El reino helenístico que mejor conocemos es el Egipto de los Tolomeos. Era el reino más homogéneo desde el punto de vista étnico y territorial ya que los nuevos dominadores grecomacedonios ejercían su dominio sobre la masa de la población egipcia y existían unas claras fronteras naturales que permitían una defensa relativamente fácil frente a toda agresión del exterior. Hubo continuidad en la línea sucesoria, ya que no se produjeron usurpaciones ni interferencias de otras ramas dinásticas rivales y fue el de mayor duración, ya que su historia abarca desde poco después de la muerte de Alejandro hasta el año 31 a.C., cuando la última representante de la dinastía, Cleopatra VII, fue derrotada en Accio por Augusto.
El rey ejercía el poder desde Alejandría, donde se hallaba instalada la corte. Detentaba la propiedad de toda la tierra con excepción de la que pertenecía a los templos o había sido concedida como regalo a los personajes más influyentes de la corte o del ejército. El país estaba dividido en distritos al frente de los cuales había un estratego, generalmente un griego que concentraba en sus manos el poder civil y militar. La monarquía contaba con toda una impresionante red de funcionarios y almacenes encargados de recaudar la producción de los dominios reales que eran cultivados por los campesinos indígenas en régimen de arrendamiento.
La explotación metódica del territorio egipcio tenía como objetivo principal obtener el mayor número de ingresos posible para el tesoro real, que debía sufragar los cuantiosos gastos de carácter suntuario y militar de la corte y permitirle desarrollar en consecuencia una activa política exterior. La rivalidad con las demás monarquías en el terreno militar o en el propagandístico exigía el mantenimiento de un poderoso ejército de mercenarios y constantes exhibiciones públicas de la magnanimidad y riqueza del monarca en forma de procesiones y desfiles de carácter religioso. La corrupción y los abusos entre los funcionarios reales eran frecuentes tal y como revelan las numerosas quejas de los campesinos o las propias ordenanzas reales que pretendían poner freno a tales prácticas. Los principales beneficiarios de la explotación del país eran el rey y su corte, compuesta fundamentalmente por griegos y macedonios, que vivían en Alejandría. La población indígena sufría las consecuencias de este dominio, con excepción de algunos miembros de las capas dirigentes, que habían mantenido sus privilegios a costa de adoptar una helenización real o fingida, y de buena parte de la clase sacerdotal.
La monarquía tolemaica presentaba una doble imagen. Los tolomeos se presentaban al mundo griego como los auténticos defensores del helenismo e intervinieron constantemente en los conflictos internos de Grecia en competencia con Macedonia. Uno de los principales baluartes de su poder eran sus posesiones exteriores, que incluían Chipre, algunas ciudades de los estrechos del Bósforo y algunas regiones costeras de Asia Menor. Constituían un importante dispositivo de defensa contra las aspiraciones hegemónicas de sus rivales y un importante ámbito de intercambios comerciales donde regía un único patrón monetario y circulaban las riquezas del valle del Nilo.
Para los egipcios, los Tolomeos se presentaban como los herederos de los faraones y aparecen así representados a nivel ceremonial e iconográfico con sus títulos y símbolos en los numerosos templos construidos a lo largo de este periodo. Cuidaron especialmente sus relaciones con el clero egipcio y realizaron grandes concesiones a los templos en forma de donaciones de tierras o de exenciones de impuestos. Los templos poseían amplios dominios, disfrutaban de concesiones especiales y tenían la posibilidad de producir aceite, a pesar del monopolio real sobre dicho producto. Los sacerdotes y las gentes asociadas con los templos constituyeron el grupo dominante en las transacciones de riqueza cuya principal fuente de ingresos era el desempeño de los oficios y cargos relacionados con los templos.
