabalgaduras y rematando en los laterales las figuras de Aldonza Lorenzo y Dulcinea del Toboso. Mientras que en la parte posterior una figura sedente con libro en la mano, como personificación de la Literatura, que no es sino una imagen en piedra del retrato de Tiziano de la Emperatriz Isabel de Portugal que se conserva en el Museo del Prado. El monumento por esa cara posterior contenía también una fuente.
Collaut comenzó a realizar su parte, las esculturas y sabemos que están avanzadas en 1926, pero las circunstancias históricas del momento hacen que, a la caída de Primo de Rivera, las obras se paralicen en 1930. Dos años más tarde, moría el escultor. Tras la Guerra Civil, el hijo de Lorenzo, Federico Collaut, siguió con el proyecto de su padre y terminó las figuras que faltaban montando todo el conjunto entre 1957 y 1960. Para el montaje se hizo una estructura arquitectónica mucho más severa, ajena al espíritu original de Martínez Zapatero, pero más en sintonía con otras obras de la dictadura.
La obra en su concepción escultórica intentaba ensalzar fundamentalmente la parte literaria de la obra cervantina, pero si nos fijamos en detalle hay un elemento que hoy en día podría chirriarnos bastante. En la zona superior de esa especie de obelisco que ha resultado el cuerpo arquitectónico al final, se sitúan las figuras alegóricas de los cinco continentes, que están leyendo la obra de Cervantes, insistiendo en ese aspecto universal de la obra. Las figuras de los continentes ataviadas con elementos que tratan de distinguirlas, pero tanto África como América presentan sus cuerpos más bien desnudos, imagen estereotipada de aquellas tierras y además una Europa completamente cubierta y portando el característico morrión de los soldados españoles en el siglo XVI, los mismos que protagonizaron la conquista de América, está en actitud de enseñar a leer a América, una imagen que no puede ser más nostálgica del pasado colonial español, ya perdido a principios del XX cuando se plantea el monumento.
Como todos los artefactos que se hacen para ocupar el espacio público, la ideología del momento, el contexto, no deja de estar presente. El monumento a Cervantes, lo es también a ese pasado ya perdido y añorado, el de las colonias y la hegemonía.
Pensemos que esos monumentos que pueblan nuestro espacio público, que han tratado de mantener una memoria del pasado con un objetivo nada inocente, siguen ahí y es bueno saber porqué se hicieron y cómo nos han llegado.