Pocas veces los lectores tienen la suerte de que en sus manos caiga un texto póstumo (esto es, que o bien el autor decidió truncar la publicación, o bien el deadline fue excesivamente literal) que vibra con más vivacidad que muchos otros textos de supuesta actualidad. Se trata del libro de Jesús Ibáñez, Por una sociología de la vida cotidiana, libro compuesto por textos y artículos que el autor no llegó a publicar. Por una sociología de la vida cotidiana es la publicación en la que Jesús Ibáñez, alejándose de los formalismos de la academia, toma un tono más personal y nos presenta facetas de la realidad que, a priori, escapan a nuestra mirada.
Tras la lectura de Por una sociología de la vida cotidiana es imposible habitar el mundo del mismo modo que antes de leerlo: su lectura es como una señal que indica que nada está igual a pesar de que todo aparece como siempre; es entender que las cosas (cualquier cosa) tienen un fondo detrás que oculta su auténtica razón de ser.
De este modo, el libre consumidor deja de ser libre y de consumir productos para estar atado al consumo de naderías; nuestros hogares, lugar íntimo, de retiro, descanso y familiar, pasan a ser escaparates de productos, de consumo y aislamiento personal donde «toda oralidad se acopla al aparato de televisión»; lo social, espacio de construcción personal y colectiva, es en realidad una coreografía ensayada donde los bailarines no saben que están bailando… El libro discute con todo y no deja puntada sin dar.
Pocas veces tenemos la oportunidad de decir que un pensador es capaz de metabolizar y exponer la realidad, la política, el individuo, la familia… como fragmentos, partículas de lo real que reclaman estar vivas. Nada volverá a ser como antes.