El Egipto tolemaico vivió un periodo de expansión y apogeo hasta mediados del siglo III a.C., cuando comenzaron a perderse las posesiones exteriores en el Egeo y el proceso de explotación del país se intensificó con el fin de acrecentar los ingresos de la corte. El descontento general por estas medidas se tradujo en frecuentes rebeliones en el campo e intentos de secesión en el sur del país, donde llegó a instaurarse un reino independiente por un cierto periodo de tiempo. Fueron también frecuentes las disputas dentro de la propia corte en la que desempeñaron un papel destacado las diferentes reinas. La entrada de Roma en escena aumentó la inestabilidad del país e inició un proceso de declive y deterioro que culminó con la derrota de Cleopatra VII en el 31 a.C.
El Museo y la Biblioteca de Alejandría
Entre las grandes realizaciones culturales de la época hay que destacar la creación del célebre Museo de Alejandría, que a instancias de Tolomeo II fue organizado por el ateniense Demetrio de Falero, discípulo de Aristóteles tras su forzado exilio de Atenas. Se trataba de una institución financiada por el monarca que agrupaba a una serie de sabios y estudiosos procedentes de todas las partes del mundo griego dedicados a catalogar y recopilar todas las formas del saber.
En la biblioteca del museo se reunieron todos los textos que el gobierno egipcio iba adquiriendo mediante procedimientos a veces tan poco ortodoxos como la confiscación de los ejemplares que había en los barcos que atracaban en el puerto de Alejandría o la no devolución a sus ciudades de origen de ejemplares prestados para su copia bajo una elevada fianza. La labor de copia que allí se realizó contribuyó de forma decisiva a la conservación de la literatura antigua, salvando de la desaparición o el abandono muchos textos que se encontraban dispersos. También fue importante la tarea de traducción de libros representativos de las otras culturas como la célebre Traducción de los Setenta que vertió al griego el Antiguo Testamento de los judíos.
No hay que olvidar tampoco la labor de investigación científica que allí se desarrolló con figuras como Eratóstenes, un auténtico atleta del saber que practicaba casi todas las disciplinas, desde la geografía, con su célebre medición del perímetro de la tierra, hasta la astronomía pasando por la crítica literaria homérica; Euclides y sus elementos de geometría, o ciertos avances en el campo de la mecánica como los efectuados por Ctesibio, que utilizó por vez primera la fuerza pneumática, o de la medicina con los tratados de Herófilo, que avanzó de forma considerable en sus investigaciones sobre los órganos del cuerpo y descubrió el ritmo de la circulación sanguínea.
El texto y las imágenes de esta entrada son un fragmento del libro “Historia de Grecia en la Antigüedad” de Francisco Javier Gómez Espelosín
Historia de Grecia en la Antigüedad
La historia de la Grecia antigua se caracteriza por su enorme diversidad, a pesar de la aparente supremacía de Atenas, que brilla con luz propia y parece ensombrecer al resto del mundo griego. Junto a la forma política de la polis existía otro tipo de organización diferente, como el ethnos, de carácter tribal, en el que se hallaban organizados numerosos estados griegos.
Tampoco la historia de Grecia se reduce sólo a la Atenas clásica y a los periodos inmediatamente anteriores y posteriores; el mundo griego se arraiga en el sustrato prehelénico que se dibuja en las civilizaciones egeas y continúa plenamente vivo tras la conquista de Alejandro Magno y durante los periodos helenístico y romano, a pesar del brusco cambio de escenario político.
Diversidad, espacial y cronológica, que se pone de manifiesto en esta obra, que centra su atención en las distintas regiones del mundo griego desde Asia Menor hasta Sicilia y el sur de Italia, y que abarca un arco temporal que va de la civilización cretense a la ocupación romana.
Plenamente adaptado a los planes de estudio vigentes, el presente manual ofrece una lectura amena y sintética de la historia del mundo griego antiguo, acompañando los contenidos de ilustraciones, textos originales y mapas aclaratorios de gran utilidad.
“Historia de Grecia en la Antigüedad” – Francisco Javier Gómez Espelosín – Akal