- Antes:
- 1798 Invasión francesa de Egipto, que causa la pérdida del país por los otomanos en 1805.
- 1830 La independencia griega es la primera pérdida otomana en los Balcanes. Francia empieza su conquista de Argelia.
- Después:
- 1912–1913 Los otomanos sufren humillantes derrotas en las guerras de los Balcanes.
- 1914 Turquía entra en la Primera Guerra Mundial en el bando alemán.
- 1920 Mustafá Kemal lidera una rebelión contra el tratado de Sèvres, impuesto al Gobierno otomano tras su derrota en la Primera Guerra Mundial.
- 1923 El tratado de Lausana confirma las fronteras de la actual Turquía; Kemal inicia un programa modernizador.
Kemal Ataturk
Mustafá Kemal (1881–1938), al que se le dio oficialmente el apellido Ataturk en 1934, fue el fundador y primer presidente de la República de Turquía. Nacido en 1881, tomó parte, como oficial del ejército, en la revolución de los Jóvenes Turcos. Sirvió con distinción en la campaña de Gallípoli de 1915–1916, que rechazó una ofensiva conjunta franco-británica sobre Turquía occidental.
Después de la derrota turca en la Primera Guerra Mundial, Ataturk estableció un Gobierno provisional. Como líder de los nacionalistas turcos, desempeñó un papel crucial en la expulsión de los griegos de la Turquía continental occidental. Con las fronteras del país confirmadas en el tratado de Lausana, en 1923, y Occidente aceptando la fundación de la nueva república, Ataturk se abocó a un radical programa de reformas políticas y sociales para transformar la nación en una república moderna de corte occidental. A pesar de lo doloroso del proceso, el país se convirtió en una entidad política coherente y laica gracias a Ataturk.
La revolución de los Jóvenes Turcos
La revolución de los Jóvenes Turcos de julio de 1908, instigada por militares nacionalistas dolidos por las pérdidas territoriales del Imperio otomano, forzó al sultán Abdulhamid II (ineficaz y represivo gobernante otomano) a volver a aceptar la monarquía constitucional que él mismo había dejado en suspenso en 1878, tras solo dos años de vigencia, para poder ejercer su gobierno personalista. En 1909 fue obligado a abdicar en favor de su hermano Mehmet V, que era, en realidad, un títere político.
Poco hizo la revolución que pudiera atajar el declive otomano, y tan solo puso de relieve las tensiones entre quienes defendían los valores islámicos y aquellos liberales que creían que solo unas reformas al estilo occidental podrían salvar Turquía.
Pérdida de territorios
En 1800, y pese a las repetidas derrotas a manos de los rusos, la Turquía otomana dominaba aún un vasto imperio transnacional que abarcaba los Balcanes, Oriente Próximo y el norte de África. A partir de 1805 perdió el control de Egipto, que se independizó y fue gobernado por un general del sultanato otomano, Mehmet Alí.
En 1830, el año en que Francia comenzó su conquista de Argelia (completada en 1857), Grecia se independizó, y en 1878 lo hicieron, ya formalmente, Serbia, Montenegro, Bulgaria y Rumanía. En 1881, también Túnez le fue arrebatada, por Francia.
Tras la revolución de los Jóvenes Turcos, el incesante declive del Imperio otomano continuó. En 1911 Italia se quedó con Libia, mientras que en las guerras de los Balcanes, en 1912–1913, Turquía acabó entregando todos sus demás territorios europeos.
Una alianza fatídica
Tras las guerras de los Balcanes, el Gobierno militar otomano impulsó una modernización del país al estilo occidental. En octubre de 1914, Turquía entró en la Primera Guerra Mundial como aliado de las Potencias Centrales (Alemania y Austria-Hungría), convencida de que la ayuda militar alemana le permitiría recuperar parte de su poderío. Se trató de un error calamitoso, y la derrota, en 1918, dejó Turquía reducida a sus feudos de Anatolia, tras perder los territorios que le quedaban en Oriente Próximo, que pasaron en gran parte a manos de Gran Bretaña y Francia.
El trauma de la derrota turca en la Primera Guerra Mundial quedó subrayado en 1920 en el tratado de Sèvres, marcado en gran medida por las imposiciones franco-británicas. El tratado confirmaba las pérdidas de territorios y otorgaba gran parte de Turquía occidental a Grecia, lo que provocó una inmediata reacción nacionalista, liderada por Mustafá Kemal, y el derrocamiento del último sultán, Mehmet VI.
La Turquía que surgió bajo el Gobierno de Kemal, al que se apellidó de manera oficial Ataturk («padre de los turcos»), era un Estado de corte occidental, centralizado y, lo que es más importante, laico, tal y como habían exigido los Jóvenes Turcos.
El texto y las imágenes de esta entrada son un fragmento de: “El libro de la historia”
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