Rosalía de Castro

Rosalía de Castro, la niña que se libró de la inclusa hace 188 años

Imaginen el siglo XIX, ser mujer, ser hija de un cura que no reconoce la paternidad, y de una mujer soltera de origen hidalgo, pero con pocos recursos económicos, escribir en gallego y… terminar siendo, en palabras de The New York Times, «la mejor poetisa nacida en la Península Ibérica desde la Edad de Oro hasta García Lorca» y una de las más importantes del Romanticismo a nivel europeo.

Estamos hablando de Rosalía de Castro, que un día como hoy 24 de febrero, nacía hace 188 años. Su partida de bautismo no podía ser más intrigante:

“En veinte y cuatro de febrero de mil ochocientos treinta y seis, María Francisca Martínez, vecina de San Juan de Campo, fue madrina de una niña que bauticé solemnemente y puse los santos óleos, llamándola María Rosalía Rita, hija de padres incógnitos, cuya niña llevó la madrina, y va sin número, por no haber pasado a la Inclusa”. 

Esa decisión de evitar la inclusa pudo ser providencial para la supervivencia de la niña Rosalía. En 1837, de los 432 ingresados, murieron 342. 

Aquella niña es considerada hoy una de los grandes poetas de la literatura española del siglo XIX, hasta el punto de convertirla en encarnación y símbolo del pueblo gallego. Además, es considerada junto con Gustavo Adolfo Bécquer, la precursora de la poesía española moderna.

Rosalía de Castro se libró de entrar en la inclusa gracias a que su madrina y sirvienta de su madre, María Francisca Martínez, se hizo cargo de ella. 

Hasta que cumplió los ocho años, estuvo bajo la protección de su tía paterna, Teresa Martínez Viojo, que se trasladó a Padrón y a Santiago, hasta que los rumores y las historias que se contaban acerca de su familia y sobre su nacimiento se fueron olvidando. Entonces su madre y su familia materna se hicieron cargo de ella. 

En 1856, se trasladó a Madrid donde conoció a su futuro marido: Manuel Murguía, un brillante periodista con el que se casó en 1858.

En 1859, Rosalía publicó su primera obra narrativa: La hija del mar. Una novela romántica que la escritora dedicó a su marido: «A ti, que eres la persona que más amo dedico este libro, cariñoso recuerdo de algunos días de felicidad, que, como yo, querrás recordar siempre».

En esta obra, a través de las peripecias vitales de Esperanza, la niña rescatada de las aguas en extrañas circunstancias, penetramos en un universo rosaliano poblado de sombras, melancolía y desamor.

La coexistencia de lo real y lo misterioso, la concepción pesimista de la vida, la supremacía del dolor sobre la felicidad en la existencia humana, la sensibilidad extrema hacia el paisaje, la defensa de los más débiles, la reivindicación de la dignidad de la mujer, el lamento por los huérfanos y abandonados… todo ello son motivos recurrentes en la obra de Rosalía de Castro y ya los podemos encontrar en esa primera obra.

En 1863 publica Cantares gallegos, la primera gran obra de la literatura gallega contemporánea, que junto a Follas novas, un cuento y diez poemas, integra el recopilatorio Obra galega completa.

En 1871 nombran a su marido director del Archivo de Galicia y de la Biblioteca Universitaria de Santiago, y Rosalía ya no se movería de su Galicia natal. 

Aunque fueron unos años tranquilos en lo profesional, en lo personal la tragedia se cebó en su familia: Adriano, su hijo pequeño, murió en 1876 a causa de una mala caída, hecho que la autora plasmó en su obra En las orillas del Sar, y, más tarde, su última hija,Valentina, nació muerta. En este libro, la exploración del propio mundo interior y una visión pesimista de la vida –se enmarca en la naturaleza y en la realidad de Galicia. Todo ello con una lírica de extraordinaria novedad en su momento que, junto a la sensibilidad y la imaginación, sitúa el poemario en el camino hacia el Modernismo.. 

En una proyección social y solidaria hacia las mujeres, Rosalía escribió Follas Novasen 1880. Esta obra marcaría un nuevo giro literario de la escritora, tal como ella misma manifestó en el prólogo: «Lo que siempre me conmovió fue las innumerables cuitas de nuestras mujeres, amorosas criaturas con propios y extraños, llenas de sentimiento, tan esforzadas de cuerpo como blandas de corazón y también tan desdichadas que se dijeran nacidas sólo para soportar cuantas fatigas puedan afligir a la parte más débil y sencilla de la humanidad». 

Sería el segundo y definitivo libro de la poesía gallega de Rosalía, Follas novas. Un texto que asegura un renacimiento, el de la literatura gallega, y una tendencia, la del romanticismo en su definitivo esplendor. 

Se presenta aquí por vez primera en esta edición en versión íntegra y bilingüe, gallega y castellana, siguiéndose los textos de la edición primitiva. Completan el corpus del presente volumen los poemas de Rosalía no publicados en libro, bajo el epígrafe de “Poemas Soltos”, así como las Traducciones poéticas al gallego realizadas por la autora. 

Rosalía de Castro, poseedora de una sensibilidad desgarradora, describe de un modo inigualable el paisaje gallego, al que muestra como una naturaleza misteriosa rodeada de un halo de indefinible tristeza y melancolía. 

Incluso ha llegado a ser considerada como el alma de Galicia. El escritor gallego Manuel Curros Enríquez, contemporáneo de la poeta, dijo de ella: «Rosalía es Galicia que pasa rumiando su tristeza de siglos». 

Sus últimas palabras, antes de morir de un cáncer de útero se las dijo a su hija el 15 de julio de 1885:“Abre la ventana, que quiero ver el mar”. Después de ser enterrada en el cementerio de Adina, el 15 de mayo de 1891 su cadáver fue exhumado para ser trasladado a Santiago de Compostela, donde fue nuevamente sepultado en un mausoleo diseñado específicamente para ella por el escultor Jesús Landeira y que está situado en la capilla de la Visitación del Convento de Santo Domingo de Bonaval. 

Rosalía de Castro es la escritora gallega más universal y, posiblemente, el personaje histórico con el que más se identifican los gallegos por su profundo sentimiento de pertenencia al país y por su visión socialmente crítica como intelectual, siempre al lado de los más débiles.

Leerla a los 188 años después de que esquivara la inclusa, es sumergirse en la melancolía y el romanticismo y, al mismo tiempo, viajar a Galicia. 

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